La nube negra sobre el ChatGPT: costos exorbitantes | El Nuevo Siglo
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Domingo, 28 de Mayo de 2023
Redacción internacional con AFP

La explosión de la inteligencia artificial (IA) generativa ha tomado al mundo por asalto, pero hay una pregunta que rara vez se plantea: ¿Quién puede costearla?

Esa inquietud crece paralelamente al debate que sobre los riesgos que ha dejado entrever (desde mal uso hasta desinformación), la posibilidad de que anule miles de miles de empleos y los llamados a fijarle límites.

OpenAI gastó alrededor de 540 millones de dólares el año pasado mientras desarrollaba ChatGPT y afirma que necesita 100.000 millones de dólares para cumplir sus ambiciones, según el medio especializado The Information.

"Vamos a ser la empresa emergente más intensiva en capital (ndlr, con mayor gasto de dinero) de la historia de Silicon Valley", declaró recientemente Sam Altman, fundador de OpenAI, en una mesa redonda.

Y cuando se pregunta a Microsoft -que invirtió miles de millones de dólares en OpenAI- cuánto costará su aventura con esta naciente y potente inteligencia, la empresa responde asegurando que no pierde de vista su cuenta de resultados.

Construir algo siquiera parecido a lo que OpenAI, Microsoft o Google ofrecen requeriría una inversión desorbitante en chips de última generación y la contratación de investigadores galardonados.

"La gente no se da cuenta de que para hacer una cantidad significativa de cosas de IA, como ChatGPT, se necesitan enormes cantidades de potencia de procesamiento. Y entrenar esos modelos puede costar decenas de millones de dólares", dijo Jack Gold, analista independiente.

"¿Cuántas empresas pueden permitirse comprar 10.000 sistemas Nvidia H100 que cuestan decenas de miles de dólares cada uno?", se preguntó Gold.

La respuesta es que prácticamente nadie, y en tecnología, si no se puede construir la infraestructura, se alquila, y eso es lo que las empresas ya hacen de forma masiva subcontratando a Microsoft, Google y AWS de Amazon.

Y con la llegada de la IA generativa, este sector de la informática en la nube y de los gigantes tecnológicos crece, al tiempo que deja a los mismos actores en una posición dominante, advierten los expertos.

"Subestimado"

Los costos impredecibles de la informática en la nube son "un problema muy subestimado para muchas empresas", estimó Stefan Sigg, jefe de Producto en Software AG, que desarrolla software para empresas.

Sigg compara los costos de la nube con las facturas de la electricidad y afirma que las empresas que no lo sepan se llevarán "una gran sorpresa" si dejan que sus ingenieros acumulen gastos en la acelerada carrera por crear tecnología, incluida la IA.

Azure es la principal oferta en la nube de Microsoft, y algunos observadores creen que la apuesta total del gigante por la IA consiste en realidad en proteger el éxito de Azure y garantizar el futuro de esta gallina de los huevos de oro.

Para Microsoft, "la gallina de los huevos de oro es monetizar la nube con Azure porque estamos hablando de lo que podría ser una oportunidad de 20.000, 30.000 o 40.000 millones de dólares anuales en el futuro si la apuesta por la IA tiene éxito", afirmó Dan Ives, de Wedbush Securities.

El director ejecutivo de Microsoft, Satya Nadella, insiste en que la IA generativa "avanza rápido en la dirección correcta".

Profundamente respetado en Wall Street, Nadella tendrá un periodo de gracia de seis a nueve meses para demostrar que su apuesta es ganadora, predijo Ives.



Desafío para reguladores

Acumular beneficios en la empresa fundada por Bill Gates sólo puede significar trasladar el costo de la IA a los clientes.

La dependencia de la IA será cara y las empresas y los inversores están barajando alternativas para, al menos, reducir la factura.

Los reguladores esperan poder seguir el ritmo y no dejar a los gigantes al mando y que impongan sus condiciones a las empresas más pequeñas.

"Los legisladores (deben) garantizar que (...) las oportunidades y aperturas para la competencia (...) no sean aplastadas por los operadores tradicionales", explicó a CNBC la presidenta de la Comisión Federal de Comercio (FTC), Lina Khan.

Pero podría ser demasiado tarde, al menos en lo que se refiere a qué empresas disponen de los medios para sentar las bases de la IA generativa.

Regular sí, pero…

En otros flancos, específicamente en su alcance y regulación, que han generado mucha desconfianza, Altman, jefe de Open AI y creador de ChatGPT, realiza desde semanas atrás un recorrido global para tranquilizar sobre los denunciados riesgos, así como advertir sobre proyectos de regulación quizá demasiado restrictivos.

