En un estudio que publicó la consultora McKinsey la semana pasada, se menciona que uno de los hallazgos más complejos obtenidos luego de tener conversaciones con los CEO´s de una muestra representativa de empresas globales, resultaba en que realmente no eran conscientes que al salir de esta crisis sus empresas no van a poder afrontar la “nueva realidad” con los mismos modelos de gestión y de operación que tenían antes de la contingencia.
De manera coincidencial quizás, personalmente, también he tenido conversaciones con varios líderes empresariales del país en estas últimas semanas, por lo que he encontrado una respuesta y un comportamiento repetitivo acerca de lo que puedo llamar el “no querer aceptar” la magnitud de la crisis en las que están varias de esas compañías.
Crisis que realmente bajo la lupa de cualquier asesor desprevenido, en muchos casos, son de gran calado. En nuestra cultura como sociedad hay una “mala práctica” de querer ocultarle a nuestro entorno social los problemas que tenemos y que la vida nos ha puesto, para seguir demostrando de manera aparente que se mantiene un status quo.
Creo profundamente que ese comportamiento perverso se puede estar trasladando al sector empresarial y puede llegar a ser un virus peor que el que ya estamos viviendo. Durante los últimos 20 años, en mi labor de Consultor, muchas, pero muchas veces he tenido que escuchar comentarios de importantes líderes empresariales del país como este, y estoy seguro que muchos de ustedes también: “…. y para qué necesito eso que ustedes me recomiendan hacer, si yo llevo 50 años haciendo las cosas a mi manera y mire mis resultados…”.
Cuando relaciono esas voces del pasado con los hallazgos de Mckinsey y de mis conversaciones recientes, considero que estamos al frente de una situación que puede realmente afectar la recuperación empresarial en nuestro país seriamente, lo que puedo llamar la “maldición del ego”.
Los expertos en temas de duelo y crisis siempre sostienen que uno de los temas urgentes y fundamentales para poder salir delante de situaciones adversas, es la aceptación y el reconocimiento de la pérdida. Nada más cierto. Si llevamos esto a nuestra necesidad de lograr una recuperación empresarial en el país, es absolutamente fundamental invitar a aquellos líderes que puedan estar dominados por su “ego” a encontrarse con la humildad y que ese camino los lleve a una primera estación, de aceptar la realidad de sus negocios.
Solo esa aceptación ya es un paso clave para lo siguiente: salir de la crisis; por esto, lo primero que debo aceptar es que realmente tengo un problema y lo segundo, es esforzarme por entender de qué magnitud es la misma. Pero cuando hablo de crisis empresarial no es solamente pensar en temas de déficit de caja, que es el diagnóstico más común hoy para decir si estoy o no en crisis, sino realmente “reconocer” que así mañana tenga la caja necesaria, aun seguiré en crisis porque no he comprendido las reales causas de los aprietos de mi empresa.
Solo si nos despojamos del ego, si perdemos la vergüenza, si aceptamos y reconocemos la situación real de nuestras organizaciones, podremos diseñar un plan de solución integral y así afrontar con método, conocimiento y seriedad las medidas necesarias que nos permitan recuperar nuestras empresas y a nosotros mismos como líderes, para volver a tener posibilidades reales de permanecer en el mercado durante el futuro.
Las crisis son enseñanzas. Los líderes son los llamados a desaprender, además de asumir nuevas creencias y comportamientos que permitan que, por cuenta de la “maldición del ego”, no se destruyan muchas de las empresas de nuestro país.