Las mujeres en el campo generan un impacto rotundo en una actividad que siempre se ha creído dominada por hombres. Por eso, hay que reconocer que su rol es clave para la seguridad alimentaria y el progreso socioeconómico del país.
De acuerdo con Claudia Rico, líder de Diversidad e Inclusión para Corteva Agriscience, “mundialmente, cerca de 40% de las actividades del campo son realizadas por mujeres. En Colombia hay más de cinco millones de ellas dedicadas a la agricultura; sin embargo, no tienen suficiente acceso a la educación, a la tecnología, y a una estabilidad familiar y financiera. Ese rezago en el que viven también afecta a sus familias y sus comunidades”.
Señala la experta que “conscientes de este escenario, en Corteva Agriscience estamos cada vez más comprometidos con articular y generar oportunidades que eduquen y empoderen a nuestras campesinas, productoras, ganaderas, agrónomas, y todas las mujeres que están vinculadas al agro. Para ello, adoptamos la diversidad, inclusión y equidad como pilares fundamentales de nuestra cultura organizacional”.
Indica que “estamos impactando comunidades en nuestras zonas de influencia con programas de liderazgo femenino, fortaleciendo las competencias pedagógicas de más de 30 madres comunitarias, en beneficio de 429 niños de la primera infancia. También apoyamos a mujeres que han convertido la agricultura en una forma de vida y contribuir al desarrollo del campo”.
Explica Rico que “nuestro propósito es enriquecer la vida de quienes producen y de quienes consumen, asegurando el progreso de las generaciones futuras, por eso también alentamos a las más jóvenes a hacer de la agricultura una profesión y un negocio productivo. Las nuevas generaciones requieren innovación, financiamiento y acompañamiento de actores que podamos hacer posible que su potencial sea explotado y, por qué no, exportado”.
Añade que “el llamado es a reconocer la riqueza que tiene lo rural y a la mujer como pieza fundamental en el desarrollo sostenible de sus comunidades, en el progreso de sus familias y en la dignificación del trabajo de la tierra. Ellas son protagonistas en la consolidación de un futuro productivo y sostenible que transforma el campo en todas sus dimensiones”.