* Renuncia de la Fiscal
* Ratificación contundente del Ministro del Interior
La renuncia de la fiscal general de la Nación, Vivianne Morales, que pocos esperaban, no sólo fue un acto de sindéresis, sino que de inmediato ha puesto las cartas en la Corte Suprema de Justicia y el Presidente de la República. Salvo por el aspecto jurisprudencial, pierde entonces relevancia el fallo anunciado del Consejo de Estado puesto que, sin estar en firme, la nulidad de la elección de Morales se referirá a un funcionario voluntariamente renunciado.
La exfiscal, por su parte, ha dejado múltiples procesos avanzados y en un año largo de gestión más impronta que algunos de sus antecesores. Obvio es que resultaba incómoda para quienes venían siendo investigados y su salida del cargo se añade a las estrategias de asilos y subterfugios que han sido utilizadas en evasión de la Justicia.
Recupera, pues, plena autonomía el Presidente para ternar a quienes considere sabrán superar debidamente el interregno en las indagaciones pendientes. El hecho es que existe premura para que no se den inocentes por vencimiento de términos, como puede ocurrir en algunos de los más sonados casos si se quebranta la diligencia con que se venía actuando.
No fue más que se anunciara la nulidad de la elección de la Fiscal para que inmediatamente sectores de oposición a Santos filtraran la supuesta renuncia del ministro Germán Vargas Lleras, baluarte de la Administración. No sólo lo ha confirmado así la última encuesta Gallup, sino que por igual son sabidas las batallas que aún están por darse en procura de sacar avante la agenda legislativa y defender con ahínco el proyecto político del Gobierno. Nadie dudaría de que es Vargas Lleras voz cantante en ello y el irrestricto respaldo dado ayer por el Presidente demuestra cuán afianzado está en el cargo y la consideración que se le tiene de segundo al mando.
Interesa al país particularmente que las cosas salgan bien. No es en estricto sensu el Fiscal General de la Nación un funcionario del Ejecutivo, pero al participar el Presidente de la República en su designación resulta un funcionario con el cual trabajar, concertar y organizar la política criminológica del Estado. En lo que hoy, principalmente, cuenta el hecho de salvaguardar la Justicia de los embates y dislocaciones a los que se quiere someter. No queda bien el país, sin duda, si se aceptan los asilos y los refugios de exfuncionarios en fuga como si fuera un procedimiento susceptible de aducirse por persecuciones políticas inexistentes. En ningún momento la acción de la Justicia puede catalogarse de venganza criminal y el Presidente, como Jefe de Estado que es e igualmente representante de la unidad nacional constitucional, no puede entender ese epíteto sino como un reto.
Interesa primordialmente la celeridad en todo este asunto. En menos de ocho días podría haber nuevo Fiscal si las ramas Ejecutiva y Judicial, a través de sus voceros legítimos, en este caso el Primer Mandatario y la Corte Suprema de Justicia, se conjuntan debidamente y cumplen el axioma constitucional de armonización para sacar avante los fines del Estado. Así lo hicieron en su oportunidad, hace un año y medio, y hoy es menester volverlo a hacer con el mismo rigor y diligencia.
La Corte Suprema, por su parte, tiene hoy alrededor de diez miembros nuevos, y de seguro no estará ella en el propósito de dilatar los procedimientos. Vivió el país un período funesto cuando los Magistrados fueron perseguidos e interceptadas sus comunicaciones ilegalmente. Hoy el país también es otro, por lo cual es indispensable en el inmediato plazo restaurar la acción acusatoria en todas sus potencialidades y legitimidades.
Igual que la ratificación del Ministro del Interior, el Presidente de seguro sabrá, en el término de la distancia, seleccionar a los colombianos más idóneos para el cargo. Inclusive podría establecer una terna sólo femenina, en la seguridad de que se entenderá ese gesto como la reconfirmación de una buena gestión antecedente y para ello, sin distingos partidistas o espectro político, podría ternar a Susana Montes, Cristina Pardo, Catalina Botero, Mónica de Greiff, Clara Inés Vargas, Saturia Esguerra, María Victoria Vargas Silva, Marta Lucía Ramírez, Sonia Durán, Lyda Salazar o Gloria Borrero, entre muchas otras.