Una estrategia que va más allá del petróleo es lo que busca el gobierno estadounidense del presidente Joe Biden con el alivio de sanciones a Venezuela, anunciado esta semana, el que argumentó como un gesto para promover la reanudación del diálogo entre el régimen de Nicolas Maduro y la oposición para encontrar una salida democrática a la crisis en ese país.
Así lo considera Ronal Rodríguez, internacionalista, investigador y vocero del Observatorio de Venezuela de la Universidad del Rosario, quien explica a EL NUEVO SIGLO que hay intereses políticos y económicos tras esa decisión pero, sobre todo, una vía para afrontar el grave problema migratorio que enfrenta Estados Unidos.
EL NUEVO SIGLO: ¿Con menos sanciones será más fácil para la Casa Blanca allanar el camino al crudo venezolano?
RONALD RODRÍGUEZ: Yo creo que esta es una dinámica que tiene diferentes elementos geopolíticos, más allá de la necesidad del crudo venezolano que tiene Estados Unidos. Hay que recordar que la dinámica entre ambos fue muy fluida. El país latinoamericano fue el proveedor seguro de petróleo para la Casa Blanca durante la Segunda Guerra Mundial, antes de que se descubriera el petróleo en Oriente Medio, y en dinámicas de producción petrolera, la nación del Norte tenía equipos, instalaciones y unas capacidades que por las sanciones quedaron congeladas.
Así mismo, en un contexto geopolítico en el que se sabe que el petróleo dejará de ser, a finales de siglo, el eje de la matriz energética, esto es como reconocer que hay una riqueza que se va a dejar de explotar y que Estados Unidos no solo tiene la capacidad de desarrollar, sino que es el único país que puede hacerlo.
Ello porque China está más preocupada por participar en el sector de infraestructura que en la dinámica petrolera en América Latina y Rusia puede tener muchos intereses, pero tiene muy poca capacidad ya que su economía es más pequeña que la de Portugal. En ese escenario, el único país que puede hacer una inversión importante para aprovechar esa riqueza antes de que deje de serlo es Estados Unidos y las actuales sanciones bloqueaban eso.
ENS: ¿Por qué esta primera relajación de las sanciones se enfocó exclusivamente en Chevron?
RR: Porque Chevron fue una de las pocas empresas que permaneció en territorio venezolano durante todo este tiempo. Ellos funcionaron con un régimen que establecía que cada seis meses tenían que solicitar permiso para continuar con su operación (aunque era pequeña). Ahora la empresa puede invertir y eso es precisamente lo que necesita la industria venezolana. Ese país tiene petróleo pesado, pero también algunas zonas de petróleo ligero y urge mantenimiento de las plantas porque con ello se mejorará la producción.
ENS: ¿Qué implicaciones tendrá este alivio al sector energético venezolano?
RR: Si en Venezuela no se hacen importantes inversiones en los próximos 15 años para sacar el petróleo, el cambio de matriz energética puede hacer que ese país, que supuestamente es el que tiene más reservas probadas del llamado oro negro (hoy algunos cuestionan esa afirmación) no logre explotarlo nunca. En este momento está produciendo 700 mil barriles al día cuando, en teoría, deberían ser 6 millones. E incluso cayó por debajo de los 500 mil. Venezuela ha estado por debajo de la décima parte de lo que podía llegar a producir, sumado a que durante todo este periodo se desfinanció la industria petrolera.
No se ha invertido en el sector. No hubo cambio de tuberías tampoco nuevas exploraciones y tecnologías (el petróleo pesado requiere de innovación tecnológica). La situación es tal que enfrentan una crisis medioambiental en el lago de Maracaibo porque hay filtraciones de petróleo debido al mal estado de las tuberías.
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Los fines políticos
ENS: ¿Estas sanciones sirvieron?
RR: La mayoría fueron direccionadas a las cabezas del régimen de Nicolás Maduro. En el plano económico, las sanciones llevaron a Venezuela a hacer todo un entramado que terminó apalancando relaciones con otros enemigos de Estados Unidos como puede ser Irán, la propia Rusia e incluso aliados incómodos como Turquía.
En este sentido es necesario llevar el tema financiero venezolano a un sitio en donde se puedan detectar y ver sus movimientos, porque mantenerlo por debajo ha tenido unas implicaciones muy fuertes sobre la población. Las sanciones ya no solamente afectan a las grandes cabezas del chavismo, sino que se han ido generalizando poco a poco, llegando a la población base.
