* Desafíos del Medio Oriente
* ¿Caudillismo o fundamentalismo?
Todo parece indicar que los Estados Unidos y las potencias aliadas dentro del esquema de la OTAN, mediante una combinación de fuerzas esperan el momento para volver a intervenir en el Medio Oriente, bajo el aval de la ONU. El pretexto de la zona de exclusión y la defensa de la población civil, dio para bombardear a los efectivos del régimen libio a todo lo largo y ancho del país, hasta que finalmente pilotos franceses desde el aire destruyeron la caravana en la que trataba de huir Gadafi, lo que los fuerza a refugiarse en un túnel y al intentar salir es capturado y abatido a tiros. Por eso cobra especial trascendencia para la intervención occidental la factura a cobrar por cuenta de las violaciones de los derechos humanos en la región, que se aplica sólo a los países parias, con fuerzas militares capacitadas en reprimir el alzamiento interno y agredir a un vecino, pero sin potencial para enfrentar una embestida de las potencias.
La nueva estrategia es la de seguir el modelo que se aplicó en Libia, muy distinto al que se utilizó en otras intervenciones en la región, como en Irán o Irak. Se trata en un momento dado de mantener excelentes relaciones con los opositores y cuando el ambiente es propicio ayudarlos, lo que se hace con efecto magistral de aparecer como benefactores de la causa popular-democrática contra las viejas dictaduras de la zona y, eventualmente, como libertadores. Se recuerda que tanto Nicolás Sarkozy y David Cameron, gobernantes respectivamente de Francia y de Inglaterra, cuando no había sido aún eliminado Gadafi del poder, pero estaba refugiado en Sirte la zona donde habita la tribu de sus mayores, al aterrizar por aparte y a la misma hora en ese país fueron recibidos como libertadores por los rebeldes. Algo impensable hace unos años.
Esta estrategia que ensayan las potencias se justifica con el discurso del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, quien plantea abiertamente la instalación de la democracia en la región y la abolición de los regímenes dictatoriales o en la práctica del partido único. Por lo pronto, una parte de la táctica ha dado resultado, han caído varios regímenes autoritarios, sin que se dé el giro a la democracia. Todo apunta a que se repite en diverso grado la experiencia de Irán, donde al derrocar al sha, Mohammed Reza Pahlevi, se produce una involución y la garra de los ayatolas y simpatizantes amenaza tomarse el poder.
Y el Mediterráneo, esa patria muy profunda de árabes y europeos, de la que habla Edgard Morín, vuelve a ser presa de las llamas. El incendio se extiende de un lugar a otro; ahora le corresponde a Siria, pasarle la cuenta de cobro por sofocar a tiros las protestas populares. La Liga Árabe, bajo presión de las grandes potencias, ya le quitó su respaldo, la expulsa de su seno, como hizo con Libia. Los países vecinos de Siria, como, Líbano, Irak, Jordania y Argelia mantienen sus ejércitos en estado de alerta pues un descalabro del régimen de Damasco podría extender el incendio a sus países. Y esto daría lugar a que se repita la historia de destrucción y ruina económica que sería devastadora en las naciones que como Siria carecen de petróleo. Cualquiera sea el resultado de una eventual intervención de las potencias en esa región lo cierto es que los ejércitos y las milicias locales quedan reducidas casi a la impotencia. Poco importa que se produzca la involución al fundamentalismo de los hermanos musulmanes en Siria, cuyo régimen tambalea y otros grupos afines ya se enfrentan por el poder, sin mover un dedo al caer como un castillo de naipes los ejércitos de los gobiernos hostiles a la zona de influencia de Israel ven reducida por cuenta del conflicto interno, como de posibles bombardeos occidentales su efectividad. Lo que podría llevar al intento de reformular la política regional, moderado ya el avance de Turquía de ganarse a los árabes y la defensa de Rusia de uno de sus mayores mercados de armamentos en la región.
Mientras Irán, con sus gigantescas reservas de crudo, mantiene el control territorial y amenaza con una respuesta nuclear de ser atacado. Apenas estos aspectos llevan a una profunda reflexión sobre las protestas, los levantamientos y la defenestración de gobiernos de distinto signo en el Medio Oriente, que de no facilitar inicio de una primavera democrática, ni la recuperación de la economía dada la crisis mundial, podrían dar pie para nuevos esquemas de dominación y avances del fundamentalismo.