“Porque los gobernantes no están para infundir terror a los que hacen lo bueno, sino a los que hacen lo malo. ¿Quieres librarte del miedo a la autoridad? Haz lo bueno, y tendrás su aprobación, pues está al servicio de Dios para tu bien. Pero, si haces lo malo, entonces debes tener miedo. No en vano lleva la espada, pues está al servicio de Dios para impartir justicia y castigar al malhechor”. Romanos 13:3-4.
La Biblia es un libro lleno de sabiduría y que habla de muchos temas. Uno de esos temas es el gobierno, ya que fue Dios, quien desde la antigüedad estableció el gobierno como una institución para proteger al ser humano. Es importante, resaltar el papel, que de acuerdo con la Biblia, tiene el gobierno para entender mejor lo que el gobierno debe o no hacer. Dice que los gobernantes no están para infundir terror en los que hacen lo bueno, sino a los que hacen lo malo y que lleva la espada para impartir justicia y castigar al malhechor.
Como vemos las funciones que Dios le da en la Biblia al gobierno nada tienen que ver con negociar o hacer acuerdos con los que hacen lo malo. Esa no es la función del gobierno, sino la de infundir terror y castigar a los que hacen lo malo. En este sentido, el proceso de paz con la guerrilla, de las Farc es un gran desacierto del gobierno que debió continuar con la presión militar que mantenía en su tiempo sobre la guerrilla para obligarlos a rendirse o derrotarlos militarmente y no proponerle a una guerrilla que estaba siendo duramente golpeada por el ejército, un acuerdo de paz para negociar aspectos claves del estado con grupo de insurgentes que estaban siendo derrotados.
La idea de la paz es muy popular en algunos sectores. Sin embargo, es necesario entender el propósito del gobierno que no es el de negociar con malhechores, sino el de garantizar la seguridad de la Patria mediante el uso de las armas. Anteriormente, yo defendía a capa y espada el proceso de paz con las Farc, pero al reflexionar en esta idea que expongo de que el deber del Estado no es negociar con la guerrilla cambie mi postura frente a este tema.
Hoy en día creo que el mejor camino para tratar con la guerrilla y con las disidencias de las Farc es con la fuerza de las armas para llevarlos a la rendición y a su sometimiento. Los procesos de paz son la declinación del deber del Estado de proteger a sus ciudadanos y la posibilidad de negociar aspectos claves del Estado con malhechores que se han dedicado al narcotráfico, la extorsión y demás delitos.
El acuerdo con las Farc le ha costado a los colombianos años de negociación, diez curules para las Farc en el Congreso que representan aproximadamente cien mil millones, teniendo en cuenta los gastos asociados durante dos periodos legislativos (8 años) y ha significado al menos 1200 disidentes que actualmente delinquen al margen del proceso de paz.
@feliperangel81
*Politólogo Universidad del Rosario