Indecisos, alerta electoral | El Nuevo Siglo
Miércoles, 4 de Octubre de 2023

Preocupa su alto porcentaje en últimas encuestas

* Campanazo a partidos, candidatos y ciudadanía

 

En un país que históricamente ha tenido porcentajes de abstención electoral alrededor del 50%, preocupa que en encuestas recientes de cara a los comicios del 29 de octubre la franja de ciudadanos indecisos continúe siendo alta en muchas regiones.

Sin duda se trata de una circunstancia que debe llamar a la reflexión, tanto de los partidos y movimientos políticos como de los propios aspirantes, pues estamos a un poco más de tres semanas de la cita en las urnas para escoger gobernadores, alcaldes, diputados, concejales y ediles. Meses atrás se podía considerar más que obvio que una parte significativa de ciudadanos indicara que todavía no tenía claro por quién votar. De hecho, en estas páginas llamamos la atención en torno a que la avalancha de personerías jurídicas, coaliciones multipartidistas y movimientos significativos de ciudadanos (candidatos que se respaldan por firmas) terminaba generando confusión en el electorado y no le permitía una rápida diferenciación de planteamientos y plataformas programáticas de cada postulado.

A ese complejo escenario debe sumarse el intrincado proceso en el Consejo Nacional Electoral para resolver miles de impugnaciones a inscripciones de candidatos. Aunque se ha evacuado gran parte, faltando veinticuatro días para los comicios todavía están en vilo algunas aspiraciones, incluso a gobernaciones y alcaldías de ciudades capitales e intermedias. Más complicado aún es que en muchos casos en los que el alto tribunal determinó la revocatoria de la inscripción, los afectados han interpuesto recursos legales ordinarios y extraordinarios como última opción para mantenerse en competencia. Es decir, que se prolongó la incertidumbre.

Se trata de una circunstancia claramente lesiva para la transparencia democrática y por doble vía: el ciudadano no tiene certeza de la efectividad final de su voto y se ratifica un vacío grave en la legislación electoral. No hay que olvidar que si bien en los últimos años tres años se aprobaron dos reformas al Código respectivo, la primera fue declarada inexequible por la Corte Constitucional en abril del año pasado debido a vicios de trámite legislativo, en tanto que la segunda apenas si recibió visto bueno del Congreso en junio reciente y no pudo aplicarse en estos comicios ya que, por tener carácter estatutario, requiere revisión previa del ya referido alto tribunal.

Sin embargo, los problemas en la legislación electoral no son la única causa de que estando tan cerca de las urnas el volumen de potenciales votantes indecisos sea tan alto en algunos departamentos y municipios. Es claro que muchos partidos y aspirantes se han concentrado demasiado en la mecánica política y le han quitado espacio a la actividad proselitista pura, disminuyendo también el número de debates con sus rivales e incluso la interacción en plaza pública, ya sea por el clima de violencia que rodea la campaña en distintas zonas o porque se prefirió una ofensiva publicitaria en redes sociales y otros medios tecnológicos.

Existe una tercera circunstancia que puede explicar el fenómeno de la indecisión electoral. La coyuntura política, económica y social en un escenario de alta polarización nacional a favor o en contra del gobierno de turno, mantiene a una porción de la opinión pública imbuida en ese tensionante día a día, restringiendo la posibilidad de enterarse a fondo de qué proponen quienes aspiran a cargos uninominales o cuerpos colegiados seccionales y locales el último domingo de este mes.

Sea cual sea la causa, lo cierto es que quedan pocas semanas para que candidatos y electores se sacudan de las circunstancias anotadas y se concentren en propiciar las condiciones para un voto informado y masivo el 29 de octubre, ya que la elección de autoridades locales y regionales es de crucial importancia para toda la población.

En medio de una incertidumbre creciente en múltiples flancos, derivada principalmente de la accidentada gestión de la actual administración presidencial, es imperativo que la ciudadanía se pronuncie de forma contundente en las urnas para definir el mapa de poder territorial. Visto que el voto en blanco continúa siendo una alternativa gaseosa de participación política, lo que explica la baja cantidad de comités que se inscribieron para impulsarlo en la puja por gobernaciones y alcaldías, es urgente que las personas mayores de 18 años que todavía no deciden a quién apoyarán en las urnas, aprovechen los próximos días para definirse. Votar es un derecho, pero también un deber. Al sufragar, no solo se ejerce lo primero y cumple lo segundo, sino que se revitaliza una democracia que necesita un mandato popular contundente, más aún ante los asomos de intentonas oficialistas que ponen en peligro la legitimidad institucional y el Estado Social de Derecho.