En la ciudad van 310 civiles muertos, entre ellos 72 niños. ONU imploró “suspensión inmediata de actividades”
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POR CUARTO día consecutivo, la aviación siria bombardeó Guta Oriental, un enclave rebelde cerca de Damasco, matando a casi 40 civiles a pesar de las protestas internacionales y los llamados a suspender los ataques.
Desde el domingo, la nueva campaña de ataques con bombas y barriles explosivos en Guta Oriental dejó 310 muertos civiles, entre ellos 72 niños y 45 mujeres, y más de 1.500 heridos, precisó el Observatorio Sirio de Derechos Humanos (OSDH).
En Guta Oriental, sitiada por las fuerzas gubernamentales desde 2013, viven unas 400.000 personas en condiciones críticas, con casos de desnutrición y hambruna.
Los bombardeos provocaron también cuantiosos daños, en particular en varios hospitales que dejaron de funcionar.
El Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) pidió acceder al feudo rebelde para "socorrer a los heridos" que, según la organización, "mueren simplemente porque no son tratados a tiempo".
Los bombardeos costaron la vida al menos a 38 civiles, incluyendo cuatro niños, e hirieron a más de 250, según el OSDH. Los ataques alcanzaron varias localidades, Hamuriyé y Kfar Batna especialmente. Además de bombas, los aviones lanzaron barriles explosivos, un arma denunciada por la ONU y numerosas oenegés, siempre según el OSDH.
En Hamuriyé, numerosos edificios residenciales fueron destruidos y nadie se anima a salir a la calle, salvo los socorristas que siguen buscando sobrevivientes entre los escombros.
Además, algunos habitantes excavaron aberturas bajo sus casas para protegerse de las bombas.
En un hospital de la ciudad de Duma, Maram, una enfermera, relata el ingreso de una mujer embarazada rescatada de entre los escombros.
"Estaba gravemente herida. Le hicimos una cesárea, pero ni la madre ni el niño pudieron ser salvados", contó Maram a la AFP.
El martes, la aviación rusa bombardeó Guta Oriental por primera vez en tres meses, indicó el OSDH. Moscú lo desmintió.
La nueva campaña aérea contra Guta Oriental comenzó el domingo pasado tras la llegada de refuerzos con vistas a una inminente ofensiva terrestre que aún no ha comenzado.
El gobierno quiere reconquistar esa zona, desde donde los rebeldes disparan obuses contra Damasco.
Guta Oriental es el último bastión controlado por los rebeldes cerca de la capital siria.
En los últimos meses, el gobierno logró retomar el control de varias localidades de los alrededores de Damasco mediante los llamados acuerdos de reconciliación, que implican la evacuación de los combatientes a cambio del fin de los bombardeos y del sitio.
Antes de Guta Oriental, varias zonas rebeldes, como la ciudad vieja de Homs en 2012 o Alepo en 2016, fueron aplastadas por las bombas y sometidas a un asedio asfixiante, obligando a los rebeldes a entregar las armas y provocando la huida de los civiles.
El conflicto entre el gobierno y los rebeldes se convirtió rápidamente en una guerra civil muy compleja, con la participación de grupos yihadistas y potencias extranjeras.
En noviembre de 2015, Rusia intervino militarmente para apoyar al gobierno de Bashar al Asad que se encontraba en una difícil situación militar.
La intervención rusa, sobre todo aérea, y el apoyo de milicias iraníes y del Hezbolá libanés, le permitió a Al Asad recuperar en dos años el control de más de la mitad del territorio del país, venciendo, según las zonas, a los yihadistas del Estado Islámico (EI) o a los rebeldes.
Los bombardeos gubernamentales continúan a pesar de las protestas internacionales.
El secretario general de la ONU, Antonio Guterres, reclamó a "todos los involucrados" la "suspensión inmediata de todas las actividades de guerra en Guta Oriental" para que la "ayuda humanitaria llegue a los que la necesitan".