Brexit y Covid: rutas del Reino Unido en la política internacional | El Nuevo Siglo
El Reino Unido ha marcado uno de los puntos más álgidos frente a los cuestionamientos de la efectividad del multilateralismo.
AFP
Sábado, 2 de Enero de 2021
Luisa Fernanda López*

El siglo XXI ha estado caracterizado por una serie de acontecimientos políticos y civiles alrededor del mundo que cuestionan cada vez más la eficacia de la gobernanza local y nacional, ante el incremento de la desigualdad, el desempleo, los flujos migratorios y el deterioro indiscriminado del medio ambiente. Todo esto, expresado a través de movimientos sociales de alcance global, por ejemplo, la tendencia de la antiglobalización que desde Seattle (1999) se ha hecho presente en las sedes de cumbres de la Organización Mundial del Comercio (OMC), el G7 o el G20, para “saludar” a los mandatarios y sentar su voz de protesta contra los efectos nocivos de la globalización, ahora no solo en los países en vías de desarrollo, sino también en los desarrollados.

Lo anterior, explica la dinámica de transformación que está viviendo el sistema internacional, donde el Estado desde una mirada westfaliana lucha para adaptarse a los nuevos escenarios de la política internacional, en la que el individuo y las redes sociales han jugado un rol esencial para reclamar nuevas formas de gobernanza.

Ese es el caso particular del Reino Unido, uno de los actores clave para la comprensión, tanto de la diplomacia, como de la estrategia en el arte de los asuntos internacionales, pues desde su surgimiento como potencia marítima en Europa a mediados del siglo XVIII, cuando allí se desarrolló la Revolución Industrial, hasta su posicionamiento como uno de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, ha jugado un rol de liderazgo internacional frente a la conducción de los asuntos de política internacional, de donde emanan las reglas de juego en materia de alianzas, pesos y contrapesos.

Euroescépticos

No obstante, y como se mencionó al inicio, este siglo ha representado una dinámica de reorganización, y el Reino Unido no ha sido la excepción, por el contrario, ha marcado uno de los puntos más álgidos frente a los cuestionamientos de la efectividad del multilateralismo, que ha tenido como uno de los modelos más exitosos a la Unión Europea, desde su creación en la década del 50 a hoy, pese a los movimientos euroescépticos que han venido creciendo en ese continente, como el Movimiento 5 Estrellas y Lego norte en Italia, el Jobbik y Fidesz en Hungría, o el PiS en Polonia.

Desde esta mirada, el Reino Unido para algunos, marcó un hito al celebrar en junio de 2016 un referendo para preguntarle a los británicos si continuaban o no, en la UE; para otros, sencillamente fue el paso más coherente de la política británica, quien desde el inicio de la creación de la UE se mostró apático a la consolidación de una unión aduanera y política, tanto así que creó EFTA (de manera paralela al proceso integracionista europeo), como un acuerdo de Libre Comercio entre los países industrializados de Europa, con el fin de no perder los beneficios que en su momento le ofrecía la Commonwealth y adicionalmente, privilegiarse de las ventajas comerciales que una zona de libre comercio le podía ofrecer para el fortalecimiento de sus capacidades económicas como potencia.

Empero, los coqueteos entre la UE y el Reino Unido surtieron efecto para llegar a un acuerdo de adhesión, que guardó unas condiciones particulares para gigante británico, quién ingresó como país miembro del organismo, pero no de la zona euro, pues mantuvo su libra esterlina como moneda nacional y no se acogió al espacio Schengen, lo que explica la posición del segundo grupo mencionado anteriormente, quienes arguyen el Brexit como una decisión congruente.

Más allá de las posiciones políticas o incluso académicas que se puedan dar en torno a los efectos del conocido acuerdo, que a propósito tuvo un gran impacto mediático como se puede ver en la película “Brexit: The uncivil war”, este acontecimiento revela una transformación del Reino Unido como potencia en el sistema internacional.

Esta afirmación no significa, que se esté fortaleciendo como actor, tampoco que esté disminuyendo su accionar en la esfera global; lo que sugiere, es que hay que revisarlo con lupa como un hecho que representa el renacer de Reino Unido, y cuyo “éxito” o “fracaso” se medirá solamente, por las decisiones que acompañen ese Brexit.

Y en definitiva, así es, la incertidumbre no solo acompaña a los lectores de este análisis, a los académicos o a los millones de espectadores que han visualizado los cuatro años de lucha que ya ha afrontado el Reino Unido respecto al referendo, con el que ha tenido no solo que afrontar la turbulencia de ver pasar tres Primeros Ministros (David Cameron, Theresa May y ahora Boris Johnson), sino además, la disyuntiva de aplicar un Brexit duro o blando, ante la negativa del Parlamento británico a aprobar los acuerdos negociados entre Bruselas y Londres, poniendo de manifiesto el desacuerdo entre lores y comunes, tanto así que Johnson acudió a la Reina Isabel a finales de 2019, para que suspendiera al Parlamento, cuando los asuntos internos no han sido su injerencia.

La incertidumbre acompaña también a la sociedad y a los partidos políticos de esta importante región del viejo continente, quienes le han demostrado al mundo que el problema no es el euroescepticismo, por el contrario, va más allá y se relaciona con los movimientos sociales que convulsionaban el globo durante el fin del año 2019, cuando se daban los primeros brotes de covid-19 en Asia, que representaría más adelante una de las crisis pandémicas más indescifrables e incompresibles de la historia.

Pandemia

Llega la pandemia global y el mundo parece colapsar, ni la Unión Europea, ni la Organización Mundial de la Salud (OMS) son capaces de generar respuestas efectivas frente a un virus rápidamente contagiable que puso en duda, no solo la capacidad de respuesta del multilateralismo, sino que enfatizó en la capacidad de los gobiernos nacionales, quienes ya venían afrontando las reclamaciones sociales, y como única alternativa, tuvieron que cerrar sus fronteras en medio de un mundo globalizado, donde la economía y la sociedad se vieron altamente impactados.

Tras nueve meses de crisis sanitaria mundial, las negociaciones entre la UE y el Reino Unido para llegar a un acuerdo comercial que impidiera el Brexit duro, quedaron suspendidas y apenas cinco días antes de que se venciera el término de transición (31 de diciembre de 2020) para la salida oficial del país británico de la UE, se logró un acuerdo que, aunque no ha sido ratificado por el Parlamento Europeo, se espera que entre en vigencia el próximo 1 de enero de 2021.

Más allá de la incertidumbre que el 2020 representó para la humanidad en general y para la acción política (local e internacional) en particular, el covid y este acuerdo marcan una nueva ruta para el Reino Unido, que exige no solo efectividad en la toma de decisiones, sino estrategia para responder a unos desafíos multidimensionales en donde el país británico se juega el posicionamiento económico y su estabilidad interna, además de su liderazgo en un sistema internacional convulso, donde se reclama a gritos un nuevo orden global.

 

*Profesora de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas. Universidad de San Buenaventura, sede Bogotá

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