* El gallo tapado de la vicepresidencia
* Impera la madurez política
Suscita enorme interés el proceso electoral que lleva a cabo la oposición en Venezuela, en ocasión de la confrontación electoral que se avecina en la que se disputará la Presidencia de la República, gobernaciones estatales y alcaldías, es decir, el poder estatal en su conjunto. El Presidente del vecino país ya optó por la reelección, pese a sus quebrantos de salud. Es un secreto bien guardado el de la evolución de la enfermedad que aqueja al gobernante, tratado con quimioterapia en Cuba y quien dice estar liberado del cáncer, pero cuyo aspecto físico revela las huellas de la penosa prueba, pese a que ha dado muestras de inusitada presencia de ánimo y vitalidad al hablar durante casi 10 horas en la Asamblea. En cualquier caso, el cruel mal le ha recordado que la revolución que pregona el chavismo no puede descansar en forma exclusiva sobre el capricho y los hombros de un solo hombre, así que cuando lleguen las elecciones presidenciales, incluso si para entonces el comandante se encuentra plenamente restablecido de sus dolencias, la gente seguirá con atención el nombramiento del compañero de fórmula o gallo tapado presidencial que escoja.
Por ahora se observa que la oposición que fue capaz de derrotar en un Referéndum sobre la reelección al comandante Chávez, no lo ha podido vencer en las presidenciales. El mesiánico mandatario ha ganado diversas justas electorales en cuanto consigue mantener unido su partido y la oposición suele ir dividida. El poder del Ejecutivo es abrumador, no solamente por la fronda de funcionarios que maneja el aparato burocrático, sino por los fondos del petróleo que superan varias veces los recursos de la empresa privada. El Estado venezolano es riquísimo, por tanto el Gobierno, fuera de gastar los miles de dólares del petróleo para financiar elecciones en otros países de la región con éxito, no ha vacilado en endeudarse en más de cien mil millones de dólares. Y esos recursos que despiertan la envidia de todos en gran medida se han ido en armas, en compras a terceros países, en algunos casos para ganar su apoyo y evitar que en un eventual levantamiento popular la ONU permita una expedición punitiva como la de Libia. Lo cierto es que las empresas nacionalizadas por el Estado, las haciendas ganaderas arrancadas por la fuerza a sus dueños, los monopolios estatales que se han fomentado para comercializar y distribuir alimentos, han resultado inferiores a su cometido. Se repiten casos de alimentos que se pudren, de mala manipulación de los mismos y sucesivos escándalos que por unos días figuran en la prensa y luego se acallan con otros.
La cacareada revolución ha fracasado en cuanto a mejorar el nivel de vida de las masas y en crear nuevos frentes de trabajo, no así en amarrar una votación cautiva por medio de la distribución de almuerzos, leche, becas y ayudas a sus parciales. Allí se repite el fenómeno populista de Bolivia, de Argentina, de Uruguay, de Paraguay, del Ecuador, del Perú y, en particular, del Brasil. El gran reto de los opositores es el de explicar cómo por la vía del asistencialismo se dilapida la riqueza y aumenta la pobreza, sin elevar el nivel de vida del pueblo y menos su cultura. Mientras este no tenga la madurez política de entender que merece una suerte mejor que la de títeres de los gobiernos populistas, será muy difícil que la oposición pueda ganar las elecciones. Eso lo saben los de la mesa de la concertación en Venezuela y el mismo presidente Chávez, quien ha dicho y se le debe creer, que, en caso de que la oposición gane las elecciones, él les entregaría el poder. Y que espera que los opositores le reconozcan el triunfo de ganar él.
Las primarias de los opositores son decisivas para Venezuela. Chávez ha conseguido inclinar a buena parte del continente a la izquierda; logró con éxito darle respiración artificial a Cuba y Nicaragua, como sorprender con un zarpazo en la OEA y organizar Unasur para la defensa de los intereses regionales. Ese organismo internacional es plausible en la medida que no caiga en el anacronismo de ser títere de ideologías que sucumbieron en el siglo XX con el derrumbe estrepitoso del muro de Berlín y la Unión Soviética.
El restablecimiento de la democracia plena en Venezuela permitiría retornar a las cálidas relaciones bilaterales que tuvimos en el pasado, cuando formamos parte de la Comunidad Andina de Naciones. Así que elevamos nuestras oraciones en favor de que siga el proceso electoral en paz en Venezuela y la mesa de la unión democrática escoja al mejor con miras a las presidenciales.