1968: el año en que Checoslovaquia perdió su esperanza | El Nuevo Siglo
Foto archivo AFP
Domingo, 19 de Agosto de 2018
Tereza Dvořáková
Hace 50 años, el 21 de agosto, las tropas del Pacto de Varsovia invadieron Checoslovaquia. Yo no fui testigo de ello, pero les puedo contar lo que vivieron mis abuelos y papás ese día y los posteriores 29 años de ocupación comunista

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Este lunes mi país va a recordar el 21 de Agosto de 1968, pues se cumplen cincuenta años de la mañana en que checos y eslovacos se levantaron y vieron los tanques de los países que constituían el Pacto de Varsovia (Unión Soviética, Bulgaria, Rumania, Hungría, República Democrática de Alemania y Polonia) que habían llegado para acabar con la “contrarrevolución”.

Unos años antes, Alexander Dubcek, un comunista al mando de Checoslovaquia que buscaba la apertura del régimen, llegó al poder y vio como la Unión Soviética y otros países aliados de esta no compartieron su posición. Esto llevó a que, como muchos testigos vieron ese 21 de agosto, el Kremlin movilizara sus tropas hacia Praga.

“Tenía 14 años, no sabía mucho sobre lo que estaba pasando pero me acuerdo que me levanté y mi padres me dijeron que habían llegado los tanques, eran muy intimidantes, mi mamá lloró y eso me dio mucho miedo, pensé que iba a empezar una guerra”, recuerda mi abuela Danuse Plasilova en diálogo con EL NUEVO SIGLO.

La llegada de las tropas del Pacto de Varsovia quiso ser contrarrestada con la resistencia civil de los checoslovacos. “Que la paz se mantenga con esta tierra. Ira, envidia, odio y temor que se vayan, que se vayan”, son las primeras palabras de la canción que se convirtió en el símbolo del 21 de agosto de 1968 cuando los tanques comunistas cruzaron las fronteras de la República Socialista de Checoslovaquia para restablecer la dura doctrina. Estos versos aún le sacan lágrimas a muchos de nuestros abuelos y padres, quienes experimentaron el triste tiempo de la ocupación.

Primavera de Praga

Todo empezó después de la Segunda Guerra Mundial, cuando la Armada Roja “liberó” parte de mi país. Los comunistas ganaron más popularidad y tres años después controlaron toda mi nación. El comunismo cambió el sistema económico y político, y llevó a que los años 50 fueran muy duros para la ciudadanía por la nacionalización de propiedades de manera violenta, los procesos políticos contra los oponentes del régimen y por la imposibilidad de cruzar la frontera.

En los años 60 comenzó un cambio político en Checoslovaquia. Al mando del país llegó el Primer Secretario del Partido Comunista, es decir, prácticamente el líder de la República, Alexander Dubcek, quien propuso reformas las cuales crearon un “comunismo con cara humana”. “Me gustó mucho este tiempo, se quitó la censura, tuvimos la esperanza de que todo iba a cambiar e íbamos a vivir en democracia”, dijo mi abuelo Jaroslav Plasil. Este tiempo de liberación es conocido como la Primavera de Praga.

La liberación del régimen no le gustó a Moscú y a su nuevo líder Leonid Ilich Brezhnev, quien introdujo un régimen similar al de Stalin. En Checoslovaquia, igualmente, los protagonistas del comunismo conservador tampoco estuvieron a favor de los cambios democráticos propuestos por Dubcek. Y fueron ellos quienes le escribieron una carta al Kremlin para que interviniera y eliminara las reformas.

Con esta excusa, Moscú podía invadir Checoslovaquia sin violar el derecho internacional. Poco tiempo después, los tanques soviéticos y de otros aliados llegaron. Su arribo fue una desilusión grande, no solamente para los oponentes del comunismo sino también para los comunistas checoslovacos, quienes lo entendieron como una traición.

La gente ante este panorama intentó protestar pero los militares soviéticos siguieron hasta el centro de Praga y en su marcha mataron a centeneras de personas. Al final, tras varios días de protestas, hubo 137 fallecidos y muchos heridos.

No sabían por qué llegaban

“La gente protestó mucho, vi como un tanque mató a una niña de cinco años porque alguien empezó a tirarle piedras y el tanque respondió con fuego. La niña corrió a su alrededor, tenía miedo, llamó a su mamá y el tanque la golpeó. Lo peor es que los militares no sabían dónde estaban ni lo que estaban haciendo”, dice Jozef Fircak, de 67 años.

Mi abuelo Jaroslav estuvo de acuerdo con Jozef, y cuenta que “cuando llegaron los tanques estábamos estudiando, y la clase fue a la Plaza Grande (Jihlava) a hablar con los militares y ellos nos dijeron que habían llegado para hacerle frente a la contrarrevolución, para ayudarnos. No sabían nada. Después les prohibieron hablar con los civiles”.

Tras la llegada de las tropas del Pacto de Varsovia empezó un período conocido como la “Normalización”. Un tiempo duro en el cuál todas las reformas de la Primavera de Praga fueron eliminadas y las reglas comunistas se fortalecieron. “El régimen se volvió más estricto, los comunistas empezaron la limpieza al interior del partido y de las organizaciones adscritas al mismo. Además empezaron con las revisiones, y cuando alguien no estaba de acuerdo con algo del régimen, tenía grandes problemas”, recuerda Radomir Palicka, un abuelo de 73 años.

Lo que al principio parecía la liberación del país y una nueva esperanza para la gente, se terminó convirtiendo en la pesadilla del comunismo duro con represión y una carencia de independencia que duró 21 años, cuando en 1989, Vaclav Havel, el presidente de ese entonces, derrocó el comunismo y estableció la democracia en la que hoy vivimos.

Yo nací en 1989, pero a lo largo de mi vida he escuchado muchas historias de partidarios y opositores del comunismo. En mi país todavía vive mucha gente que apoya el comunismo y no reconoce sus errores, pero es difícil encontrar a alguien quien soporte la ocupación de 1968. Tras 50 años, es tarea de mi generación preservar y contar la historia para que nunca se repita.

Colaboradora de El Nuevo Siglo y periodista checa