"Agotamiento posibilitaría acuerdo, pero difícilmente la paz" | El Nuevo Siglo
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Domingo, 18 de Diciembre de 2022
Redacción internacional

EN seis días se cumplirán diez meses de que las tropas rusas iniciaron la ‘ofensiva especial’ en territorio ucraniano, y no hay asomo, ni remoto, de un acuerdo entre las partes. Ni el gélido invierno llevó a Moscú y a Kiev a buscar un acercamiento y la llamada ‘pregunta del millón es’: ¿cuándo concluirá la guerra? 

De acuerdo con el doctor en Relaciones Internacionales, docente en la Universidad de Buenos Aires y experto en Eurasia, Alberto Hutschenreuter, es poco probable que se materialice un acuerdo de paz, y tres factores deben ser tenidos en cuenta para entender la prolongación de la invasión rusa a su vecina, cuando el motivo que la originó, la intención de esta de adherir a la Otan, ya no existe.

El primero de ellos, que la diplomacia de la Unión Europea no solo no está funcionando, sino que está manteniendo la asistencia a Ucrania. El segundo, que, para Rusia, “parafraseando a un general estadounidense, la victoria no tiene sustitutos”. Y, el tercero, que es impensable que Kiev acepte un acuerdo teniendo el 25% de su territorio ocupado, tanto como es impensable que Moscú se retire de "su territorio". 

EL NUEVO SIGLO: Se van a cumplir 10 meses de la invasión rusa a Ucrania y no se visualiza una pronta conclusión. ¿Por qué se ha prolongado esta guerra cuando, por ejemplo, la acción bélica en Crimea, en 2014, no duró dos meses?

ALBERTO HUTSCHENREUTER: Hay varios factores que explican la prolongación de lo que, en principio, se pensaba sería una incursión (Rusia venía de "confrontaciones fáciles"), pero la invasión se transformó para el Kremlin en una campaña, el peor escenario para una fuerza ocupante.

Posiblemente, la decisión de Moscú de lanzar un ataque en varias direcciones el pasado 24 de febrero se basó en una pronta toma de los principales centros estratégicos y en la captura del gobierno ucraniano. Pero ello no sucedió, pues las fuerzas rusas se toparon con una fuerte resistencia.

Cuesta creer que la inteligencia rusa no haya considerado suficientemente el entrenamiento que recibieron los ucranianos durante los últimos años por parte de la Otan (cuando ocurrió lo de Crimea las capacidades ucranianas eran diferentes de las de hoy).

La confrontación que tenía lugar en el este de Ucrania desde la anexión o reincorporación de Crimea en 2014 debió haberle dado a Moscú más que una señal. Además, hubo deficiencias en las fuerzas rusas, por caso, en materia logística. Así mismo, mucha acción de artillería provoca gran destrucción, pero no alcanza para lograr la decisión, y aquí, evidentemente, faltaron en las fuerzas rusas sistemas de armas inteligentes: eso que en Occidente denominan "violencia de precisión".

ENS: ¿Algún día concluirá la guerra? Ni siquiera el invierno aceleró las intenciones de negociar.

AH: No se observa nada concreto. Hay, tal vez, algunas tenues señales en Occidente relativas con considerar más la diplomacia (algo sobre ello ha dicho el mismo jefe del Estado Mayor Conjunto estadounidense), y los resultados de las elecciones recientes en Estados Unidos podrían implicar alguna posible presión para moderar la asistencia financiera a Ucrania (que no podría continuar la guerra sin ella).

En cuanto a la diplomacia de la UE, ésta debería tener un mayor alcance, pero eso no sólo no sucede, sino que se mantiene la asistencia, es decir, se refuerza la continuidad de la guerra. Recientemente, el G7 aprobó un paquete de asistencia financiera.

El problema que enfrenta una negociación es cómo lograr un equilibrio entre las partes. Es impensable que Kiev acepte un acuerdo teniendo el 25% de su (rico) territorio ocupado, y es impensable que Moscú se retire de "su territorio".

Además, es difícil que Occidente-Otan acepte una situación que implique ganancias de poder para Rusia. Esta es una guerra innecesaria porque era evitable, pero también era y sigue siendo una guerra "funcional" para ciertos intereses.

Por último, hay que decir que la dificultad para alcanzar una negociación implica que la guerra podría no sólo extenderse, sino provocar situaciones que eleven la peligrosidad de la misma, es decir, incidentes que comprometan el nivel estratégico de la actual confrontación: el que implica a Rusia-Occidente.

