La paz del Papa Francisco | El Nuevo Siglo
Lunes, 21 de Septiembre de 2015

         Instituciones y derecho nacional, base de la concordia

         Los afanes del proyecto acto legislativo      

 

Las declaraciones de Su Santidad Francisco en favor de la reconciliación colombiana, desde Cuba, son por supuesto un aliciente. Ha sido claro en que se trata de no volver a fracasar, por lo cual no se ha referido al tiempo y las premuras que los agentes gubernamentales parecerían tener últimamente, según lo  han dejado entrever en la presentación del polémico acto legislativo de estos días que, cualquiera sea la razón, lo que termina es mostrando una impaciencia de base traducida al par de “articulitos” de que está compuesto. Al contrario, con su calma y bonhomía habituales, afincado en el evangelio cristiano, así como la doctrina católica del perdón con fundamento en la enmienda, el Sumo Pontífice ha resaltado que la concordia cierta y eficaz debe darse “en el respeto de la institucionalidad y del derecho nacional e internacional, para que la paz sea duradera”.

Sea ello, precisamente, el principal mensaje a tener en cuenta, así algunos medios lo hayan inadvertido o minimizado. Nada sería más gravoso para la paz colombiana que, bajo la justificación de conseguirla a como dé lugar, se termine arrasando con las instituciones que, aun con sus defectos, han significado tanto esfuerzo y han puesto a Colombia, en el trayecto de una historia nada fácil, a la vanguardia de la democracia latinoamericana. Porque, ciertamente, la paz que se pretende en el país no es una cualquiera, entendido, como debe estarlo, que ella se hace precisamente en una nación democrática. Es ésta justamente la gran diferencia con otros procesos de paz, inclusive los de más reciente desarrollo, que se adelantaron en países regidos por dictaduras, como en su momento ocurría en Centroamérica, o donde existían seudodemocracias como el apartheid. De modo que la voz del Papa Francisco recuerda, con todo el acierto del caso, eso que entre la acostumbrada retórica de la paz parecía olvidado en el país: es la democracia, con su derecho nacional vigente y sus compromisos internacionales, la única que permite una paz real.

Frente a ello, cobran mayor relevancia las críticas que, desde diferentes expresiones de la democracia colombiana, se han hecho al proyecto de acto legislativo para dar la incierta aplicación a los acuerdos de La Habana. Está claro que la omnipotencia allí prescrita, dizque como fórmula redentora, podrá de seguro votarse por quienes hacen parte de la coalición gubernamental, desenvolviéndose el toma y daca acostumbrado, pero de allí a vender como democrático semejante fermento autoritario, estrechada la paz a las facultades extraordinarias y la irrelevancia del Congreso, hay mucho trecho. Bien ha dicho Su Santidad que el otro aspecto fundamental de la reconciliación radica en que ella sea lograda y concertada por “todos los colombianos”. Y precisamente cuando se esperaba un acuerdo de amplio alcance en referencia al acto legislativo, a lo menos entre todas las fuerzas políticas del país, todo quedó reducido al oficialismo de siempre, sin que por anticipado se hubiera siquiera abierto y decantado un debate consecuente con la importancia de la materia. Esa ruta, la de la dictadura de las mayorías, motor de la aplanadora parlamentaria, servirá como suele pasar para reclamar victorias pírricas, en el limitado circuito del hemiciclo, pero con ello se cierra el camino mucho más importante para invocar la unidad nacional y promover la voluntad popular hacia la refrendación prometida.             

Por el contrario, más allá de si sale avante o no el dicho acto legislativo, ya se tiene por bien sabido cual es el esquema gubernamental. La paz por decreto, con base en unas facultades extraordinarias, no específicas como ordena la Constitución, sino generales, como se la sustituye entre otras perlas. Con ello, visto que falta trecho del proceso, hasta ahora debatiéndose el punto de víctimas y pidiéndose reabrir la discusión de los acuerdos parciales antes de entrar a los difíciles elementos del cese al fuego bilateral, sin saberse por lo demás cual será el tipo de refrendación entre la tendencia a la consulta popular del Gobierno y la propuesta de Asamblea Constituyente de las FARC, y aun si se quiere el plebiscito o el referendo, vale, en todo caso, la voz de ánimo y paciencia del Papa Francisco. Para cosa de unos meses dicen, sin embargo, los agentes gubernamentales. Ojalá no vuelva a confirmarse como una contraevidencia.