La economía, según la óptica | El Nuevo Siglo
Domingo, 13 de Septiembre de 2015

Disímiles interpretaciones al PIB del 3 por ciento

Luces sobre el desempeño del segundo semestre

Así   suene a frase de cajón, hay dos maneras de ver el desempeño de la economía colombiana este año. Si se optara por la óptica del vaso medio lleno habría que decir que el 3 por ciento que creció el Producto Interno Bruto en el segundo semestre de este año, según lo informó el DANE esta semana, es un indicador que termina siendo muy positivo, no solo porque es superior al rubro registrado entre enero y marzo, que fue del 2,8 por ciento, sino porque ese porcentaje a junio es superior al de la mayoría de las economías latinoamericanas, lo que confirma que nuestro país continúa siendo una de las economías más atractivas y sólidas del subcontinente. También habría que resaltar que ese 3 por ciento se dio impulsado por sectores muy intensivos en mano de obra, como la construcción, el comercio y el rubro de servicios. Por igual debería ponerse de relieve que el sector de la minería también tuvo un desempeño positivo, pese al difícil panorama que afrontan las industrias extractivas a escala global. Asimismo habría que sumar que nichos como el financiero se han consolidado en el top de aporte al PIB, con todo lo que ello significa en materia de confianza inversionista y dinamismo del sector real de la economía. Y por último, bien podría señalarse como halagüeño el resultado del segundo trimestre por cuanto en ese período no solo los precios del petróleo cayeron al nivel de los 40 dólares, sino que también coincidió con el comienzo de la revaluación del dólar frente al peso colombiano, que ha desordenado todas las cuentas fiscales que se tenían al principio del año.

Pero si se opta por la visión más pesimista, aquella que se basa en el vaso medio vacío, entonces tendría que advertirse, en primer lugar, que no se pueden lanzar las campanas al vuelo con un crecimiento del 3 por ciento, que resulta no solo mediocre sino que pareciera ratificar que en diciembre próximo a lo máximo que se podría aspirar en materia de aumento del PIB sería un 3,5 por ciento. Igual no faltan los analistas que consideran como ilusoria la reiterada práctica colombiana de estarse comparando con otras economías regionales, que no solo tienen particularidades que difieren mucho de lo que pasa en nuestro país, sino que las crisis que afrontan Venezuela o Brasil es claro que rebajan drásticamente el promedio de crecimiento latinoamericano, y en ese orden de ideas tomar como referencia este último rubro termina siendo irrelevante. Por igual habría que decir que el desempeño en el segundo trimestre de nichos claves como el agro, el suministro de servicios públicos, el transporte y la industria manufacturera estuvo por debajo de ese tres por ciento, pese a ser sectores no solo intensivos en materia de empleo, sino trascendentales en movilización de recursos, inversión y valores agregados a la economía.  De la misma manera hay observadores que advierten sobre el efecto preocupante del mayor déficit de la balanza comercial que se está presentando, así como de las señales de alarma que se han encendido alrededor de una caída en los flujos de inversión extranjera directa. Y a ello habría que adicionarle, en esta visión pesimista, que la inflación continúa con una tendencia alcista, que ya hace muy difícil cumplir la meta anual fijada por el Banco de la República.

¿Cuál de las dos ópticas podría señalarse como la más acertada? Esta termina siendo la pregunta del millón, sobre cuya respuesta es muy difícil encontrar una coincidencia entre los expertos y las autoridades económicas. Es más, hay quienes sostienen que lo importante no termina siendo qué tan bien o mal le fue a la economía colombiana en este primer semestre, sino qué puede esperarse del segundo, teniendo como marco unos precios del petróleo que no reaccionan sustancialmente, la volatilidad cambiaria registrada entre julio y agosto, la alarmante caída en las exportaciones -con corte al séptimo mes- y otros indicadores igualmente inquietantes. A ello se suma el anuncio de nuevos recortes presupuestales por parte del Gobierno tanto para lo que resta de 2015 como para el 2016, según se desprende del apretón ya aplicado al proyecto de inversión y funcionamiento de la Nación que está siendo tramitado por el Congreso. Los más optimistas tienden a señalar que los próximos meses se vislumbran como más dinámicos, no solo porque las economías de Estados Unidos y Europa han repuntado, sino porque parece que el enfriamiento chino no tendrá los efectos catastróficos que se auguraban semanas atrás, antes de la devaluación del yuan y otras medidas de emergencia aplicadas por la potencia asiática.

Como se ve, en materia de evaluaciones de la coyuntura económica caben varios puntos de vista y estos mismos marcan lo positivo o negativo de las proyecciones que se hagan bajo esas radiografías disímiles. Por ahora habrá que esperar el reporte del tercer trimestre del PIB, que solo se dará en el mes de noviembre y marcará un escenario más realista de en dónde estamos y para dónde vamos.