Reflexiones sobre el Día Sin Carro | El Nuevo Siglo
Sábado, 8 de Febrero de 2014

La jornada del Día Sin Carro que se cumplió este jueves en la capital del país invita a hacer varias reflexiones. De un lado, es apenas obvio que todo lo que se haga por disminuir la contaminación y el caos en el tráfico automotor en la ciudad, es positivo.

Desde este punto de vista son destacables los reportes de la Alcaldía y la Secretaría de  Movilidad en torno de los efectos de sacar de circulación más de 1,5 millones de automotores particulares el jueves. Por ejemplo, el transporte público colectivo incrementó su velocidad en casi un 10 por ciento y el de los taxis en un poco más del cinco por ciento. En cuanto al uso de la bicicleta, su uso aumentó más de 500 por ciento en comparación con un día normal. También se reportó un alza en el volumen de pasajeros del sistema Transmilenio así como en los  buses zonales del SITP, que pasaron de 333 mil en un día normal a 437.000 en la jornada del Día Sin Carro. Para los defensores de la medida es claro que Bogotá puede funcionar sin el grueso de transporte particular en las calles.

Ya en lo que hace al medio ambiente, las mediciones sobre calidad del aire también fueron positivas, aunque llamó la atención que el monóxido de carbono (CO) se mantuvo estable registrando 0,7 partes por millón. Igualmente debe generar un análisis el hecho de que debido a la circulación de vehículos de carga y transporte masivo el material particulado en el aire aumentó de 69,3 microgramos por metro cúbico en un día típico a 75,2 el jueves.

En la otra orilla se ubican los sectores que consideran que la jornada del Día Sin Carro ya debe ser replanteada, pues con el pasar de los años el efecto pedagógico que la motivó inicialmente se ha ido perdiendo. Además, es obvio que aun sacando de circulación los vehículos particulares el jueves pasado, los trancones estuvieron a la orden del día en muchos sectores de la ciudad. Incluso, a los medios de comunicación hubo muchas llamadas en donde la ciudadanía se quejaba de que ni siquiera así los “buses azules” se veían llenos. También quedó en evidencia que el sistema Transmilenio necesita urgentemente las troncales que están pendientes. En cuanto a las ciclorrutas, está claro que en algunas zonas de la capital la red es funcional pero no hay continuidad en la misma que le permita a un ciclista poder desplazarse por estos carriles especiales a cualquiera de los extremos de la metrópoli capitalina.

Determinar la eficacia del Día Sin Carro no es fácil y requiere de análisis profundos y técnicos. Por el momento lo más importante es que haya una reflexión pública y privada en los próximos doce meses para que dentro de un año los ajustes que sean necesarios se apliquen sin dilación.