Laureles del periodismo | El Nuevo Siglo
Miércoles, 1 de Octubre de 2014

*La saga de Gabo

*Los medios y la nube

Le  corresponde al periodista escribirsobre la marcha, desde el filo de los acontecimientosy las circunstancias más diversas de tensión o de soledad de gabinete, sin dejarse llevar por la emoción del momento, ni el pesimismo que en ocasiones recorre la epidermis de la sociedad. Su visión será tanto más clara en cuanto tenga una formación y golpe de vista que le permitan observar los hechos y transmitirlos sin agregar adjetivos. El lector le agradece al que escribe que respete su criterio y le entregue la noticia o la crónica de forma limpia, para formar su propio criterio. En ese sentido el Nobel Gabriel García Márquez, varios años antes de ascender a la fama global, era un curtido experto de la crónica, un maestro. En cada párrafo, en cada renglón sus acuciosos lectores notaban que el sabor de sus escritos era diferente al de otros colegas, el estilo, el humor, la ironía y la capacidad de pasar de lo prosaico a lo más hondo de la conciencia del ser humano, captaban la atención del lector, atrapado por la magia de su genio.

Sin que en tales momentos a nadie le interesaran las  ideas políticas que  podía tener, ni su militancia o el tinte iconoclasta de su prosa. Entre otras cosas, por cuanto esas estupendas crónicas sobre lo cotidiano tienen el colorido de su creatividad, junto con la indispensable dosis de neutralidad entre los hechos y el lector. El mundo podría estar a punto de estallar, lo que no impedía que el futuro Nobel rescatara los sucesos con suma precisión y detalle, a la manera de los grandes artistas que llevan al lienzo sus obras y sorprenden, como decía Oscar Wilde, al público que no imaginaba que un paisaje que habían visto mil veces pudiese ser tan maravilloso gracias a la paleta del genio. Ese es precisamente el secreto de las crónicas que publica en El Heraldo, El Espectadory otros diariosy que lo hacen diferente, incluso,cuando apenas era conocido por un puñado de escritores e intelectuales de la Costa, que percibían su potencial capacidad de romper barreras, paradigmas y vencer la miopía conformista, hasta seducir a los lectores. El perfeccionismo y la más dura exigencia personal, lo llevaban, después de leer a sus amigos capítulos de lo que sería su obra magna Cien Años de Soledad,que se reescribían de manera obsesiva hasta convertirse en páginas de oro.

El encuentro de los periodistas de Hispanoaméricaen Medellín,que propicia la organización Nuevo Periodismo, tutelada desde el primer momento por el Nobel colombiano y que dirige Jaime Abello, se da en momentos en los cuales el periodismo profesional compite con cronistas espontáneos de todas las latitudes, que iluminan o encharcan las redes sociales, desatando oleadas de rumores y de falsos paradigmas. Esto debe motivar aún más al periodista de casta que sabe que en lo ético y en procurar la exactitud y la verdad, estriba su mayor responsabilidad de informar y transmitir con estilo a sus lectores los sucesos y la singularidad de los mismos.

El periodista como testigo excepcional de su tiempo va dibujando con sus escritos el rompecabezas difuso del día a día, hasta clarificarlo. Ayer no más la FLIP denuncia que 52 periodistas han sido amenazados este año. Es frecuente que los organismos de seguridad desestimen las amenazas contra los periodistas, en cuando desconocen que la crónica y el verbo han sido a lo largo de los siglos detonantes que suscitan reacciones violentas para acallar al que denuncia. La delincuencia y los terroristas reconocen el inmenso poder de la palabra, del relato, de la crónica periodística, que consigue en ocasiones despertar la conciencia de la sociedad timorata o adormecida, que, entonces, ejerce presión como opinión pública sobre la justicia y consigue por épocas derrotar la impunidad. En la nube global nadie sabe qué es verdad o mentira, qué hechos son reales o pertenecen a la fantasía, la infamia y la vulgaridad se juntan con lo prosaico y la virtud. En tanto en los medios escritos la crónica y la fotografía no dejan duda. El periodista de garra tiene el inusual poder de provocar un choque eléctrico en su conciencia e impulsar al homo sapiensa acometer la defensa de alguna causa justa. Eso en el mundo de masas, de conformismo y pusilanimidad moral, es explosivo.

A Medellín arriban periodistas famosos y aprendices del oficio, unidos por la misma vocación de escudriñar el tiempo en el cual les corresponde actuar, en un mundo cambiante en donde la tierra parece hundirse a sus pies cada día, lo que les da alas para escribir y penetrar en el significado de los acontecimientos, de las pasiones y vicisitudes humanas y la variopinta de desafíos por registrar, en un esfuerzo noble y cotidiano por rescatar esa trama y darla a conocer a la sociedad.