ENS: ¿Entonces, este conflicto se prolongará indefinidamente?

AH: La prolongación de la guerra implica dificultades para Rusia, sin duda, pero también dificultades para Occidente, sobre todo para Europa (yo estoy en Italia y veo que hay restricciones en el uso de energía). Seguramente, un día el agotamiento de las partes posibilitará un acuerdo, aunque difícilmente la paz. Esta guerra comenzó porque la geopolítica fue alterada; por tanto, la posibilidad de acuerdo y relativa estabilidad tiene que estar asociada con el reequilibrio geopolítico en el este de Europa o en el inmediato oeste de Rusia.

Podría pensarse en una larga moratoria estratégica sobre la expansión de la Otan, 20 años, por ejemplo, o un retiro de Rusia de partes de la región del Donbás y una gestión internacional de las zonas sensibles. Algo así como un Minsk III aplicado, reforzado y con garantías. Pero es difícil: para Rusia, parafraseando a un general estadounidense, la victoria no tiene sustitutos.

ENS: El presidente Zelenski estimó esta semana en unos 800 millones de euros (USD 843 millones) la ayuda de emergencia que necesita en materia de energía. ¿Cuál ha sido el rol de Occidente en esta confrontación?

AH: Para el presidente ucraniano la ayuda es vital. Es la única posibilidad con que cuenta para seguir la guerra e intentar expulsar a las fuerzas oponentes, pero el precio está siendo enorme y posiblemente aumentará con el invierno. El papel de Occidente ha sido muy importante en relación con la guerra que, es innecesaria y todos son responsables.



Rusia recurrió a la fuerza, es cierto, pero la Otan de alguna manera la empujó a la decisión. En las relaciones entre estados preeminentes hay cuestiones que deben respetarse, códigos geopolíticos. Occidente desdeñó la importancia que para Rusia tiene el factor territorial. Transgredió la geopolítica cuando sus propias grandes mentes estratégicas (Kissinger, Waltz, Scowcroft, Mearsheimer, etc) desaconsejaban ampliar la Otan más allá de lo conveniente. Clausewitz seguramente habría recomendado no ir mucho allá de la victoria (la victoria fue la de Occidente en la Guerra Fría).

ENS: ¿Y qué actor podría liderar un camino de resolución del conflicto (China)?

AH: China debe ser el actor mundial más incómodo con esta guerra. Beijing quiere estabilidad porque sus propósitos y necesidades son geoeconómicas, más considerando el complejo cuadro político-socio-económico interno. En este sentido podría aportar ideas. Pero para Washington es "el rival". La resolución se encuentra más del lado de Occidente que de otro actor. Europa debe asumir una condición estratégica más propia.

ENS: ¿Queda en entredicho la funcionalidad del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas?

AH: Sin duda. Pero solo se aceleraron los tiempos en relación con la irrelevancia en la que fue cayendo el multilateralismo desde hace tiempo, mucho antes de la guerra. Hay un loable voluntarismo del Secretario General de la ONU, pero el sistema basado en polos, interés nacional, aumento de capacidades, desconfianza, etc., es el que predomina.

Además, en las votaciones, tanto en el Consejo de Seguridad como en la Asamblea General, no hubo una posición categórica contra Rusia: miremos los países de Asia, Medio Oriente, África.

El Consejo de Seguridad está en situación muy compleja: sus miembros fijos están enfrentados, su composición data de 1945; pero una extensión de miembros permanentes podría asegurar su paralización permanente.

ENS: ¿Al final, en qué quedó la anexión de Finlandia y Suecia a la Otan?

AH: El proceso de adhesión continúa, pero sucede que aún hay dos países que no han ratificado la misma: Hungría y Turquía. Seguramente lo harán en 2023, si bien ambos mantienen algunas reservas: Hungría es un actor cercano a Putin, mientras que Turquía ha impugnado la adhesión por cuestiones relativas con el terrorismo kurdo. Pero, a menos que se profundicen las diferencias entre Hungría y Bruselas, es posible que sus parlamentos finalmente ratifiquen.

La guerra fungió favorable para que la Otan decidiera su incorporación. Además, hace tiempo que entre Suecia y Rusia había algunas cuestiones de cuño geopolítico, de modo que para Estocolmo es una salvaguarda. Pero también el ingreso de ambos a la Alianza supondrá continuar quebrantando el principio de seguridad indivisible entre Occidente y Rusia, precisamente el principio que Rusia siempre reclamó no se alterara, pues no se podía lograr la seguridad de una de las partes en detrimento de la otra.