Con remesas al alza, Latinoamérica toma aire ante los malos indicadores | El Nuevo Siglo
SE espera que las transferencias a la región sean, a finales de año, de alrededor de los 156.000 millones de dólares. En 2022 fueron 142.0000 millones de dólares./Archivo AFP
Martes, 28 de Noviembre de 2023
Pablo Uribe Ruan*

Las remesas hacia América Latina y el Caribe (ALC) van a alcanzar cifras históricas al final de este año, según un informe publicado recientemente por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que presenta indicadores y causas para explicar un fenómeno que ya lleva 15 años de crecimiento continuo en la región.

Durante 2022 y 2023, los flujos de remesas recibidos por los países de ALC continuaron creciendo a tasas de 10.7% y 9.5% respectivamente. El crecimiento de las remesas en 2023 se produce sobre todo por el crecimiento de las transferencias internacionales recibidas por los países centroamericanos (13.2%), en particular Nicaragua, por el crecimiento de las remesas que recibe México (9.8%), y el crecimiento de las remesas hacia América del Sur (7.9%), especialmente hacia Argentina y Paraguay”, dice el informe titulado “Remesas hacia América Latina y el Caribe en 2023”.

También conocidas como transferencias internacionales, las remesas afectan positiva y negativamente varios indicadores económicos en los países de destino. De ahí la importancia de mirar con detenimiento las cifras que publica el BID, teniendo en cuenta que el porcentaje de remesas viene creciendo en el agregado total del producto interno bruto (PIB) en los países en vía de desarrollo, sobre todo, y en particular, en las economías latinoamericanas.

 

Cifra récord

A finales de este año, suponiendo que se mantenga la tendencia, se espera que las remesas en América Latina sean de alrededor de los 156.000 millones de dólares, una cifra por encima de los 142.0000 millones de dólares del año pasado, y que de lejos supera los números que se tenían antes de la pandemia del covid-19.

A escala mundial la tendencia es parecida y muestra que una economía globalizada con altos flujos migratorios -legales e ilegales- hoy permite que los países en desarrollo tengan una fuente de ingreso importante a través de las remesas. Sin conocerse las estimaciones de 2023, se puede dimensionar la preponderancia de estas transferencias internacionales globalmente con lo visto en 2022. El Banco Mundial (BM), en reporte del año pasado, calculó que los migrantes de todo el mundo enviaron a sus casas 800,000 millones de dólares, de los cuales 80% tuvieron como destinos países de renta baja y media, entre ellos las economías de América Latina.

La importancia de las remesas ha sido tal en algunos países que estas representaron la mayor fuente de entrada, por encima de la inversión extranjera directa (IED) o la cooperación internacional. Esto ocurre particularmente en lugares en los que IED no suele ser tan alta, como Guatemala en Centroamérica o algunas países africanos. Por lo general, en el caso de economías más grandes como México, Colombia o Argentina -mayores receptores de transferencias internacionales en Latinoamérica- la IED sigue estando por encima.

 

Migrantes, cada vez mejor

Cada comunidad que ha migrado tiene su propia historia. Una cosa es la estabilidad que tienen los miles de ecuatorianos que llegaron a España a finales de la década de los 1990, y otra la incertidumbre que enfrenta la última oleada de venezolanos que ha llegado a este país.

Este contraste también se puede ver entre los migrantes de una misma nacionalidad, como los colombianos (el país latinoamericano con mayor número de migrantes: 315,000, en 2022). Si se mira nuevamente España, los beneficios que tienen aquellos que migraron del Eje Cafetero y el Valle del Cauca a comienzo de siglo están lejos de ser los mismos de aquellos que llegaron la última década.

A pesar de estos contrastes, que, además de los números, requiere una observación más sociológica y cultural focalizada en los procesos de adaptación e integración, el informe del BID estima que, en general, el empleo y los salarios de los migrantes latinoamericanos en Estados Unidos y España han mejorado con respecto a anteriores mediciones.

Sobre el mercado laboral norteamericano, dice el banco que: “se observa un retorno a los niveles previos a la crisis, ya que las tasas de empleo alcanzaron el 95,1%6, ligeramente inferior a la observada un año antes (95,4%6) y una tasa de paro del 4,9%, ligeramente superior a la del mismo periodo del año anterior (4,8%), y con un crecimiento de la población activa del 3,4% para ese mismo periodo”.

Igualmente, el salario medio semanal en el primer trimestre que devengan los migrantes latinoamericanos en Estados Unidos alcanzó los 860 dólares, el valor más alto desde que hay registros, y que representa una tasa de crecimiento del 3,9% en comparación con el valor observado en 2022.

En cuanto a España, donde viven 1.859.100 millones de latinoamericanos, las remesas también mostraron un comportamiento positivo este año. Según el BID, “en 2023, volvió a mejorar con tasas de empleo que alcanzaron el 62,8%, ligeramente superior a la observada un año antes, y con una tasa de paro del 37,2%, ligeramente inferior a la de un año antes”, dice el informe.

 

Efectos locales

Vistos estos números, es claro, de un lado, que los migrantes latinoamericanos han visto un crecimiento del salario promedio semanal, así como se han vuelto parte esencial del aumento de la fuerza de trabajo ocupada en España y Estados Unidos, lo que ha llevado a que aumente el número de transferencias internacionales o remesas hacia los países destino. Con todo, también hay condiciones locales en los países receptores que vale la pena estudiar.

Sin duda, la depreciación de las monedas latinoamericanes explica el crecimiento de las remeses con respecto al PIB. Según el BID, la depreciación de las monedas ha llegado a 6,6% en toda América Latina, aumentando el peso de las transferencias internacionales a nivel local. Sin embargo, “una inflación del 12,4% supuso una pérdida del poder adquisitivo de las remesas en esta región del 5,9%”. Con la mayor inflación de los últimos tiempos, no deja de ser cierto que la tasa de crecimiento de las remesas recibidas en los países suramericanos fue “13,3% superior a la tasa estimada de crecimiento del PIB per cápita”.

Esperable, lo anterior indica que las familias receptoras de remesas mejoraron sus ingresos con respecto a las que no, y esto ayuda a promover el consumo de los hogares, así como estimula la inversión. Lejos de América Latina, el ejemplo de Tonga, Oceanía, ha demostrado que un país puede vivir exclusivamente de remesas. En su caso, estas corresponden al 50% del PIB, siendo la principal fuente de inyección de dinero a la economía.

Como todo, las remeses también traen algunas desventajas. Según The Economist, en “How remittances affect a country’s development”, las transferencias internacionales pueden generar la “enfermedad holandesa”, con la entrada de divisas que suben el valor de la moneda local, restando competitividad a las exportaciones y perjudicando los mercados.

Desde Buenos Aires hasta Tijuana, pasando por Bogotá y Caracas, millones de latinoamericanos siguen migrando a Estados Unidos y Europa buscando un futuro mejor. Estos flujos migratorios, salvo que la región dé un giro inesperado que impulse la prosperidad, seguirán creciendo y con ellos la cantidad de remesas, un ingreso que ya hoy es esencial para millones de latinoamericanos.