El peronismo es peor que la incertidumbre de Milei | El Nuevo Siglo
JAVIER MILEI, economista, libertario y esperanza de cambio real en Argentina./AFP
Sábado, 18 de Noviembre de 2023
Pablo Uribe Ruan*

NO hay frase más cierta para resumir Argentina y las elecciones de este domingo, que la que lanzó, en su cierre de campaña, Javier Milei: “¿De qué salto al vacío hablan si ya estamos yendo al infierno?”.

Argentina ya no es Argentina. Esa que, por varias razones, envidiábamos por su capacidad de sacar los mejores escritores, construir las ensambladoras de carros más grandes, producir la agricultura más avanzada, y tener las red ferroviaria más larga -con México- de la región. Hoy, en vez de todo eso, es el lugar donde la gente muere de hambre, las ensambladoras cierran y los trenes rechillan por la vejez de sus rieles.

El hartazgo ha llegado a límites desconocidos y el cinismo, también, como ha demostrado esta larga, tensa y ultrapolarizada campaña. La alternativa de cambio racional de centroderecha que representaba Patricia Bullrich, en su momento la mejor opción para empezar a reconstruir un país quebrado -en todos los frentes-, fue rechazada con fuerza en primera vuelta. Son los tiempos de los extremos, aunque nos cueste aceptarlo.

Entre las alternativas para intentar reconducir Argentina, aparece un Javier Milei al que los sondeos le dan una leve ventaja de 51,1 % sobre 48,8% de Sergio Massa. Empate técnico, y algo más. Atomizado en miles de organizaciones, el peronismo, todo con Massa, no dejará el poder tan fácil y se habla de un posible fraude en parte de Buenos Aires, y algunas provincias del norte, como dice La Nación de Argentina.

Contra el “Plan Platita” aceitado, los sindicatos y la Cámpora -el peronismo en su esencia- Milei puede este domingo agrupar los votantes suyos con los de Bullrich (17%) y sumar más de la mitad de los votos de Juan Schiaretti (7%), el exgobernador de Córdoba, la región más anti-kirchnerista de Argentina. Los radicales, aquel partido que le hacía oposición a Perón, hoy son más peronistas que la misma Cristina de Kirchner; se le voltearon a Bulrrich, están entregados. Todo esto explica los sondeos.

 

Incertidumbre o inmoralidad

Sabemos, nos lo ha dicho Milei, pero también académicos como Enrique Peruzzotti y Enzo Traverso, y los artículos de Carlos Pagni, y los miles de jóvenes que desempolvaron el pasaporte europeo de sus abuelos para migrar de vuelta a Europa, que la política y los políticos, y sus recetas populistas, han sido los responsables de la debacle argentina. Como Sergio Massa, el mayor responsable, que este domingo aspira a llegar a la Casa Rosada cuando el país, por sus decisiones, está al borde de la hiperinflación y el default.

Década tras década, región por región, ellos han edificado un sistema injusto: injusto en todo. “Perón, Perón, qué grande sos”, esta semana cantaban las bases sindicalistas de la UGT (Unión General de Trabajadores), que apoyan a Massa. Los que cantan, y el sistema que defienden, viene de los tiempos de Juan Domingo Perón, que creó una economía corporativista que sólo le ha servido al oligopolio de amigos y ha convertido a la política en un servicio nepotista y mafioso, y a la clase media en más pobre, y al pobre en estado de indigencia.

Si las cosas están tan mal, se entiende que hoy Milei ilusione a millos de argentinos que ven en él una bocanada de aire fresco en medio de la insistencia de los corporativistas de mantenerse, a como dé lugar, en el poder. Para conseguir ese cómodo 33% en primera vuelta, Massa y el oficialismo han comprado conciencias con el “Plan Platita”, con el que llenaron de bonos a los jubilados y dieron atractivas devoluciones en compras de electrodoméstico (y otras 13 medidas), a costa de comprometer el 1,3% del PIB.

Como no sorprenderse, son las típicas formas del peronismo de siempre cuyo lema de campaña es unir en contra del miedo y la revancha que propone Milei, sarcasmo. Es el peronismo que ha montado una patria subsidiada e inflexible, que hace imposible crear empresa y emplear a millones de argentinos que este mismo domingo, preocupados en sus casas en las villas pobres de Rosario o Santa Fe, temen perder las ayudas del Estado, y van a votar por Massa, no por una conciencia de clase o ideológica, sino por el asistencialismo descarado que los ata. 

 

Milei y la centro-derecha

Siempre será mejor, y Argentina ya lo vivió con Mauricio Macri, que el peronismo enfrentase a un candidato moderado y centrista, y no a un extremista de derecha obnubilado, como buen dogmático, por las teorías de Milton Friedman y Friedrich Hayek, que da además debates que no hay que dar cuando las heridas ya han cerrado sobre la dictadura militar o las Malvinas.

Milei es un evidente inexperto frente a un curtido burócrata que ha pasado por todos los puestos del Estado y es asesorado por publicistas brasileros que vienen de acompañar a Lula Da Silva y le han pedido que, como no ha logrado crecer, centre su campaña, sin sigilo, en mostrar lo negativo del libertario. Son las estrategias compartidas de la izquierda. Ya en Buenos Aires ha aterrizado José Luis Rodríguez Zapatero después de defender la inconstitucional amnistía que promueve en España el socialista Pedro Sánchez, quien pidió “votar por Massa”.

Por descontado está que cerrar el banco central no es buena idea. Argentina en cambio necesita renegociar seriamente su deuda. Está punto de entrar en default y para ello un banco central que acompañe el proceso es necesario. Dolarizar tampoco parece una solución.

En todo caso, cada una de estas propuestas se quedan en emotivos lemas de campaña si no se aterrizan en reformas y leyes. Mauricio Macri apoya a Milei y sus mayorías en el Congreso argentino respaldarían un eventual gobierno del libertario. “Hablo mucho con el ingeniero Macri”, ha dicho Milei. El polo a tierra, a la política, a la Argentina del gradualismo, es el expresidente, que dijo el viernes: “son décadas de decadencia, basta del miedo cuando estamos en un tren fantasma”.

Como nunca, Argentina hoy puede empezar a ponerle fin al peronismo y sus formas, que han llevado al país al precipicio moral, político y económico, y recuperar el republicanismo y el desarrollo con un extremista Milei que tendrá que moderarse y gobernar con la centro-derecha. Ante este nivel de degradación, el peronismo y Massa no son opción.