Las elecciones generales que se realizan este domingo en México se llevarán a cabo en medio de un ambiente de profunda polarización política entre las fuerzas gobiernistas y de la oposición. Es claro que el pulso principal se da alrededor de la contienda presidencial con miras a escoger a la sucesora del izquierdista Andrés Manuel López Obrador.
Tras una campaña muy competida entre la candidata oficialista Claudia Sheinbaum y la aspirante opositora de la centroderecha Xóchitl Gálvez, las encuestas muestran que si bien la primera tendría alguna ventaja no se descarta que la segunda dé la sorpresa. De hecho, algunos sondeos prevén un voto finish, especialmente porque hay una amplia franja poblacional indecisa, que solo definiría el sentido de su voto a la hora de las urnas.
A diferencia de muchos otros países, en México los comicios presidenciales no tienen balotaje. Es decir, que solo hay una elección y el ganador se define por mayoría simple. De allí que no pocos analistas consideren que la ciudadanía de la nación centroamericana se jugará hoy gran parte de su futuro a corto y mediano plazos, no solo porque termina el mandato del primer presidente de izquierda, sino porque la opinión pública se encuentra fuertemente polarizada entre quienes quieren la continuidad de políticas y aquellos que urgen un ‘timonazo’ en el manejo del país.
Lo cierto es que, de entrada, ya la del domingo será una elección que marque historia porque una nación en donde el ‘machismo’ siempre ha sido muy marcado, tendrá por primera vez una mujer en la presidencia.
Adicionalmente, estará en juego el domingo la renovación del Congreso, así como cargos del orden regional y local. En total, son más de 20.000 las plazas en contienda, incluyendo las 32 gobernaciones.
Pero no solo es el dilema político entre la continuidad de las políticas de López Obrador en cabeza de su candidata, sino que también está en juego cuál será la hoja de ruta para enfrentar a los carteles del narcotráfico, sin duda el principal factor de violencia y corrupción en México.
De hecho, con el asesinato en pleno cierre de campaña el pasado miércoles de un candidato a alcalde en un municipio de Guerrero, estado al sur del país, fue el último acto de violencia de una contienda proselitista marcada por las amenazas y la intimidación. Incluso, las estadísticas de las propias autoridades y organizaciones no gubernamentales señalan que los homicidios de aspirantes estuvieron alrededor de la treintena.