Regreso a las aulas, el gran reto | El Nuevo Siglo
Miércoles, 3 de Febrero de 2021

* Estar atentos a la curva epidemiológica

* Mantener incursión en educación digital

 

Si bien el pico de la segunda ola de la pandemia apenas está pasando en no pocas áreas del país, en muchas ciudades y municipios se está dando vía libre al regreso gradual de los alumnos de prescolar, primaria, secundaria así como de institutos técnicos, tecnológicos y universidades a las clases presenciales.

Se trata, sin duda, de un reto de marca mayor no solo para los gobiernos nacional, regionales y locales, sino también para el cuerpo docente y administrativo de estas instituciones así como para el transporte público, las rutas escolares y la ciudadanía en general. No hay que olvidar que desde marzo del año pasado, cuando arrancó la emergencia sanitaria, más de diez millones de niños y jóvenes no volvieron a sus salones y empezaron a tomar clases virtuales. Ahora una buena parte de esa masa poblacional retorna no solo a los jardines infantiles, escuelas, colegios e instituciones de educación superior, sino también a circular por calles y demás espacios públicos así como redes de transporte masivo. En realidad, más allá de las cuarentenas puntuales que se implementaron en enero pasado para frenar la curva epidemiológica derivada de la segunda ola del covid-19, evitar que millones de alumnos volvieran a sus aulas era la última gran medida vigente de restricción a la movilidad de los colombianos. Esto porque aunque todavía hay un porcentaje de empleados haciendo teletrabajo, se trata de una cantidad de personas cada vez menor.

Obviamente tras un 2020 de forzada pero interesante y provechosa irrupción de la educación virtual, resulta urgente permitir que los niños y jóvenes puedan reintegrarse a sus actividades académicas presenciales. No solo porque es la mejor manera de normalizar los ciclos de enseñanza y desatrasar los pensum respectivos, sino porque la socialización con sus contemporáneos y los espacios fuera de casa son determinantes para equilibrar la salud mental y física de los infantes y adolescentes. Eso nadie lo niega. Sin embargo, debe precaverse que el aumento de casos de violencia intrafamiliar no es una consecuencia directa de las cuarentenas o de la educación a distancia, sino de la degradación del núcleo básico de la sociedad. El Estado debe afianzar su estrategia contra este flagelo, ya sea que los niños y jóvenes estén en casa o en sus aulas.  

Ahora, el retorno del estudiantado a las aulas no puede ser tan automático como algunos sectores lo plantean. La pandemia continúa siendo una amenaza muy alta y si bien el país comenzará en la tercera semana de este mes la vacunación masiva contra el coronavirus, este proceso tardará varios meses, incluso la primera parte de 2022. Si bien se ha demostrado que los menores de edad tienen afortunadamente bajas tasas de contagio y muerte por el virus, son a la vez un factor alto de diseminación de este. Es más, se está investigando si niños y jóvenes tienen mayor riesgo de infectarse por las nuevas cepas del covid-19. Todo ello obliga a tener en cuenta que reanudar la circulación de millones de estudiantes no deja de implicar un riesgo sanitario para ellos, sus familias, docentes y casi todos en general. Habrá que estar muy pendientes a la evolución epidemiológica en las próximas semanas y meses para analizar estas implicaciones de salud individual y colectiva, adoptando las medidas del caso a nivel municipal y departamental.

Por otra parte, no se puede desconocer que así como las instituciones privadas tienen un margen presupuestal, administrativo y logístico para implementar más rápido los protocolos de bioseguridad y distanciamiento social, no pasa lo mismo con la educación pública, sobre todo a nivel de municipios aislados y zonas veredales. Allí es más complicado reducir los aforos de alumnos en los salones, tener las suficientes baterías sanitarias, disponer de medidores de temperatura y otros elementos básicos para disminuir el riesgo de contagio. Personerías, veedurías ciudadanas, profesores y padres de familia se constituyen aquí en pieza clave para alertar sobre cualquier anomalía o deficiencia al respecto.

También es clave que el retorno gradual y bajo el mecanismo de alternancia (unos días en las aulas y otros en casa) no debe llevar a perder el terreno ganado el año pasado con la educación virtual, las plataformas digitales de enseñanza e interacción docentes-alumnos como tampoco a desandar en la incursión vital de las herramientas tecnológicas en los procesos pedagógicos. Hay muchas lecciones aprendidas en este campo que deben profundizarse e institucionalizarse.

Como se ve, el retorno de los estudiantes de preescolar, primaria, secundaria y educación superior a las aulas, es un reto con muchas implicaciones. La pandemia creó una nueva realidad y todos debemos adecuarnos a ella mientras el riesgo sanitario no desaparezca. En el entretanto, bienvenidos los alumnos a sus salones de clase. Urge recuperar el tiempo perdido y los estándares de calidad de la educación.