La crisis de medicamentos | El Nuevo Siglo
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Jueves, 16 de Enero de 2025

La crisis en el sistema de salud se agrava día tras día. Uno de los flancos más preocupantes tiene que ver con la persistente escasez de medicamentos. En las últimas semanas no solo las asociaciones de pacientes, sino distintas agremiaciones de especialidades médicas han advertido que una cantidad creciente de medicinas, entre esenciales y complejas, no están siendo dispensadas. Se trata de productos farmacéuticos necesarios para atender patologías como trastornos mentales, asma, hipertensión, fibrosis pulmonar, epilepsia, osteoporosis, hiperlipidemia, cáncer, afecciones cardíacas, diabetes e incluso para hacer frente a las llamadas “enfermedades huérfanas”, entre otras.

Las alertas se han multiplicado en días recientes por cuenta del inconformismo de la mayoría de los actores del sistema de salud, empezando por las EPS, clínicas y hospitales, personal médico, industria farmacéutica, redes de proveeduría, academia, expertos e incluso los entes de control, en torno al bajo aumento (5,36%) determinado por el Gobierno a la Unidad de Pago por Capitación (UPC), que es la columna vertebral financiera del esquema de aseguramiento y atención sanitaria en el país. Los voceros de estas instancias recalcan que la insuficiencia de recursos no solo afectará aún más la calidad y pertinencia del servicio, sino que también complicará el ya de por sí restringido acceso a algunos medicamentos de síntesis química, gases medicinales, biológicos, homeopáticos y productos fitoterapéuticos, entre otros.

Sin embargo, el principal termómetro de esta problemática es el viacrucis que padecen a diario miles y miles de colombianos cuando asisten a las droguerías y dispensarios, pero no les entregan las medicinas formuladas. De hecho, hoy son virales no solo las imágenes de estantes semivacíos en muchos de estos establecimientos, sino las denuncias y dramas de una gran cantidad de pacientes que, en no pocas ocasiones, deben financiar de su propio bolsillo la compra de las drogas, muchas de las cuales son muy caras o, peor aún, tampoco están disponibles en los puntos de venta privados.

De hecho, la situación es tan crítica que el pasado 2 de enero la Procuraduría General formuló pliego de cargos contra el ministro de Salud por su presunta responsabilidad en el desabastecimiento de medicamentos e insumos médicos en 2023. La pesquisa disciplinaria advierte que el alto funcionario habría omitido tomar las medidas necesarias para resolver la crisis suficientemente advertida de escasez en que se encontraban al menos 2.351 medicamentos e insumos médicos, varios de ellos de primera necesidad. En vista de las recientes denuncias de diciembre y enero, es innegable que el flagelo sigue presente.

Si bien se han convocado múltiples mesas técnicas, reuniones y firmado varios acuerdos sectoriales e incluso hay una instancia permanente que mensualmente reporta la cantidad de medicamentos en “monitorización”, “riesgo de desabastecimiento”, “desabastecido”, “temporalmente no comercializado” o “descontinuado”, al tiempo que se han realizado muchos ajustes al funcionamiento y eficiencia del Instituto Nacional de Vigilancia de Medicamentos y Alimentos (Invima), las alertas de las asociaciones de pacientes y de los gremios médicos evidencian que las medidas de choque son insuficientes.

Otra preocupación se refiere al pulso entre el fondo-cuenta Adres y los informes de gastos e inversiones que reportan las EPS y con base en los cuales advierten un déficit financiero estructural derivado, en gran parte, del rezago en el valor de la UPC. En el estudio con que sustentó el incremento del 5,36% para 2025 en este indicador, la instancia gubernamental sostiene que hay un porcentaje de productos reportados por las aseguradoras que no tienen registro de venta en el Sistema de Información de Medicamentos (Sismed), en tanto que en otros se incumplen las regulaciones sobre precios. El desfase aquí sería billonario.

Aunque es evidente que una de las causas de esta problemática es la controversia por los proyectos de reforma a la salud y el impacto del anacrónico modelo de sistema que el Gobierno quiere imponer, hay otros factores internos y externos a considerar. En el plano local es claro que la industria farmacéutica se ha visto afectada por el agravamiento de la crisis financiera de las EPS, así como de la red de clínicas y hospitales que no pagan oportunamente los suministros de medicinas. De hecho, varias firmas proveedoras han restringido las ventas, en tanto que en otras las cuantiosas carteras morosas impactaron sus niveles de solvencia y sostenibilidad operativa. Ya en lo que hace al flanco externo, hay problemas con materias primas, oferta y demanda, patentes de principios activos, concentraciones farmacológicas y flujos de medicinas en varias latitudes.

Visto todo ello, se pone de presente que los líos en el abastecimiento de medicamentos son muy complejos y no tienen una única solución. Sin embargo, le corresponde al Gobierno afrontarlos. Las medidas aplicadas en los últimos dos años han sido insuficientes. Eso es innegable, ya que la crisis persiste y cada día que pasa son más los pacientes cuyos tratamientos e incluso vidas están en peligro.