Rebatiña de nunca acabar | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Marzo de 2015

LA   formación de una Comisión Asesora de Paz de todos los sectores políticos y sociales del país, anunciada por el Presidente de la República es un aliciente en procura del consenso nacional. No suele ser recomendable, para otros casos, el exceso de “comisionitis”, pues como se sabe dentro de la cultura colombiana a un problema que no se ha logrado resolver se le aplica una comisión. Pero la paz, que es el supremo bien jurídico de una nación, exige la mayor cantidad de voluntades y legitimidad posible. De manera que la Comisión, en esa vía de generar aportes y salidas, es un elemento adicional para conseguir los objetivos.

Desde el mismo día en que el Presidente de la República, Juan Manuel Santos, anunció que correría para la reelección aseguró que, de ganar, abriría el proceso de paz. No fue fácil la campaña, inclusive con los sectores  desafectos al proceso planteado por Santos, ganando la primera vuelta. Pero en la segunda, las cosas fueron de otro tenor y el país brindó las mayorías. De modo que Santos, con la Comisión, recoge su primera propuesta de campaña y demuestra que no lo mueven rencores o animadversión alguna, sino que cumple a cabalidad el dictamen constitucional de unidad nacional.

Los nombres son, a no dudarlo, representativos y atinados. Sin embargo, dos de los personajes más activos brillan por su ausencia: los expresidentes César Gaviria y Álvaro Uribe. Del primero podría pensarse que, perteneciente a la coalición de gobierno, se siente cabalmente representado en el propio Presidente o sus delegados y que prefiere seguir haciendo sus propuestas ante la opinión pública,  como lo ha hecho luego de hablar con el Jefe de Estado.

En cuanto a Álvaro Uribe y el Centro Democrático las cosas son a otro precio. Habiendo su candidato, Óscar Iván Zuluaga, obtenido el 45 por ciento de la votación existe allí una cauda por tener en cuenta. La negativa a participar no es síntoma favorable. Y en nada, por supuesto, demerita su acción política el hecho de asistir a las asambleas por la paz. Desde luego, como se ha declarado en oposición, el Centro Democrático podría pensar que debe recibir un tratamiento consecuente. Pues bien, si de eso se tratara, una delegación permanente para hablar sobre los asuntos atinentes a la paz, por ejemplo de Carlos Holmes Trujillo y Ana Mercedes Gómez, sería opción considerable.  Lo que no se puede es convertir la reconciliación nacional en una rebatiña de nunca acabar.