* 2011 o el espíritu de la anticorrupción
* Estudiantes, nuevos protagonistas sociales
Al acercarse el fin de año, puede éste mirarse en retrospectiva para analizar el camino andado, indagar el espíritu que dejó y los principales hechos, los protagonistas y el personaje de los doce meses. En tal sentido, y a nuestro juicio, 2011 fue el tiempo en que el país se hastió de la corrupción, vio en ella un problema tan grave o el mismo de la violencia y el narcotráfico, y cerró filas, ojalá sin retorno. Ha sido, pues, un año anticorrupción que marca la ruta irreversible hacia adelante.
En otros aspectos, los índices sociales mostraron mejoría, especialmente en cuanto a empleo, pero a su vez informes internacionales de toda credibilidad señalaron que Colombia es una de las naciones con mayor índice de desigualdad en el mundo, al lado de Angola y Haití, en el sótano. Por igual, se demostró que en América Latina ocupa una deshonrosa posición como uno de los países subcontinentales más pobres, con 44.3% de su población sumida en la pobreza muy lejos del de mejor desempeño, Argentina, con 8.6%. Situación que desde luego también marca ruta para reflexionar y actuar más decididamente al respecto.
De otra parte, los protagonistas de 2011 fueron los estudiantes y la movilización correspondiente contra la reforma de la Educación Superior, ahora fenómeno de mayor alcance. Así, el estudiantado hizo sentir su voz pacífica con base en una convocatoria generalizada que obligó al Estado a pasar del tradicional tratamiento de orden público a uno de interlocutor legítimo y creciente. Todo ello, incurso en las inciertas realidades internacionales, encarna grandes expectativas hacia 2012 y sin duda señala un nuevo espíritu social, todavía incipiente y en aras de consolidarse y comprenderse en su dimensión renovadora por fuera de consignas partidistas y manipulaciones arcaicas.
La noticia del año, de otro lado, fue la baja de Guillermo León Sáenz, “Alfonso Cano”. Ha sido la única vez que las Farc ven caer a su número uno en medio de la guerra. Ello tuvo de inmediato dos consecuencias. De un lado, la conclusión para la gran mayoría de que la guerra está al borde de ganarse por la vía militar, y la otra, de que las Farc se han quedado sin interlocutor para buscar una salida diferente. El 2012 parecería el año para resolver el camino.
Asimismo, varios son los personajes que podrían disputarse la primacía del 2011 dentro del espíritu anticorrupción que señalamos como eje del trasunto anual. Mientras el presidente Juan Manuel Santos determinó personalmente el ataque contra la corrupción como estrategia gubernamental al destapar varias “ollas”, al mismo tiempo el hecho político preponderante, en un año de elecciones regionales, fue la llegada del disidente Gustavo Petro a la alcaldía de Bogotá, básicamente bajo los mismos preceptos, con alcalde en la cárcel incluido, que fueron premiados por la ciudadanía. Al respecto, también puede referirse la actuación del ministro del Interior, Germán Vargas Lleras, no sólo por lograr una legislatura extraordinaria, en el primer semestre, sino por sacar avante el Estatuto Anticorrupción pese a las trabas. En mantener y dinamizar ese espíritu también sobresalieron la contralora Sandra Morelli y la fiscal Vivianne Morales. Precisamente a ellos, por el liderazgo demostrado, se les viene exigiendo aún más en consonancia con el animus social y el espíritu de los tiempos.
EL NUEVO SIGLO exalta, como eslabón y líder más visible de lo anterior, al procurador General de la Nación, Alejandro Ordóñez, de personaje del 2011. Durante estos meses ha sido artífice sustancial contra la corrupción y no le tembló la mano en los casos más difíciles y polémicos, removiendo la modorra tradicional. Por haber recobrado la Procuraduría como institución indispensable para recuperar la ética en el servicio público, tiene merecida la exaltación. Por fuera de controversias de otra índole, el hecho es que de continuar así su labor el país volverá por los fueros de una cultura diferente a la nefanda de la corrupción que amenazó con aposentarse sin talanqueras. Tiene en él, sin duda, la ética pública guardián en la heredad. El hecho, en todo caso, es que el informe de ayer de Transparencia Internacional nos pone en la disyuntiva de ser aún más firmes.