Llegó el momento de optar por medidas expansivas | El Nuevo Siglo
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Domingo, 9 de Enero de 2022
Giovanni Reyes

El aspecto fundamental a subrayar en este comentario es que -contrario a políticas de austeridad en algunos países latinoamericanos y por supuesto fuera de los límites de populismos irresponsables- lo que se requiere es la aplicación de políticas expansivas. Es decir, de medidas macroeconómicas que promuevan el desarrollo de la economía, la inversión en el sector real por el lado monetario; y que, en función de lo fiscal, se pueda facilitar el consumo, la promoción de demanda y competitividad como factor de desempeño en las actividades empresariales.

En ese contexto, conviene recordar que como parte de los problemas más significativos que se afrontan respecto al desarrollo humano, es importante considerar tanto la sostenibilidad en la producción, como la sustentabilidad en lo ecológico. Se trata de abordar, además, el desafío de la inequidad social y económica. En la actualidad, muchos de los sectores pobres no están teniendo tantas oportunidades de capacitación y de empleo, a tal grado que les permitan salir de la situación de vida que les es propia, muchas veces subsistiendo en los sinuosos y trágicos laberintos de las economías informales.

Las medidas expansivas estarían dirigidas a ampliar las oportunidades para la población. Menores opciones o alternativas se han tenido como consecuencia de la posición fundamentalista que ha estimado que exclusivamente el mercado puede resolver los problemas sociales. Situación que se impuso con mayor fuerza, desde principios de la década de los años ochenta. 

Esos enfoques se basan en creer que el mercado podía resolverlo todo, que mientras menos Estado, mucho mejor.  Sin embargo, sabemos ahora que tal simplicidad no ha sido totalmente efectiva ni constituye ciertamente la única herramienta útil para subsanar muchos de los problemas sociales.

Un mercado dejado sin oportunos controles tiende a concentrar beneficios y a excluir de oportunidades. Como parte de las bondades o ventajas del mercado, es de reconocer que se tiene la tendencia a promover beneficios de estandarización de tecnología, promoción de competencia y asignación de recursos con énfasis en el corto plazo. Un mercado a merced de los más grupos más influyentes tiende a provocar daños laterales o externalidades negativas incluyendo las del medio ambiente. He allí una de las razones por las cuales las instituciones deben cumplir con su papel, a partir de una matriz social basada en principios democráticos de conducción política.

En efecto, para citar un caso en particular, tal y como lo ha documentado Jeffrey Sachs, es notable el grado de concentración de la riqueza en Estados Unidos, para referirnos a un país con abundantes datos. Se tiene allí que solamente el 1 por ciento de la población estaría teniendo el 29 por ciento de la renta nacional del país. Una situación que no se veía desde 1927. 

A partir de los años treinta, la evidencia indica que las oportunidades en ese país permitieron un más “democrático” acceso a la riqueza; sin embargo, a partir de 1980 la tendencia ha sido de nuevo, a reconcentrar ingresos y beneficios en los grupos más poderosos y excluir de oportunidades a los sectores más pobres o vulnerables.

Los datos más actuales demuestran que en la Europa actual se pone en riesgo el proyecto de ingeniería social y política más importante de fines del Siglo XX e inicios del Siglo XXI, la Unión Europea, haciendo énfasis casi exclusivamente en la austeridad.  Esta situación también puede evidenciarse en algunos países latinoamericanos, a raíz de la pandemia que, para este enero de 2022, entra en su tercer año consecutivo.


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De continuar las medidas de austeridad, no será noticia que el desempleo seguirá profundizándose y ampliándose, en especial en los segmentos poblacionales dominados por mujeres y jóvenes. Una situación que estaría en la base o justificación de cambio de gobierno en algunos países de la región, tales los casos más recientes de Perú, Honduras y Chile.     

Austeras medidas están contrastando con los requerimientos de lo expansivo y fortalecen las condiciones de inequidad.  De conformidad con un estudio sobre desigualdad mundial, dado a conocer por Unicef, en 147 países, como mínimo, el 20 por ciento de la población con más recursos en el mundo controla el 74 por ciento de los ingresos mundiales. En el otro extremo, el 20 por ciento más pobre se queda sólo con el 2 por ciento de la renta de todo el planeta.

En todo esto, el problema no es ideológico en función de hacer referencia a anacrónicos principios de redistribución centralizada en los Estados. No. Se trata de una dificultad que se encuentra en el corazón de los patrones de convivencia de los países, en sus intercambios comerciales y en el predominio de las economías financieras. Debe observarse en este contexto, que tener pobres es un pésimo negocio para cualquier país. Pierde quien no puede comprar, pierde también quien no puede vender, y al no hacerlo no puede crear empleo, con lo cual la situación de subdesarrollo e inequidad va entrando en un círculo negativo, cada vez más poderoso.

Es necesario superar los niveles de inequidad o de asimetría en la distribución de oportunidades, mediante -entre otros factores- de la intervención oportuna de los estados. Es cierto que los mercados tienen una función muy importante, pero la matriz institucional juega también un papel esencial. Es en este entramado en donde se ubican las políticas expansivas y de crecimiento sustentable.

De allí que, como consigna, se mencione en reiteradas oportunidades que se requiere de “tanto mercado como sea posible y de tanto Estado como sea necesario”. Es la demanda del entramado eficiente, eficaz y oportuno del desempeño y los resultados de las instituciones, las que a su vez emergen de la matriz cultural de una sociedad o país.

En especial en estos tiempos difíciles de pandemia aún no superada y tal y como lo ha documentado Naciones Unidas, las esferas de la macroeconomía, del desarrollo y de la equidad social, pueden ser componentes que generen sinergias, esto es, resultados positivos, sostenibles, con efectos multiplicadores. Lo puntualizaba hace ya casi ochenta años John Maynard Keynes: “El problema político fundamental de la humanidad consiste en combinar tres cosas: eficiencia económica, justicia social y libertad individual”.

*Ph.D. University of Pittsburgh/Harvard. Profesor Titular, Universidad del Rosario, Bogotá, Colombia

(El contenido de este artículo es de entera responsabilidad del autor por lo que no compromete a entidad o institución alguna).