Inerme periodista ejecutado | El Nuevo Siglo
Lunes, 13 de Mayo de 2013

*Escritores públicos desprotegidos

*Vuelven los sicarios

 

En  Colombia la protección a los periodistas corre por cuenta de un ente burocrático adscrito al Ministerio del Interior, sobre el cual llueven quejas por la falta de criterio y fallas en atender los casos en los cuales se debe dar protección a los periodistas amenazados y a los que sin estar bajo amenaza evidente, por sus posturas políticas e investigaciones pueden ser víctimas de atentados súbitos contra su vida. No todos los funcionarios que atienden esos asuntos con la prensa  están en condiciones de  analizar los escritos, ni mucho menos entender la labor escrutadora de los periodistas en un país donde la justicia no abarca todas las instancias, por lo que el escritor inerme se convierte en blanco de los enemigos del sistema, lo mismo que parecen ignorar que en el código de las organizaciones criminales y subversivas se aplica sin fórmula de juicio la pena de muerte. En caso de que no le hayan disparado al periodista, de ausencia de testigos sobre las amenazas o que no tenga grabaciones al respecto, algunos de los burócratas de esa oficina  se muestran sordos o incrédulos. Es un misterio dilucidar cómo opera esa oficina, ni a quien le rinden cuentas.

 A un colega seriamente amenazado, dizque le hicieron un estudio de seguridad y después de varias idas y venidas, le preguntaron que si tenía conexiones con determinado sector político, como respondió que no, que, simplemente, era un escritor público, le recomendaron que estuviese pendiente por el ojo retrovisor de su vehículo y que siempre se abrochara el cinturón del carro y no hablara con extraños…Y que si le disparaban en la calle o le tendían una emboscada, los llamara por teléfono y ellos, después de llenar un formulario y otros requisitos, verían lo que se debería hacer. Se supone que mandarle un ramo de flores al entierro. Sobra decir que esa persona salió del país y salvó la vida.

No se trata de fomentar la paranoia entre los que ejercen el periodismo de denuncia y destapan hechos de corrupción, basta saber que en casos en los cuales se mueven miles y miles de millones por el fraude y la corrupción, como por cuenta de la violencia delictiva y la barbarie de los alzados en armas, por épocas, por temporadas, por decirlo así, cuando sus fechorías salen en los medios y se difunden entre el público, es común que busquen atentar contra los que osan desenmascararles. Si no fuese por esas valientes denuncias de la prensa esos criminales seguirían en la impunidad. Y tampoco se debe bajo ningún motivo politizar en el peor sentido de la palabra la eventual protección a los periodistas amenazados.

Es verdad y se debe hacer un reconocimiento a la Policía Nacional por su contribución denodada y valiosa, en el combate exitoso contra los violentos, que es lo que ha permitido que los atentados contra los periodistas y políticos se hayan reducido ostensiblemente. Lo que no quiere decir que las amenazas hayan desaparecido. Además, al parecer, la oficina adscrita al Ministerio del Interior, no la maneja la Policía, es una oficina mixta que  depende del criterio relativo de lo político. Lo cierto es que en el país las amenazas siguen por cuenta de elementos sediciosos o sicarios contratados por los grupos subversivos para atentar contra figuras representativas o incómodas de los medios de comunicación como es el caso de Fernando Londoño, así como el de Calderón. Y, también, es conmovedor el atentado que le costó la vida en Cali a Alberto Lázaro del Valle, director de la emisora caleña Radio Planeta, quien fue asesinado la noche del viernes en el norte de esa ciudad.

El homicidio está en la oscuridad, un  sicario  le disparo siete tiros a Del Valle, actuó por contrato y se movilizó en un taxi. ¿Celos? ¿Venganza? La Policía ofreció una recompensa de $ 50 millones para el que informe con datos valederos sobre el asesino. Y lo que importa en ese caso es que no lo capturen de inmediato si tienen informes confiables sobre su identidad, lo que interesa es que avancen hasta  los autores intelectuales, de ser posible.

Como siempre las autoridades siguen la rutina: “Tenemos varias hipótesis, pedimos la colaboración de la comunidad, se ofrece completa reserva, lo más importante es encontrar a los responsables, esperamos tener resultados muy pronto”. Se intenta  seguir el rastro e ir al fondo del asunto, hasta esclarecerlo. Pues no se descarta que buscaran acallarlo o podría ser un asesinato por asuntos menores de repudio a la tarea informática que adelantaba o un caso de conflicto personal e intolerancia.

Es de anotar que si Álvaro Gómez el día del atentado que lo envió al otro mundo se hubiese movilizado en un vehículo blindado y con  una escolta capacitada y alerta, tal vez, no habrían podido eliminarle por combatir desde El Nuevo Siglo y los medios de comunicación al Régimen.