* Cifras sectoriales siguen sorprendiendo
* Imperativo superar ‘cuellos de botella’
El ritmo de la recuperación de la economía colombiana es, sin duda, de los más altos en Latinoamérica. Si las proyecciones se cumplen, a diciembre el rebote del Producto Interno Bruto superaría el 6%, lo que significa que se podría estar recuperando parte del dinamismo productivo perdido por el impacto de la pandemia.
Paradójicamente en el último año uno de los sectores que ha sorprendido por su capacidad de resiliencia es el de la construcción. Tras las cuarentenas y demás restricciones a las que se acudió para contener la curva epidemiológica, no solo fue de los primeros en prender motores sino también picó en punta entre los rubros que más rápido se han acercado a recuperar los índices anteriores a la crisis sanitaria.
Y dentro de la construcción es claro que el sector más sorprendente ha sido el de la vivienda, que mes tras mes viene imponiendo récords en cuanto a unidades levantadas y vendidas. De hecho, al comienzo de 2021 algunos analistas alcanzaron a advertir el riesgo de una ‘burbuja’ especulativa e insostenible en este campo, que muy pronto se reventaría y pondría en evidencia que las cifras no correspondían a la realidad.
Nada de ello ocurrió. Por el contrario, lo que se ha evidenciado es que el boom en la construcción de vivienda no solo es sólido, sino que está jalonando una porción importante de la reactivación económica al tratarse de una actividad que tiene un efecto transversal en todo el aparato productivo así como en la generación de mano de obra calificada y no calificada. De hecho, el DANE indicó que en el segundo trimestre de 2021 el subsector edificador se expandió 15,9% frente al mismo lapso del año pasado. A ello se suma que entre mayo y julio esta actividad ocupó a 938 mil personas, el mejor resultado desde 2017.
Otro dato clave más: semanas atrás se dieron a conocer los resultados de la Encuesta de Nacional de Calidad de Vida que mostró una reducción del déficit habitacional. Es más, pese al duro impacto socioeconómico de la pandemia, el de la vivienda es uno de los sectores menos golpeados dentro de los indicadores base de la pobreza multidimensional que, como era previsible, retrocedieron en su mayoría.
Como se ve, las cifras son más que dicientes. Incluso días atrás el Ministerio de Vivienda indicó que, acorde con las estadísticas de Galería Inmobiliaria, en agosto se vendieron 20.366 unidades de Viviendas de Interés Social (VIS) y no VIS en todo el país. Esto significa un incremento de 31,4% frente al mismo mes de 2020. De hecho, el titular de la cartera señaló que “en términos de vivienda, los colombianos hicieron su agosto” e incluso no dudó en señalar ese lapso como “el mejor mes de agosto de la historia en la compra de vivienda con más de 20 mil unidades comercializadas”.
Otro ejemplo de esa curva ascendente del sector vivienda es que en los primeros ocho meses de 2021 más de 150 mil colombianos compraron casa o apartamento. Para hacerse una idea de lo importante de este número, esa cantidad de soluciones habitacionales sería el equivalente a construir en ese breve periodo de tiempo una ciudad como Villavicencio o dos veces Sincelejo.
En vista de todo lo anterior, el Gobierno está apostando a que 2021, si estos últimos cuatro meses mantienen la tendencia positiva, cierre como el mejor año de la historia no solo para la comercialización de vivienda sino para la entrega de subsidios. En este campo es claro que ha tenido un efecto muy sustancial el hecho de que, en mayo del año pasado, cuando se empezó a formular el plan de recuperación tras el coletazo recesivo de la pandemia, se lanzara la estrategia de los 200 mil subsidios para la compra de vivienda VIS y No VIS. Paradójicamente, y en un aspecto que genera más optimismo sectorial, hasta el momento solo se ha asignado un poco más de la mitad de esos programas de asistencia financiera a familias de bajos y medianos ingresos.
Obviamente no todo es positivo. El reciente congreso de Camacol dejó en evidencia que se requiere una serie de ajustes en distintos campos públicos y privados para superar cuellos de botella en el sector edificador. También es claro que debe acelerarse la asignación de subsidios y evaluar el impacto de la nueva reforma tributaria sobre el clima de negocios en general.
Sin embargo, por lo pronto resulta claro que la vivienda es el motor principal de la reactivación económica y que el panorama a corto y mediano plazos es positivo.