Una regulación urgente | El Nuevo Siglo
Martes, 1 de Octubre de 2019
  • Reglas para cigarrillos electrónicos y vapeadores
  • Colombia, a ponerse a tono con debate mundial

 

Una de las mayores incógnitas que en estos momentos hay en muchos países es sobre los métodos alternativos para dejar de fumar, especialmente los cigarrillos electrónicos y los llamados vapeadores. Mientras algunas investigaciones internacionales defienden su utilidad y fiabilidad para usuarios y terceros expuestos a ellos, otras advierten graves riesgos colaterales para la salud. Incluso en Estados Unidos y Europa ya se han interpuesto millonarias demandas contra los productores de estos dispositivos. Asimismo, acudiendo al principio de precaución, varias naciones limitaron su comercialización y espacios de uso.

No es, en modo alguno, un asunto menor, ya que dichos dispositivos, cuando salieron al mercado tiempo atrás, fueron presentados como uno de los avances más importantes en la lucha contra el tabaquismo, una cruzada urgente ya que, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al año más de seis millones de personas mueren en todo el planeta por causas asociadas al hábito de fumar. Una amenaza que no decrece, al punto que se teme que hacia 2030 esa cifra fatal podría subir a los ocho millones.

Visto lo anterior, resulta positivo que en Colombia el Ministerio de Salud ya esté avanzando en la construcción de un proyecto de ley acerca de los llamados “Sistemas Electrónicos de Administración de Nicotina (SEAN)”.

Según lo anunció esa cartera, el Gobierno está revisando permanentemente la evidencia científica y experiencias en otros países en torno a los cigarrillos electrónicos o vapeadores y el narguile. Ello con el fin de construir una regulación moderna y efectiva. En el entretanto también se está emitiendo una nueva circular con un marco normativo para el uso de estos productos, dado que es un tema de alto interés en materia de salud pública.

También es destacable que en Colombia esté avanzando la investigación al respecto. Es más, según el Ministerio del ramo, la semana pasada la OMS les entregó un premio a siete sociedades científicas de nuestro país por la publicación de un documento en el que anuncian los riesgos de la utilización de los SEAN e invitan a la población a educarse alrededor de ellos.

Esto último es aún más necesario si se tiene en cuenta que las investigaciones locales han evidenciado que los cigarrillos electrónicos, vapeadores y otros dispositivos no son inocuos para la salud y ya se han identificado científicamente diversos efectos nocivos, tanto para quien los usa como para los terceros que están expuestos a ellos. Se les relaciona con casos de intoxicación aguda por nicotina, daños a los sistemas respiratorios y cardiovascular, afectación a la salud mental y hasta con un factor de riesgo para migrar al consumo de otras sustancias psicoactivas o para iniciarse en el propio tabaquismo.

Como bien lo dijo un alto funcionario del Ministerio: es necesario “desmitificar” este delicado asunto. Hay que dejar en blanco y negro cuáles son los efectos directos e indirectos del uso de estos dispositivos, las restricciones que proceden, los condicionamientos a comercializadores y los mecanismos de pedagogía ciudadana que se deben implementar para que los potenciales usuarios y quienes los rodean estén conscientes de los riesgos. Ello les permitirá a unos y otros estar al tanto y hacer exigibles tanto sus derechos como sus deberes. Colombia, es claro, tiene una legislación densa en cuanto a la lucha contra el tabaquismo, pero está concentrada en el tema de la limitación a los fumadores, y no frente a las alternativas que han surgido en los últimos años para combatir ese hábito o disminuir su incidencia.

En ese orden de ideas, lo importante, en todo caso, es que tanto la resolución regulatoria como el proyecto de ley sean presentados lo más rápido posible. Teniendo el máximo de cuidado en torno a que la normatividad que debe regir el uso de estos dispositivos tiene que estar sustentada tanto en evidencia científica y objetiva, como en el principio mismo de precaución en caso de no estar cien por ciento seguros de la fiabilidad de dichos productos. Si bien las últimas encuestas sobre salud pública han evidenciado un retroceso, lento pero alentador, en los índices de tabaquismo en nuestro país, las tasas de incidencia de enfermedades pulmonares, asma, cardiopatías, cáncer y otras relacionadas con el cigarrillo continúan siendo muy altas, con todo el drama humano y económico que ello implica. Por lo mismo, la estrategia de prevención en todos los campos debe profundizarse.