Un récord natural | El Nuevo Siglo
Viernes, 9 de Octubre de 2015

*Colombia, Magia Salvaje, viaje descubridor

*Conocer nuestra riqueza para protegerla

En  medio de la agitada agenda política, económica, electoral y social que atraviesa el país, hay noticias que quedan en un segundo plano pese a su importancia. Una de ellas, por ejemplo, es lo que ha ocurrido con el récord de taquilla que está marcando el documental Colombia, Magia Salvaje, que a pocas semanas de su estreno en las salas de cine de todo el país se sitúa a muy poco número de espectadores de convertirse en la película colombiana más vista en los últimos tiempos a nivel local. Con casi millón setecientos mil personas de todas las edades, el documental está rompiendo, también, muchos mitos que circulaban alrededor de las preferencias de nuestros compatriotas en materia de Séptimo Arte, sobre todo respecto de las acendradas percepciones de que los filmes que más atraían público eran aquellos relacionados con temas de violencia, narcotráfico, prostitución o comedias situacionales en donde la realidad y costumbres de los colombianos son exageradas e incluso caricaturizadas al extremo para tratar de arrancar risas.

Colombia, Magia Salvajees un recorrido por todo el esplendor de la naturaleza de nuestro país. Un trabajo titánico que demandó más de ciento cincuenta horas de grabación en ochenta y cinco locaciones a lo largo y ancho del país, y un equipo de producción que recorrió casi ciento treinta mil kilómetros ha permitido a centenares de miles de hombres, mujeres y niños sorprenderse con la belleza de más de veinte ecosistemas de todos los pisos térmicos, así como extasiarse con las imágenes maravillosas de decenas de especies que albergan nuestros bosques, ríos, mares, montañas, lagunas, laderas, planicies, páramos… El paisaje imponente de sierras nevadas como las de Santa Marta y El Cocuy, los paraísos verdes de Chiribiquete, los parajes asombrosos de los parques nacionales naturales, el atractivo sin igual de la isla de Malpelo, los inhóspitos y vírgenes senderos selváticos del Chocó; el encanto de San Andrés y Providencia, como la majestuosidad de los Llanos Orientales y, en fin, un viaje que en noventa minutos lleva a los espectadores a descubrir que viven en un paraíso de flora y fauna sin par en todo el planeta. El vuelo impetuoso del cóndor, el milimétrico plan de caza de los felinos, el delicado proceso de cortejo y apareamiento de celosos reptiles, las travesuras de los monos tití y, en fin, la forma cuidadosa y respetuosa en que los productores lograron captar el mundo animal, convierten este documental en uno de nuestros mejores embajadores en todo el planeta. Aunque con tan poco tiempo de lanzamiento podría resultar apresurado pronosticar cómo será recibida esta producción en los principales festivales de cine del mundo, se puede augurar que ganará más de un galardón porque tanto en su concepto como en su temática y calidad puede competir de tú a tú con los principales realizadores internacionales de esta clase de variedad del Séptimo Arte.

Lo importante ahora es que el documental sea profusamente divulgado en todos los rincones del país. Que se convierta en material de cátedra en escuelas, colegios y universidades, pues si algo ha quedado en evidencia entre muchos de los espectadores que ya han tenido el gusto de ver la película, es que gran parte de los colombianos desconoce la dimensión de nuestra riqueza natural. Y mientras esa falencia no sea combatida de manera eficiente será muy difícil que la población en general tome conciencia y rol protagónico en la defensa a ultranza de nuestros recursos naturales, volviéndose un eje de presión proactivo para que en nuestro país las políticas de desarrollo sostenible se tornen en el norte obligatorio de toda actividad humana.

Enhorabuena, pues, lo que viene ocurriendo con Colombia, Magia Salvaje. La acogida que ha tenido evidencia que poco a poco nos vamos apropiando del potencial que tiene Colombia en materia de biodiversidad, número de especies, fuentes hídricas, variabilidad climática y de recursos naturales renovables y no renovables. Una ruta que debe intensificarse en momentos en que toda esa riqueza está en serio peligro por fenómenos como el cambio climático y la depredación suicida de nuestro entorno.