Discriminación positiva desfiguró concepto de igualdad | El Nuevo Siglo
Archivo AFP
Sábado, 1 de Julio de 2023
Redacción internacional

PRIORIZAR los criterios raciales y étnicos en el proceso de admisión a una universidad es de por sí un hecho de discriminación y que viola la cláusula de igualdad contemplada en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución de Estados Unidos.

Esa es la esencia del histórico pronunciamiento que este jueves emitió la Corte Suprema de EE.UU. al fallar sobre dos demandas presentadas contra las Universidades de Harvard y de Carolina del Norte que, en cumplimiento de las políticas de ‘discriminación positiva’, asignaba un porcentaje de cupos estudiantiles a aspirantes de las minorías (personas de color, hispanos e indoamericanos, entre otros), en aras de promover la inclusión y diversidad en los campus.

Esa facilidad de acceso a la educación superior que tenían jóvenes de estos grupos únicamente por su color de piel u origen, dejaba por fuera a muchísimos otros con mejor rendimiento académico, tanto en la secundaria como en los exámenes de admisión -aunque éstos últimos han cambiado por entrevistas-, evidenciando una priorización de las características personales de los solicitantes y no sus méritos (académicos o de historias de vida).

El término acción afirmativa fue utilizado por primera vez en los Estados Unidos en 1961 en un decreto del presidente Kennedy (Executive Order 10925) que lo utilizó para referirse a las medidas diseñadas para combatir la discriminación racial. Ese decreto fue el resultado de la creación de un Comité por la Igualdad de Oportunidades de Empleo. Cuatro años más tarde, el presidente Johnson expidió otro decreto (Executive Order 11246) que incluía en este tipo de acciones también a grupos religiosos minoritarios y grupos de nacionalidades diversas. Por el mismo, se obligaba específicamente a los contratistas federales a realizar Acciones Afirmativas en sus contrataciones.

Tras el movimiento por los derechos cívicos de los años sesenta, varias universidades muy selectivas, como las de Carolina y Harvard, comenzaron a considerar en sus procesos de admisión, la raza y origen geográfico como para promover la diversidad, un esfuerzo por corregir las desigualdades generadas por décadas de segregación racial. Gracias a ello aumentó la proporción de estudiantes negros, hispanos o indios estadounidenses en las aulas. Y fue, en 1978, cuando la Corte Suprema de Justicia, basada en el modelo de Harvard, sentó doctrina sobre esa práctica, ya rebautizada como ‘discriminación positiva’ en la educación superior y la consolidó en 2003.

En esa época, como bien lo expresó el presidente JFK, la discriminación basada en el color de la piel era el principal obstáculo a superar.


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Pero las circunstancias de modo y tiempo cambiaron tan vertiginosa como radicalmente, al punto que se puede afirmar que desde años atrás la ‘discriminación positiva’ pasó a ser ‘negativa’ no sólo porque ese favoritismo o priorización que arrancaba con el cupo de admisión se extendió a beneficios como becas u otro tipo de financiación, sino porque se terminó quebrantando la igualdad entre todos los estadounidenses, el principio que junto al de la libertad son el ADN de Estados Unidos.

Esas fueron las consideraciones sobre las que se basó la Corte Suprema esta semana para, en histórico fallo, anular los privilegios que en función de la raza aún se daba a los solicitantes de la U. de Harvard y la U. de Carolina del Norte, el principio del fin a estas políticas de ‘discriminación positiva’ que también se aplican en colegios y empresa privada.

Los magistrados fallaron a favor de Students for Fair Admissions (Estudiantes por unas Admisiones Justas), fundado por el activista contra la discriminación positiva Edward Blum, en su apelación de sentencias de tribunales inferiores que validaban los programas de las dos mencionadas prestigiosas instituciones para fomentar una población estudiantil diversa.

La sentencia parte de una demanda presentada en 2014 contra estos claustros privados a los que Blum acusó de discriminar a estudiantes asiáticos, argumentando que si el único criterio de admisión fuera el rendimiento académico (calificaciones o puntajes) serían mayoría en dichos campus y cuestionando la priorización que se daba en las admisiones al color de la piel.

La votación en el caso de la Universidad de Carolina del Norte fue de 6.3 mientras que la de Harvard, por la abstención de la magistrada Ketanji Brown Jackson fue de 6-2.

