América Latina sufre la peor crisis educativa en 100 años | El Nuevo Siglo
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Domingo, 1 de Mayo de 2022
Mario F. Hurtado

Dos años duraron las escuelas cerradas en Latinoamérica durante el periodo de pandemia. En algunos países o regiones la presencialidad aún no se ha implementado en su totalidad. Los efectos y los daños a una sociedad que históricamente ha estado fragmentada, que padece de enormes brechas en el acceso a la educación hasta ahora se comienzan a reflejar, y hace pensar que no encontramos en la peor crisis del sistema educativo de la historia como naciones independientes.

Antes de la pandemia, por el año 2019 las cifras ya eran preocupantes. Según las pruebas Erce, el 53% de los niños de la región que termina la primaria no puede leer un texto simple y menos entender la idea principal de un texto. Se estima que con dos años en los que prácticamente no hubo clases, pero se aprobaron a los estudiantes, este indicador superó el 65%.

Una de las primeras preocupaciones es que la calidad no existe. La calidad entendida como ofrecer una educación que cumpla las funciones básicas, que los estudiantes aprendan a leer y escribir, la alfabetización básica. Que comprendan la lectura de un texto, que aprenda a resolver problemas, que entienda e implementen operaciones matemáticas básicas, que comprendan el espacio físico que habitan, las relaciones con la naturaleza, el medio ambiente y el territorio.

La cobertura que tanto preocupaba hace 50 años está casi superada, incluso en las regiones más apartadas de la región los procesos de escolarización han sido efectivos. Los niveles de escolarización superan el 90% y son mucho mayores que en otras regiones pobres del mundo como África, la India o el sudeste asiático, pero de nada sirve esa escolarización si no existen las competencias básicas para el aprendizaje. Y como se ha expresado en varias ocasiones, no es sólo la lectura y la comprensión de lectura, si los infantes no logran unas competencias básicas definidas, es difícil alcanzar otras metas educativas y desde ahí comienzan las brechas que se reflejan en la empleabilidad y el proyecto de vida de millones de latinoamericanos.


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América Latina vivió el cierre escolar más prolongado del planeta, lo peor, es que se hizo de forma apresurada, mediática, sin un estudio serio. Aunque se trataron de realizar esfuerzos por un aprendizaje remoto y dar continuidad a los programas escolares desde la casa, las bajas tasas de conectividad, la pobre dotación de materiales educativos y la dificultad para poder establecer a la distancia una relación estudiante – docente, demostró que la efectividad del aprendizaje en esos dos años fue muy baja. Lo lamentable es que ya estudios del Banco Mundial están demostrando que los beneficios del cierre frente a la reducción de contagios y muertes y en general en los beneficios de la salud pública frente a la pandemia fueron mínimos y no se justifican con el enorme daño que le hicieron a la educación en especial de los más pobres. Lo que sorprende es que después de dos años, todavía hay gremios de sindicatos docentes que siguen insistiendo en no hacer clases presenciales, es decir lo que menos les interesa es la educación y la calidad de vida y hacen las afirmaciones desde el desconocimiento total.

Algunas de las cifras que demuestran la crisis histórica son las siguientes: se estima que en la región 24 millones de estudiantes abandonaron o van a abandonar el sistema escolar. Según el estudio del Banco Mundial un 12% de los actuales estudiantes escolares verán una reducción de sus ingresos anuales durante toda la vida. Está comprobado que una reducción de acceso a la educación reduce también la participación en instituciones políticas y de inclusión.

Por otra parte, la violencia y la delincuencia incrementarán. Hoy se ve, por ejemplo, que, en países como El Salvador, Honduras, y Guatemala, la mayoría de los jóvenes que ingresan a las pandillas lo hacen ante la falta total de oportunidades en contextos de marginación que hace que las pandillas y las actividades ilegales sean las únicas oportunidades laborales y donde se aferran como a una religión, por ser el espacio donde se sienten pertenecientes y aceptados.

Por último, quizá lo más preocupantes es que las brechas y las desigualdades sociales se incrementarán. En la región que se caracteriza como la más desigual del planeta, donde unos pocos pueden acceder a los mejores cargos y a las oportunidades laborales. Esto seguirá si las instituciones educativas y los gobiernos no implementa políticas para la adaptación a las necesidades pospandemia.

 

Algunas acciones que se deben desarrollar

Algunas políticas que se deben implementar para reducir esta catástrofe educativa son: fortalecer los sistemas de evaluación de los estudiantes a escala local, nacional y regional con informes detallados de las pruebas que permita implementar políticas, priorizar las competencias fundamentales: lectora, numérica, socioemocionales, y ambientales para reducir las brechas.

Otros aspectos a tener en cuenta deben incluir programas de nivelación y recuperación de la formación curricular, revisar los procesos de formación docente para articularlo con las prácticas en el aula y desarrollar programas orientados al acompañamiento psicológico, políticas de bienestar y de salud pública.

*Especialista en educación