Reingeniería de la OEA | El Nuevo Siglo
Viernes, 30 de Julio de 2021

* La insólita propuesta mexicana

* Rol más activo de ente continental

 

El presidente de México, Manuel López Obrador, propuso en días pasados, durante la reunión de cancilleres de la Comunidad de Estados Americanos y del Caribe (Celac), crear un organismo de integración subcontinental que sustituya la Organización de los Estados Americanos (OEA). Sería muy semejante al modelo de funcionamiento de la Unión Europea, pero con un esquema americanista.

La cumbre tenía como tema principal la salud y obviamente la pandemia, pero en medio de ella el mandatario manito se salió de la agenda para mostrar, una vez más, su animadversión y rechazo a la gestión del secretario general de la OEA, Luis Almagro, quien, es preciso reconocerlo, ha venido haciendo un notable esfuerzo por defender los principios democráticos e integracionistas por los que propende esa institución. Sin embargo, ha tropezado con un ‘campo minado’ por cuenta de los países que se mueven dentro de la órbita de la izquierda populista y el autoritarismo en la región.

Precisamente Almagro, la semana pasada, lanzó una carga de profundidad contra las dictaduras castro-chavistas que contradicen los principios democráticos que defiende la OEA. Incluso  descalificó la actualización del informe sobre violación de los derechos humanos en Venezuela hecho por la alta comisionada de Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, señalando que pasa por alto el hecho vergonzoso de fondo y de extrema gravedad que significa que en esa nación suramericana el saqueo oficial a manos de la dictadura supera los 80 mil millones de dólares, suma que (actualizada) es equivalente a la que empleó el Plan Marshall para recuperar a Europa tras los terribles estragos de la Segunda Guerra Mundial.

Almagro considera que el saqueo de la riqueza de Venezuela por sus gobernantes es la mayor causa de la ominosa crisis política, social, humanitaria y económica de ese país. De igual manera, el Secretario General ha sido muy activo en sus críticas a la represión oficial violenta de las protestas populares en Cuba así como en la condena a las medidas autoritarias del régimen de Daniel Ortega en Nicaragua, que en las ultimas semanas ha metido a la cárcel a todos los candidatos presidenciales y líderes de los partidos de la oposición, con el único objetivo de eliminar cualquier competencia para los amañados comicios presidenciales de noviembre.

Por esa defensa a ultranza de la democracia y el sistema de garantías y derechos amparado por esta es que la OEA se convirtió en objeto de duros ataques de la izquierda internacional. De hecho, en las últimas dos décadas los gobiernos del llamado “Socialismo del siglo XXI” han tratado de crear distintos órganos trasnacionales claramente ideologizados para reemplazar o debilitar al principal y más legítimo ente continental. Afortunadamente ninguna de esas maniobras ha logrado progresar ni consolidarse.  

Obviamente la nueva propuesta del presidente de México merece el rechazo de todos los gobiernos del continente. En modo alguno se puede hacer eco a las voces que quieren sacar del escenario geopolítico occidental a la OEA.

Todo lo contrario, lo que se impone es fortalecer el rol del ente continental en la defensa de la institucionalidad democrática. De hecho, como lo hemos advertido en estas páginas, existe una suerte de consenso continental sobre la necesidad de mejorar y fortalecer ese organismo. La evidencia muestra que adolece de facultades para, respetando obviamente los principios de soberanía y autonomía de cada país, combatir de forma más afectiva a las dictaduras -de izquierda o derecha- así como para maniobrar y restablecer el orden institucional y la democracia en aquellas naciones en donde sus gobiernos opten por el autoritarismo y la violación sistemática de los derechos humanos.

La postura demagógica de algunos líderes de izquierda en torno a calificar de ‘lacayos’ a quienes defienden la libertad y la democracia, es sencillamente anacrónica y delirante. Como también lo es la acusación de que la OEA es ‘dominada’ por Estados Unidos, que continúa siendo un Estado miembro más en el organismo y sin poder de veto alguno por más que se trate de una potencia mundial.

No es tiempo, entonces, de propuestas sin piso alguno sobre el futuro de la OEA. Menos de impulsar reformas restrictivas o incluso plantear su desaparición por simples antipatías y rivalidades ideológicas. Por el contrario, se requiere de la más alta política y de realismo trasnacional para fortalecer el sistema interamericano y la democracia en América, sobre todo en momentos en que en países como Cuba, Nicaragua y Venezuela el autoritarismo se entroniza de forma desafiante y amparado por la impunidad.