La cortina de humo | El Nuevo Siglo
Jueves, 14 de Agosto de 2014

Confusión en la frontera

Platos rotos los paga el pueblo

La  población de ambos lados de la frontera por las distintas zonas que limitamos con Venezuela está sorprendida, confundida, no entiende la razón por la cual desde Caracas so pretexto de combatir el contrabando se han tomado sorpresivas medidas que dificultan la movilización de las personas, de los bienes, de artículos de primera necesidad. El Gobierno decidió  aislar a Venezuela por aire, tierra y mar en las noches, medida sin antecedentes que critican dirigentes, comerciantes, asociaciones y estudiantes de la frontera común que es de una extensión de 2.219 kilómetros. Empresa que  se lleva a cabo con la movilización de 17.000 soldados, vehículos militares, apoyo de aviones y más retenes. Asunto del cual la Cancillería de San Carlos se entera  por los medios de comunicación, cuando es evidente que en la reunión de los gobernantes de ambos países en Cartagena días antes de la toma de posesión como Presidente de Juan Manuel Santos, el asunto no se trató. Así lo aclaró la canciller María Ángela Holguín, en rueda de prensa, al declarar que esa decisión de cerrar la frontera había sido una decisión “unilateral” de Caracas. Lo mismo que  agregó; “No nos parece que el cierre de la frontera sea la medida que va a controlar el contrabando. El contrabando se tiene que controlar con otras medidas internas",

Al parecer, la  decisión del Gobierno de Maduro  obedece a que cada día es mayor la escasez de alimentos en el vecino país, por lo que en algunos medios de comunicación venezolanos se alega que gran parte de esos alimentos que faltan allí, muchos de ellos importados, los contrabandistas los venden en Colombia. El mismo presidente Nicolás Maduro declaró ayer que un alto porcentaje de los alimentos cruzan clandestinamente a Colombia. La situación de abastecimiento es de tal gravedad en Venezuela, que ad portas de decretar el alza de la gasolina, pareciera que se quiere desviar la atención popular a la frontera, cuando, como lo reconocen los comerciantes de ambos países, el problema del abastecimiento se debe a la crisis que ha desatado en todos los órdenes la falta de divisas  y la persecución a los empresarios. Precisamente, con la medida de crear murallas artificiales al comercio so pretexto de combatir el contrabando, se toman decisiones como esa en la frontera que lo que hace es crear mayores dificultades a los negocios y la movilidad de las gentes de ambos países.

Es de anotar que los empresarios y comerciantes colombianos han sido duramente golpeado por la crisis comercial con Venezuela. Los instrumentos de integración que se habían elaborado con sabiduría y paciencia por décadas se debilitaron en grado superlativo, desde el momento que el Gobierno del Comandante Hugo Chávez prefirió volcar su atención a otras naciones de la región. El comercio bilateral en la actualidad está casi exangüe, miles de comerciantes y productores se han resentido por causa de las cuentas que no se saldan por falta de dólares. Las ciudades colombianas cercanas a la frontera penan por las aulagas que sufren por más de una década. Las relaciones entre las dos naciones estuvieron tensas con el Gobierno de Álvaro Uribe, se presentó una distensión con Juan Manuel Santos y Chávez, que siguió con Maduro, sin que en ningún caso haya mejorado la relación bilateral comercial y los grandes proyectos con los que contaban ambos países para el desarrollo común están postergados.

Estrangular la frontera con medidas draconianas  e inconducentes, no favorece ni a Colombia ni a Venezuela, menos con semejante movilización de tropas. Es evidente que los contrabandistas están avisados y de seguro, terminarán por pagar los platos rotos los vecinos del lugar que les decomisan la merienda y los artículos de primera necesidad, que en una frontera se compran indistintamente en donde sean más baratos, unas veces en Venezuela o en Colombia. Quizá la medida de tomarse la frontera tenga que ver con ejercicios de estado mayor para estudiar la capacidad de movilidad de sus propias tropas y prevenir situaciones extremas. Se trataría en tal caso de juegos de guerra, que no resultan convenientes en este momento. Sustituir el lenguaje de la diplomacia y el entendimiento entre los funcionarios civiles de ambas administraciones puede ser un error fatal. Tal vez obedece a la decisión que estudia el Gobierno venezolano de elevar los precios de la gasolina, que por años y años han sido bajos en ese país. Sería, entonces, una cortina de humo.