Recuperar la confianza | El Nuevo Siglo
Lunes, 4 de Mayo de 2015

El tema también es la economía

Hay demasiados frentes de acción sueltos

 

No exagerar ni esconder, esa debería ser la consigna a seguir frente a las encuestas más recientes sobre el pulso del país. Por supuesto, los mensajes son contundentes. Podrán algunos pocos medios tratar de reducir el impacto, minimizando las publicaciones, pero es obvio que la opinión pública envió mensajes categóricos y a tener en cuenta.

El primer mensaje, desde luego, es que el capital político gubernamental es hoy bastante exiguo y que se debe recuperar la iniciativa. Pero una cosa es el capital político, tal y como venía siendo entendido hasta hoy, es decir fruto de alianzas y coaliciones, y otra cosa es encontrarlo en las propias fuentes programáticas establecidas por el Gobierno en la campaña. Desde luego, el país parecería querer, no un gobierno de “unidad nacional”, sino un gobierno nacional a secas, con diferentes sectores. Éstos, sin embargo, deben su influjo a la polarización y por lo tanto ese escenario de lograr una política nacional, concertada y compartida, no parecería tener un resultado inmediato, aun si se trata de una sobreexposición de reuniones como la sostenida con el expresidente y hoy senador Álvaro Uribe.

Igual debe tenerse la suficiente perspectiva para comprender y analizar con objetividad lo complejo de la coyuntura colombiana. Y en ese orden de ideas el primer aspecto, por descontado, es la economía. Si bien la gran mayoría de analistas soportan el desplome de la aprobación presidencial en relación con el proceso de paz, la verdad es que las calificaciones sobre otros  rubros, políticas o campos de gestión del Gobierno son similares o peores. En ello, aparte de índices más graves como en la salud, la seguridad ciudadana, la justicia, el desempleo, la educación y la agricultura, prepondera el sentimiento de que la economía va mal o al menos un 70 por ciento del país desaprueba lo que está ocurriendo con ella. Y ese no es buen síntoma cuando hasta ahora lo que existe es una desaceleración pero aún no se ha sentido el verdadero impacto de la caída de los precios del petróleo y el hueco fiscal correspondiente. Frente a ello es mejor preparar el aterrizaje, que se prevé turbulento, que mantener expectativas, no del todo viables, sobre un blindaje local que es imposible dada la globalización económica. Y en tal sentido lo que al parecer el país querría escuchar es básicamente cómo va el apretón gubernamental, cuánto dinero se ha ahorrado y cuáles organismos se han cerrado o disminuido sus nóminas. No es mucho, ciertamente, lo que ayuda la tesis de estar comparando a Colombia con el resto de la América Latina, en donde la situación puede ser más grave, porque lo que la opinión pública nacional está buscando son respuestas aquí y ahora para nuestra problemática.   

Esto se corrobora con el hecho de que el optimismo de los colombianos ha caído a la peor cifra en lo que va corrido de los dos mandatos de Santos. Ni en las épocas del paro agrario había una mayoría tan abultada en cuanto a creer que el país va por mal camino. Y ello está igualmente referido, en la encuesta de Semana y RCN, a que el 75 por ciento del país no confía en la gestión del Gobierno, el rubro más alto de todo el lapso de este Ejecutivo.

La tarea está pues y ante todo, no solo en la recuperación de la iniciativa, sino de la confianza. Porque el tema radica en la credibilidad. Ciertamente los porcentajes relacionados con el proceso de paz van drásticamente a la baja, pero enfocarse exclusivamente en ello es desdecir un poco de los mensajes que se han venido evidenciando en las encuestas. Es claro que hay demasiados frentes de acción sueltos. La matanza de soldados en el Cauca y el manejo gubernamental posterior pudieron ser un detonante de la crisis de confianza, pero las tendencias de largo plazo sobre otros aspectos adicionales ya dichos, especialmente en cuanto a la economía, deben preocupar en igual o mayor proporción. Porque es allí donde más hay que maniobrar hacia el futuro inmediato y en donde se requiere, a no dudarlo, de un  perfeccionamiento de la comunicación estratégica.