Campaña empieza oficialmente el 30 de marzo, aunque desde fines de 2017 ha habido una movida precampaña
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LOS TRES principales contendientes por la presidencia de México en julio próximo formalizaron sus candidaturas en actos partidarios previos a una campaña que se anticipa encarnizada y marcada por el hartazgo de los mexicanos con los políticos tradicionales.
Evidencia de tal situación es la elevada impopularidad del actual mandatario Enrique Peña Nieto, del Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernó de forma hegemónica por siete décadas consecutivas y hoy luce rebasado por numerosas acusaciones de corrupción y un grave repunte de la violencia criminal.
"Esta elección es sobre aquellas personas que están desesperadas por un cambio en México... y están dispuestas a probar cualquier cosa que sea distinta", sentencia Duncan Wood, director del México Institute del Wilson Center en Washington.
"Y también es sobre aquellas que están genuinamente preocupadas por lo que ese cambio va a traer", agrega.
El favorito de los sondeos es el izquierdista Andrés Manuel López Obrador (AMLO), un ex alcalde de Ciudad de México de 64 años quien postula por tercera ocasión y cuyo estilo combativo y en ocasiones intolerante se ha moderado en busca del favor de más votantes.
En segundo lugar está Ricardo Anaya, un exlegislador de 38 años, militante del conservador Partido Acción Nacional (PAN), cuya juventud y promesas de acabar con los males del PRI son repelidas por sus detractores con acusaciones de corrupción y maquiavelismo.
Anaya competirá por la presidencia en alianza inédita para ese cargo con el izquierdista Partido de la Revolución Democrática (PRD).
En tercera posición se ubica José Meade, un respetado ex ministro de 48 años, sin militancia partidaria, con el que el PRI busca librarse de sus propios pasivos presentándolo como un candidato "ciudadano e independiente".
"Todavía no hay nada para nadie", asegura Fernando Dworak, analista para quien los mensajes en campaña y la pericia de los candidatos podrían alterar las posiciones de aquí a julio.
La mayoría de las encuestas ubican a AMLO holgadamente arriba del 30% de las preferencias, mientras que Anaya y Meade se mueven en torno al 20% cada uno, con el panista en el extremo superior y el del PRI en la parte baja del rango, según datos del sitio de noticias electorales Oraculus.
En México, cuya legislación electoral no contempla el balotaje, los últimos mandatarios fueron elegidos con menos de 40% de los votos.
La campaña electoral empieza oficialmente el 30 de marzo, aunque desde fines de 2017 y hasta los primeros días de febrero el periodo de precampaña inundó los medios con propaganda de los hasta hoy "precandidatos".
Tanto Anaya como Meade se han enfrascado en un duelo donde cada quien asegura ser el inminente retador de López Obrador. El objetivo es encausar a su favor el elevado rechazo o anti-voto de AMLO, quien es amado y odiado con igual intensidad.
Sus detractores lo ven como un caudillo mesiánico que llevará a México por la ruta de países como Venezuela, mientras que sus seguidores lo consideran el único capaz de acabar con "la mafia del poder", frase con la que AMLO etiqueta a los políticos tradicionales, pero también a la mayoría de sus críticos.
En los últimos meses, se ha acercado a la clase empresarial, ha acogido a ex militantes del PAN y el PRI, además de aliarse con el Partido Encuentro Social, considerado por analistas como de ultraderecha.
El próximo presidente tendrá como reto importante lidiar con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que ataca a México constantemente y mantiene en vilo al acuerdo más importante para México, el Tratado de Libre Comercio para América del Norte