De Brasil a Nigeria, pasando por Europa y Asia, Altman ha estado en 16 ciudades donde se ha sostenido encuentros con jefes de Estado, participado en conferencias universitarias e, incluso, apareció en la reunión que el grupo Bilderberg, el discreto club de dirigentes políticos y económicos mundiales, que se celebró en Lisboa la semana pasada. Ese es el impresionante cartel del "OpenAI Tour", como lo denominó la empresa californiana.

La gira ilustra el estatus de gurú mundial de la inteligencia artificial que se ha granjeado Altman, de 38 años, a raíz del fulgurante éxito de su robot conversacional ChatGPT.

Pero ahora debe responder a los temores que éste provoca: desinformación, manipulación de elecciones, destrucción masiva de empleos, robo a creadores e, incluso, amenaza global para la humanidad.

La necesidad de respuestas apremia, pues Europa y Estados Unidos están estudiando regular el sector, numerosas personalidades pidieron en marzo una pausa en la investigación e Italia suspendió ChatGPT tres semanas por uso no consentido de datos personales.

Hace una semana los países del G7 decidieron crear un grupo de trabajo y, en Bruselas, el comisario europeo Thierry Breton sugirió poner en marcha rápidamente un pacto sobre la inteligencia artificial (IA).

Sam Altman explicó en Twitter que preveía reunirse con usuarios y reguladores durante su gira.

Su campaña de seducción empezó con una comparecencia ante los senadores estadounidenses el 16 de mayo, donde causó sorpresa al exclamar: ¡regúlenme!". Tomando la delantera, declaró que lo que más miedo le da es que la IA pueda causar "importantes daños al mundo" y propuso crear una agencia mundial de regulación.

Sin embargo, también consideró que se podrían crear numerosos empleos y recalcó los riesgos que podría entrañar una regulación demasiado estricta pues, "si la industria estadounidense se ralentiza, China o cualquier otro podrán avanzar más rápido".

Al día siguiente, el directivo viajó a Rio de Janeiro, y luego fue a Lagos (Nigeria) y a Lisboa. Luego visitó Madrid, Londres, París, Varsovia y Múnich. Sus paradas esta semana serán Tel Aviv, Dubái, Nueva Delhi, Singapur, Yakarta, Seúl, Tokio y Melbourne.

Control humano

Por las ciudades por donde pasa, Altman repite su discurso, que mezcla optimismo y advertencia, para tratar de convencer de que la IA no escapará al control humano.

"En Bilderberg, daba un poco de miedo", comentó un participante. "También prometió estar buscando un país en el que implantar su sede europea", agregó.

En París, Varsovia y Madrid fue recibido como si de un jefe de Estado se tratara, reuniéndose respectivamente con el presidente francés Emmanuel Macron y con los jefes de gobierno polaco y español Mateusz Morawiecki y Pedro Sánchez, todos ellos deseosos de aprovechar esta oportunidad económica, aunque recordando la necesidad de establecer un control.

En una universidad de Nigeria, Altman prometió un florecimiento de las empresas emergentes e intentó redorar la imagen de OpenAI, que recurrió a trabajadores africanos baratos para entrenar el modelo de lenguaje de la aplicación.

En Rio, en el Museo del Mañana, defendió la necesidad de regular, pero insistió en que espera que ChatGPT dé lugar a "un avance científico real" y que "mejore la vida de la gente".

En Londres, sin embargo, su llegada generó menos consenso. En el University College se formó una fila de alumnos deseosos de escucharle, pero también una protesta con un puñado de participantes. "No deberíamos permitir que multimillonarios de Silicon Valley con complejo de mesías decidan lo que queremos", declaró un estudiante.

Altman advirtió que OpenAI podría "dejar de operar" en la Unión Europea si el futuro reglamento le imponía demasiados límites. "Intentaremos (adaptarnos a él) pero hay límites técnicos de lo que es posible", declaró a Time Magazine, explicando que tenía "muchas" críticas al proyecto de normativa europea.

La irrupción de ChatGPT presagia los cambios que provocará la IA en muchas profesiones. Algunos se emocionan ante la posible desaparición de las tareas repetitivas, mientras otros se preocupan por la deshumanización de la toma de decisiones y las consecuencias para la privacidad de los datos.

Como se ve, sin desarrollarse a fondo e implementarse, la inteligencia artificial tiene de cabeza al mundo.