Otra visión de Colombia | El Nuevo Siglo
Domingo, 19 de Diciembre de 2021

* Un país líder, según The Economist

+ De la polarización al centro de Duque

 

No deja de ser inédito para Colombia que, dentro de las cifras del desempeño económico internacional, aparezca ocupando las mejores calificaciones. Es lo que puede concluirse, por ejemplo, de ser el primer país del mundo en el manejo de las trágicas incidencias pandémicas y el índice de la nueva normalidad, según la acreditada revista británica “The Economist”.

La misma publicación, a su vez, ha seleccionado en esta ocasión a Italia como nación del año. También es una sorpresa, puesto que no suele hacerlo con países del primer anillo global. Pero así lo determinó por cuenta del gobierno sereno y eficaz de Mario Draghi. Especialmente, y como modelo universal, ante la esquiva unidad partidista en cualquier materia. Conducta que en esta oportunidad se dejó de lado con firmeza, proscribiendo la aguda polarización habitual. Con ello se adoptaron propósitos nacionales conjuntos. Y se obtuvo, en lo esencial, una dinámica política favorable para enfrentar la crisis.

En el caso colombiano, no en vano, asimismo, se lograron en 2021 rubros jamás pensados, a comienzos del año, en crecimiento económico, expansión de programas sociales, metas de vacunación e incremento audaz del salario mínimo, solo para tomar los temas de mayor impacto. Tal vez sea por ello, en efecto, que agencias internacionales de primer nivel como la OCDE también pronostican una mejor disposición colombiana para el año entrante, frente a otras economías, inclusive de mayor tamaño.

Desde luego, no se trata de esconder los grandes retos sanitarios, económicos y sociales que persisten, como en todas partes del planeta. Pero sí de consignar que no siempre toda alusión internacional a nuestro país está circunscrita al torbellino de aspectos negativos. Por lo menos esta vez se ha visto a Colombia con una cara diferente a las desventuradas crónicas rutinarias que aparecen en la prensa del exterior.

De otra parte, quizá sea por estas circunstancias que la autoestima nacional se circunscribe básicamente a ciertas victorias en el deporte global o logros culturales de alcance mundial, siempre en la idea de que con ello podrá presentarse a la nación colombiana como lo que verdaderamente es. En este aspecto, pues, también son de tener en cuenta estas importantes menciones económicas y políticas provenientes de afuera que, si bien no son galardones, ni tampoco sirven para echar las campanas al vuelo, permiten avizorar que, en un comparativo universal, el país se vislumbra bastante mejor de lo que muchos piensan o quieren hacer ver al interior, con evidentes trazas electorales y polarizadoras.

Otro punto podría radicar en que se dejó atrás el entrampamiento político entre guerra y paz, que tanto ha ocupado las planas internacionales, sin que ello suponga poner de lado los desafíos actuales.

Efectivamente, a raíz del manejo de la pandemia ha surgido una nación desconocida para quienes no confiaban en sus resortes profundos. Por ello designamos al “país anticovid” como el personaje del año. Al fin y al cabo, es la sumatoria de tantos millones de colombianos que, en sus diferentes frentes, unos más difíciles que otros (algunos sobrehumanos), han respondido positivamente ante las nuevas realidades.

Pero, al mismo tiempo, tampoco podría dejar de decirse que a los efectos se ha tenido un timonel, como el presidente Iván Duque, que vino de menos a más y sacó su casta cuando más lo necesitaba el país. No está mal reconocerlo. Y tampoco es factible desconocer que para sus labores ha contado con colaboradores insuperables, como el ministro de Hacienda, José Manuel Restrepo, y el ministro de Salud, Fernando Ruiz.

De hecho, sería un exabrupto conceptual, aún en medio del combate político de hoy, negar las cifras históricas que a final del año han roto para bien todos los índices colombianos.

En ese orden de ideas, se logró un hondo viraje social, quitándole el supuesto monopolio ideológico a la izquierda, en la materia, sosteniendo la economía de mercado con base en la nueva normalidad, fortaleciendo la democracia y dando curso al Estado Social de Derecho que, sin abandonar los postulados constitucionales de orden y autoridad, es el nuevo eje del espectro político, por decirlo así, en que se ha venido situando el país o donde lo ha situado Duque, como en Italia, con base en la concertación y el consenso. Ciertamente, ese cambio llegó para quedarse con sindéresis, sin estridencias populistas, en procura de amparar y mejorar el empleo y remontar los estragos pandémicos sobre la pobreza.

Porque, en efecto, más que reactivación económica, lo que se ha logrado, en el fondo, es adoptar una visión diferente de país. Lo que merece énfasis y continuidad, evitando cualquier salto al abismo. Así nos ven desde el exterior, faltaría el convencimiento de los colombianos de lo hecho por sí mismos.