Tregua en Gaza | El Nuevo Siglo
Jueves, 28 de Agosto de 2014

La guerra no conduce a nada

Inevitable llamado a entenderse

 

La opinión mundial que ha seguido día a día el conflicto bélico de las últimas semanas en la franja de Gaza, durante el cual murieron más de 2.000 personas y se destruyeron centenares de casas así como escuelas, hospitales, comercios, vías y gran parte de la estructura física, observó perpleja las imágenes en las cuales la población palestina celebraba como un triunfo el alto el fuego acordado hace tres días. No trascendió de la misma forma la reacción masiva aunque menos pública en Israel en donde se consideró que se había alcanzado el objetivo de reducir al mínimo la capacidad de ataque de Hamás. Todo ello sin que se conozca a fondo hasta dónde la red de túneles que utilizaba esa facción armada en Gaza fue inutilizada. Lo cierto es que por el número de militares israelitas que cayeron en combate en esas operaciones de rastreo y destrucción, es evidente que no se esperaba que esta red fuese tan compleja y que tuviese tantos laberintos, en los cuales, incluso, se combatió bajo tierra.

Por otra parte, el objetivo de Tel Aviv de castigar a la población civil palestina para que le quitara el apoyo a Hamás, señalando a esta facción armada de ser la causa directa de los bombardeos de Israel en la franja de Gaza, al parecer no se obtuvo y eso se comprueba al ver la alegría exultante de la masa palestina que consideró un triunfo haber salvado el pellejo en esta contienda.

Entre tanto, los estadistas del globo, las gentes pensantes y el Papa Francisco, amenazado por sectores fundamentalistas islámicos que lo atacan por haber estado en Israel y entrevistarse con los grandes rabinos, se preguntan quién ganó con esas muertes de inocentes -gran parte niños- o de bravos combatientes de ambos bandos en Gaza ¿Se justifica vivir en constante tensión y con unas fronteras erizadas de armas y campos minados, cuando durante siglos palestinos y judíos convivieron? ¿Será posible que de una vez por todas se entienda que no pueden eliminarse los unos a los otros hasta el exterminio sin que pierdan ambos? Como no se pueden ir de esos territorios ni israelitas, como tampoco palestinos, están llamados de manera inevitable a entenderse algún día. Y cuanto antes, mejor.

Es de recordar que en Alemania Adolfo Hitler llegó al poder con la convicción, anunciada previamente en Mi Lucha, de librar la batalla contra los judíos, millones de los cuales, durante la guerra, terminaron perseguidos, asesinados o en campos de concentración, después de haber perdido todos sus bienes. La humanidad, casi sin excepción, al conocer esa infernal situación repudió tales crímenes. Sin embargo, hoy observamos que Alemania es uno de los países que más ha contribuido en ayuda económica y tecnológica a Israel. En ese país europeo se erigen varias sinagogas y la comunidad judía es de las más respetadas. Este fenómeno nos indica que estas hostilidades y odios viscerales que obedecen a fenómenos políticos y culturales pueden ser superados cuando los dirigentes políticos y la sociedad se comprometen a derrotar la división y la brutalidad de la guerra. Por lo mismo, las palabras del Papa Francisco en el sentido de invitar al Vaticano a los representantes religiosos de Israel y Palestina para que dialoguen y lleguen a acuerdos políticos, económicos y sociales, que les permitan consagrar la convivencia pacífica, deben cobrar ahora mayor fuerza. Como sostiene el Pontífice, es el amor el que debe anidar en los corazones para espantar los odios y antagonismos heredados que se agravan y perturban al ser humano hasta crispar sus nervios por cuenta de la guerra y el dolor. Desde ese punto de vista, la fotografía de la población de Gaza, en especial de la juventud, puede ser premonitoria de un futuro entendimiento, en tanto se comprenda que con muertos, heridos, lisiados, viudas y familias destruidas resulta imposible un porvenir mejor. Naturalmente lo que viene ahora debe ser la ayuda humanitaria desde todos los rincones de la Tierra para asistir a heridos y víctimas en Gaza, tanto desde el punto de vista físico como sicológico, así como para reconstruir la infraestructura de la zona.

Al final de este nuevo pico de conflicto, la conclusión continúa siendo la misma: si alguien cree en la guerra la vista de la tragedia en Gaza, de los centenares de muertos y heridos, de esos edificios humeantes y destruidos y de una población mendicante y desesperada en las calles, es la evidencia de que los cañones no resuelven nada y lo agravan todo