Política y finanzas en Inglaterra | El Nuevo Siglo
Miércoles, 6 de Mayo de 2015

En   la dura campaña electoral que se libra en el Reino Unido, el ministro Cameron  ha dejado atrás su acostumbrada flema de distante aristócrata para mostrase efusivo y comunicativo con las gentes. En estos momentos se disputa voto a voto con la oposición. Su arma preferida es la de recordar los desastres económicos de sus antecesores en el gobierno, lo mismo que presentar el éxito de su gestión. Entre sus armas preferidas en esta ocasión se destaca el momento en el cual con cierto gesto teatral extrae  del bolsillo la copia de una carta que encontró cuando llegó al poder en el escritorio de su predecesor en el 2010, se trataba de un comunicado del antecesor  liberal Liam Byrne, “Estimado secretario del Tesoro: no queda dinero”, a su su sucesor  también liberal demócrata David Laws, en la que se leía “Estimado secretario del Tesoro: no queda dinero”. Esa es la mejor prueba de cómo los partidos distintos al conservatismo suelen malbaratar los recursos tentados por el populismo hirsuto, incluso en Inglaterra.

Cameron repite ese mismo acto frente a las multitudes. Es una de sus estrategias para refrescar la memoria de las masas. En un franco esfuerzo por comunicarse con sus seguidores les pregunta si confían en la oposición en el manejo de las finanzas públicas, dados los antecedentes históricos tan negativos y que han frustrado en distintas ocasiones la lucha por el crecimiento económico. La audiencia, en medio de la polarización que sacude la campaña, responde, no. Cameron comprueba el disgusto de la audiencia y con voz ronca, riposta: Esos descalabros no los podemos olvidar. A unas pocas horas de las elecciones, espera ganar por un estrecho margen, teniendo como fundamento esencial de su campaña, los logros económicos de su gobierno. Tras ese no que estalla entre el público, el candidato insiste:  

-¿Hemos resuelto todos los problemas de este país?-

Con lo que consigue otro no, aún más rotundo que el anterior: Bien, para seguir en el poder necesitamos 23 escaños que, según los cálculos de su partido, le garantizarían no tener que hacer la mudanza del número 10 de Downing Street.