¿Y por qué no? | El Nuevo Siglo
Jueves, 12 de Marzo de 2015

Claro, ¡cese bilateral de fuegos!

Bienvenidos los actos de vigencia inmediata

Parecería que en algunos sectores la denominación de cese bilateral de fuegos causa un escozor inconmensurable. Pero al fin y al cabo, llámese como se llame, lo que interesa a todos los colombianos es poner fin a la guerra. Ese, precisamente, el objetivo por el cual el proceso de paz con las Farc ha venido ganando puntos. Lo que a su vez demuestra que, más allá de los intríngulis políticos o de los procedimientos técnicos, el sentir general respalda todo lo que vaya en esa dirección. Indudablemente, la necesidad de una sintonía permanente con la opinión pública es requerimiento fundamental, mucho más cuando el acuerdo está diseñado para ser avalado a través de una refrendación popular.

En todo caso, tal y como están las cosas y más allá de sondeos, el proceso obedece a una estructura e instrumentación dirigidas efectivamente a lograr los propósitos planteados en la agenda general. En cuanto al desmonte de las hostilidades se comenzó, como podrá recordarse, no solo con la proclamación de la entrega o dejación de armas como pilar esencial, sino que las Farc anunciaron la proscripción del secuestro, circunstancia que los fatalistas jamás pensaron se daría y se apresuraron a descalificar. Hasta ahora, luego de más de un año, han cumplido, inclusive resolviendo positivamente el intempestivo y accidentado caso del general Rubén Darío Alzate, que en otras circunstancias habría tenido una suerte a todas luces incierta y que, por el contrario, en cosa de un par de semanas volvió sano y salvo al seno de su hogar. Hecho que en la oposición, igualmente, nunca pensaron tendría un desenlace pronto y eficaz.

Más tarde las Farc abrieron espacio en la Mesa para las víctimas y de una posición intransigente, en la que por ningún motivo se reconocían de victimarios, cambiaron para aceptar responsabilidades. Al mismo tiempo, incluso, pidieron perdón por la tragedia de  Bojayá y dejaron entrever que harían lo mismo para otros casos como el de los indigenistas norteamericanos. Y hace cuatro meses, en vez de treguas navideñas, ordenaron un histórico cese unilateral al fuego que, reconocido por los opositores más encarnizados, se ha mantenido en toda la línea, sustentado, también, en datos precisos del Ministerio de Defensa.

Fue ello, precisamente, lo que permitió avanzar en la creación de la Comisión Conjunta para el Fin del Conflicto, a la que nada más y nada menos accedieron, por primera vez en la historia, generales y almirantes en servicio activo. Pero la cosa no se quedó ahí. De inmediato la Comisión anunció, de un lado, el trabajo conjunto para desactivar de minas el territorio nacional y, de otro, la noticia presidencial de anteayer de que se suspenderán por un mes, luego de abatir a alias “Becerro”, los bombardeos aéreos sobre las Farc. De modo que el proceso produce, por decirlo así, actos de vigencia inmediata que son bien recibidos por la opinión.

En un país de santanderismo arraigado, como Colombia, donde lo que interesan son las formas, los papeles y la tramitología, algunos sin embargo salen a decir: ¡ah no!, eso suena a cese el fuego bilateral y falta el documento. Una opinión, por descontado respetable, pero que pierde la esencia y el espíritu de lo que, en bien de todos los colombianos, está ocurriendo. Si se tratara de formalismos y de absoluto rigor técnico, se podría decir que, por el momento, lo que se avanza es un cese de fuegos unilateral, paulatino y simultáneo, acorde con las posibilidades de cada una de las partes, de forma que mientras se surten las discusiones del cese de fuego bilateral el país pueda sentir un respiro y percibir lo que sería una nación en paz. Como la firma del documento exige tiempo, con la ubicación de los frentes en lugares precisos, pues faltaría más que en el entretanto no se produjeran hechos de paz, de lado y lado. Si a eso quiere llamársele, de una vez, cese bilateral de fuegos, pues ¡bienvenido! Bizantino, por supuesto, enredarse en los términos. Lo que importa aquí y ahora, como se dijo, es poner fin al conflicto. Y si amanece más temprano, ¡mucho mejor!