ENS: ¿Podría el régimen capitalizar esta decisión de Estados Unidos?
RR: Directa o indirectamente, cualquier lógica en la que se retiren medidas van a ser capitalizadas por el gobierno. Es imposible que si la situación de los venezolanos comienza a mejorar, Maduro no trate de aprovechar esa circunstancia para recoger el capital político que de ahí se desprenda, de cara a las elecciones. Y ya lo está haciendo.
El régimen ya está diciendo: “Venezuela está mejorando económicamente, logramos enfrentar el cerco que nos impusieron y a pesar de la dura realidad que nos tocó enfrentar con las sanciones, el país sigue adelante”. Lo que no dice el régimen fue que ante las sanciones internacionales perdió la capacidad de controlar la economía. Como se recuerda, el Estado tenía un control de divisas muy fuerte. Desde hace tiempo el país se dolarizó y en la zona de frontera viven con el peso. Así que cualquier mejora en la condición de los venezolanos por el levantamiento de sanciones va a tener una capitalización política, por parte de un régimen que sabe capitalizar cualquier cosa.
El chavismo gana cuando pierde y va a tratar de apalancarlo para las elecciones del 2024. En estos momentos es muchísimo más fuerte el régimen que la oposición, que no tiene un liderazgo definido porque Juan Gauidó lo ha perdido en el país. Es algo que se puede ver cuando se analizan los cambios sutiles de sus aliados. Por ejemplo, el presidente Iván Duque ya no habla del gobierno de transición sino de la resistencia democrática. Guaidó ya no representa un gobierno, representa una alternativa, como muchas que hay, de oposición.
La población ya no ve en las sanciones una forma para salir del régimen venezolano, sino todo lo contrario. De hecho, Nicolás Maduro ha sido muy hábil en transferir ese costo a la oposición y para mucha gente parte de su debilitamiento se ha desprendido de las sanciones. Es una oposición que se empeña en que sancionen al país, pero que no las padece como sí lo hace el ciudadano de a pie.
ENS: Estados Unidos dijo que las sanciones volverían si las negociaciones con la oposición, respaldadas por Washington, no avanzan. ¿Cree que esto incida en algo sobre dichos diálogos?
RR: Yo creo que esta es incluso una jugada de muchas más bandas. En este momento Estados Unidos tiene una situación política interna muy compleja relacionada con el tema migratorio que, dicho sea de paso, ha aumentado desde Cuba, Colombia y Venezuela. La frontera sur está terriblemente complejizada y la visita de la vicepresidenta Kamala Harris a la zona de frontera no fue muy valiosa.
Estamos ad portas de una Cumbre de las Américas, en Los Ángeles, en donde uno de los temas centrales será cómo administrar la dinámica migratoria. Donald Trump había puesto unas medidas que, para bien o para mal, estaban funcionando conteniendo la migración (casi que criminalizándola) y estaban generando un freno. Con el discurso demócrata no es legítimo mantenerlo e intentando una apertura migratoria se ha generado una oleada muy fuerte.
ENS: ¿Cómo entra la crisis migratoria a ser relevante en esta colada?
RR: El mes pasado hubo una conferencia organizada por Panamá en donde se discutió si llevar el tema migratorio a la Cumbre de las Américas y sale el presidente Andrés Manuel López Obrador, que sabe que Joe Biden está debilitado, a exigirle que invite a Cuba, Venezuela y Nicaragua a este encuentro, algo que Estados Unidos no puede permitir porque es un contrasentido que regímenes asistan a una reunión que propende por la democracia. Pero sin México, el tema migratorio no tiene ningún sentido.
Entonces, ¿qué pasó esta semana? Se flexibilizaron sanciones a Cuba y Venezuela, y vamos a ver si más adelante pasa algo con Nicaragua. Pareciera que el presidente de Estados Unidos dijera: “No los voy a invitar, pero estoy suavizando la cosa con estos países”, para ver si logra que México, que es un actor clave en el tema migratorio, cambie su decisión. Porque si este país centroamericano no toma medidas frente a este tema, va a ser muy difícil que Estados Unidos pueda manejar la situación en su frontera sur.