¿Involución caribeña? | El Nuevo Siglo
Domingo, 9 de Febrero de 2014

El modelo cubano

La democracia en apuros

LOS  analistas e investigadores políticos y sociales, como los empresarios, no salen de la sorpresa al enterarse de que las expectativas políticas en el Caribe contradicen lo que imaginaron por años. Los mejor informados sostenían que cuando hiciera implosión el gobierno de la familia Castro en Cuba se produciría una etapa de eventual violencia que se debería tratar de evitar organizando un gobierno de transición, que diera paso a la instauración de la democracia, planta exótica en esa isla. También se especulaba sobre la forma más inteligente y realista de restablecer la propiedad privada y negociar el tema de las expropiaciones y las demandas que cursan contra el régimen por esa causa en los Estados Unidos. Así como la forma  de garantizarles a los milicianos un buen pasar sin retaliaciones ni venganzas. Esos y muchos otros asuntos sobre las posibilidades de la inversión extranjera en la isla y lo que hay por hacer en todos los campos del desarrollo están consagrados en voluminosos informes oficiales de los organismos internacionales. En Miami muchos apostaron a que un día muriese así fuera de muerte natural Fidel Castro, incluso se especuló que su heredero en la jefatura del socialismo del siglo XXI sería el comandante Hugo Chávez y todos sabemos que sorprendió a su mentor partiendo primero para el otro mundo.

Esas especulaciones que alcanzaron las más prestigiosas publicaciones internacionales están siendo desmentidas por la cruda realidad. Fidel Castro sigue siendo el orientador de la revolución. Y, lo que es peor, los estudios sobre la democracia de Costa Rica la estiman como de las más ejemplares de Hispanoamérica y cuyas instituciones son más sólidas y respetadas. Lo mismo que su ingreso per cápita y los niveles de vida son de los mejores del Caribe, por lo que los expertos politólogos esperaban que el día que cayese el régimen cubano por la ley del péndulo, al salir de la dictadura se intentaría avanzar a un régimen democrático como el que impera en Costa Rica. La dura realidad es otra, el régimen cubano se fortalece, obtiene más apoyo  internacional y ha conseguido que la doctrina según la cual solamente las democracias pueden pertenecer a la OEA pase al cuarto de san alejo y se le invite a formar parte de la organización interamericana, evento que por ahora descarta el comandante Fidel Castro que le interesa más fomentar el socialismo del siglo XXI en la región. Y para colmo, Costa Rica que sería el modelo democrático a seguir, pese a sus grandes logros en lo económico y social y en respeto de los derechos humanos, país que no tiene ejército, podría avanzar hacia un eventual gobierno de izquierda. Se trata de la irrupción del político Solís, un historiador de centro izquierda, aliado al partido comunista, populista con gran facilidad de palabra, que promete jugosas subvenciones a los pobres del país, a cambio de que voten por él, podría superar en intención de voto en la segunda vuelta al candidato oficialista Johnny Araya Monge. La demagogia está dando resultados, las últimas encuestas anuncian una eventual victoria del opositor en las elecciones de abril. Por lo que las gentes se preguntan ¿qué se hizo la tan cacareada madurez  del pueblo de Costa Rica?

Las posibilidades políticas se tornan más complejas al observar que en El Salvador avanza con grandes posibilidades el candidato de izquierda, que es más radical que el de Costa Rica. Mientras en este país la democracia ha transcurrido secularmente en paz, la guerra civil casi ahoga en sangre a El Salvador. País en el cual al alcanzar una paz negociada se han alternado las fuerzas políticas que han evitado los extremos, en tanto pareciera que el candidato de izquierda del Farabundo Martí, pareciera ser más radical que su antecesor en el gobierno. Ambos dirigentes que cuentan con posibilidades de salir elegidos presidentes de su país se declaran entusiastas admiradores del régimen castrista. Cuando se les pregunta a sus asesores sobre sus planes de gobierno sostienen que se trata de quitarles alguna tajada a los ricos para ayudar a los pobres, que era lo mismo que en los inicios de la revolución cubana proclamaba Fidel Castro. Es decir, que no se trata en avanzar en desarrollo, de elevar los niveles de vida de la población, de mejorar las escuelas, de aumentar la producción y de crecer, sino lo que importa es repartir las riquezas con una visión confiscatoria, que de manera inevitable conduce los países a la ruina, pero que por un tiempo consigue un fuerte apoyo de las masas para ganar elecciones. Y es de esperar que esa involución no se convierta en una enfermedad contagiosa en la región.