"El alumno debe ser tratado en función de sus experiencias como individuo, no en función de su raza", argumentó el presidente de la Corte Suprema, John Roberts, quien enfatizó que los programas de las dos universidades analizadas no ofrecen suficientes garantías para que la raza no termine siendo utilizada "de manera negativa" o se caiga en "estereotipos".

Coincidió la mayoría de los jueces en señalar que si bien las universidades son libres de considerar la experiencia personal de un solicitante, por ejemplo si sufrió racismo, a la hora de sopesar su solicitud frente a otros más cualificados académicamente, pero decidir principalmente en función de si es blanco o negro es en sí mismo un hecho de discriminación racial y “nuestra historia constitucional no tolera esa opción”.

Bajo esa premisa, las universidades podrían dar más importancia en los criterios de evaluación a los ensayos de solicitud que de los aspirantes, donde escriben sus experiencias personales formativas.

El magistrado Roberts en el fallo también destacó que “los programas de admisión de Harvard y UNC no pueden conciliarse con las garantías de la Cláusula de Igual Protección", contemplada en la Decimocuarta Enmienda de la Constitución.

Clarence Thomas, que junto con Ketanji Brown Jackson son los dos magistrados de color del alto tribunal, dijo que su voto (a favor) se ciñe a la Declaración de Independencia y a la Constitución para defender "que todos los hombres son creados iguales, son ciudadanos iguales y deben ser tratados por igual ante la ley".

En cambio, la magistrada Sonia Sotomayor que votó en contra dijo que “El Tribunal consolida una norma superficial de daltonismo como principio constitucional en una sociedad endémicamente segregada en la que la raza siempre ha importado y sigue importando”. En la misma línea, Elena Kagan consideró que "este Tribunal se interpone en el camino y hace retroceder décadas de precedentes y progresos trascendentales". El Tribunal consolida una norma superficial de daltonismo como principio constitucional en una sociedad endémicamente segregada en la que la raza siempre ha importado y sigue importando

En sintonía con las anteriores, Ketanji Brown Jackson, a quien Biden en muestra de ‘discriminación positiva’ la nombró en la Corte por sus género y color de piel (mujer y negra), manifestó que "considerar que la raza es irrelevante en la ley no significa que lo sea en la vida".

Como era de esperarse, el presidente demócrata se mostró “fuertemente en desacuerdo” con la decisión de la Corte. "La discriminación sigue existiendo en Estados Unidos. La decisión de hoy no cambia eso. Es un hecho simple que si un estudiante ha tenido que superar la adversidad en su camino hacia la educación, las universidades deben reconocerlo y valorarlo", expresó.

 

Sin preferencias

En cambio, los defensores del fallo consideran que ya era hora de restaurar el estándar legal de igualdad de trato, sin preferencias, un precepto inherente a la tradición estadounidense.

El expresidente y candidato republicano, Donald Trump, consideró que “esta es la sentencia que todo el mundo estaba esperando y deseando y el resultado ha sido asombroso. Además, nos mantendrá competitivos frente al resto del mundo. Nuestras mentes más brillantes deben ser valoradas y eso es lo que ha traído este maravilloso día. Vamos a volver a todo basado en el mérito ¡y así es como debe ser!", añadió.

Para el presidente de la Cámara de Representantes, el también conservador Kevin McCarthy, este fallo implica que "a ningún estadounidense se le pueden negar oportunidades educativas por razones de raza", de tal manera que el proceso de admisión se base en "estándares de igualdad y méritos individuales". 

"Ahora los estudiantes podrán competir en igualdad de condiciones y por méritos individuales. Esto hará que el proceso de admisión en la universidad sea más justo y defenderá la igualdad ante la ley", destacó, mientras que para el exvicepresidente Mike Pence, la ‘discriminación positiva hasta ahora vigente era una forma de "perpetuar el racismo" en Estados Unidos. “Me complace que el Tribunal Supremo haya puesto fin a esta violación atroz de los derechos civiles y constitucionales", indicó.

“Se defendió correctamente la Constitución y termina con la discriminación por parte de colegios y universidades”, expresó el precandidato republicano y gobernador de Florida, Ron DeSantis.

Así, el trascendental fallo evidencia que la ‘discriminación positiva’ desfiguró el concepto de igualdad /al