Cada vez que en Colombia se habla de reformas al sistema educativo, los temas que terminan primando son los presupuestales y los ajustes al proceso formativo de los estudiantes, sobre todo por los regulares rendimientos de estos últimos en las pruebas estandarizadas que miden su calidad académica y desarrollo psicosocial. Sin embargo, en los proyectos de reingeniería de la enseñanza se deja en segundo lugar al recurso humano docente, salvo por el ya desgastado pulso en torno a los exámenes para evaluar sus conocimientos y detectar fallas en el proceso pedagógico.
Precisamente, por ello es que tanto el Gobierno como el Congreso, así como academia, instituciones de enseñanza, sindicatos, padres de familia y la ciudadanía en general deben analizar los resultados de la cuarta Encuesta de Opinión en Educación, contratada por la Fundación Empresarios por la Educación.
Se trata de una muestra significativa de lo que piensan los docentes y directivos docentes del país. Se consultó a más de cinco mil profesores de instituciones públicas en torno a las fortalezas, percepciones, desafíos y aspiraciones de los docentes de preescolar, básica y media.
Algunas de las conclusiones de la encuesta llaman la atención. Por ejemplo, para la mayoría de los docentes es clave una relación cercana con los estudiantes, verlos progresar académicamente y que les guste asistir a clases. Por el contrario, lo que más les preocupa son las condiciones laborales y la relación con sus pares y superiores.
En cuanto a temas más complicados, el 60% de los profesores está preocupado por las brechas de aprendizaje, los resultados académicos de los estudiantes y la necesidad de contar con mejores materiales pedagógicos y didácticos. También se alertó sobre asuntos como mejoría en infraestructura y acceso a herramientas tecnológicas. Por igual, se revela que los propios docentes consideran que los profesores deben mejorar en investigación y constante formación. Los mecanismos para promover el bienestar emocional en el entorno educativo también se señalaron como prioritarios.
En momentos en que en el Congreso cursan varios proyectos de ley de reforma educativa, sería conveniente que los resultados de esta encuesta sean tenidos en cuenta. Colombia no puede aspirar a mejorar el rendimiento académico de sus estudiantes −muy bajo en los promedios internacionales, sobre todo en ciencias, matemáticas y lectura crítica−, si no activa políticas para elevar la calidad de vida, formativa y modernización pedagógica del cuerpo profesoral. Esa premisa se repite muchas veces, pero poco se actúa realmente en esa dirección.