Los demócratas pagan el desgaste de Biden | El Nuevo Siglo
EL REPUBLICANO Glenn Youngkin ganó la gobernación de Virginia
Foto AFP
Miércoles, 3 de Noviembre de 2021
Redacción internacional con AFP y Europa Press

UNA alerta temprana y fuerte sobre lo que podría ocurrir en las elecciones parlamentarias de mitad de mandato ('midterms'), previstas para dentro de un año, recibió el Partido Demócrata con el resultado electoral de este martes.

En Virginia, donde Joe Biden se impuso holgadamente en la presidencial al entonces presidente Donald Trump (más de diez puntos), su candidato demócrata a la gobernación, Terry McAuliffe, fue derrotado por el republicano Glenn Youngkin, cuando estaba seguro de su victoria, tal cual lo expresó desde Glasgow.

Particularmente esta elección era considerada un termómetro electoral para Biden y por ello es que la derrota se lee como el desencanto ciudadano con su gestión, que también se ha visto reflejado en su popularidad. Un desgaste que podría considerarse normal, pero sorprende que se de a menos de un año de mandato. Asumió el pasado 20 de enero.

El triunfo del republicano, quien no solo logró retener la base electoral de Trump sino que ganó terreno en los suburbios acomodados, estaría en línea con la hoja de ruta estratégica para el “midterms’ e inclusive para la campaña presidencial.

 McAuliffe, quien había gobernado Virginia entre 2014 y 2018, llegó a las urnas el martes como el gran favorito, pero Youngkin se impuso por más de dos puntos porcentuales, según coincidieron todas las proyecciones a pie de urna.

Youngkin, de 54 años, ha prometido una "transformación" y convenció al electorado con propuestas concretas en materia de educación y economía, movilizando especialmente zonas rurales y tradicionalmente conservadoras.

Frente a un Partido Demócrata que estaría más enfocado por sacar adelante grandes leyes, por ejemplo para impulsar desde la Casa Blanca y el Congreso el gasto social, el republicano optó por una campaña más centrada en necesidades inmediatas.

Aunque Trump le respaldó en su carrera a gobernador y celebró su victoria, el antiguo mandatario no estuvo en Virginia para unirse al candidato, como sí hizo Biden con su aspirante, quien en la campaña vinculó al candidato republicano con el expresidente en numerosas ocasiones, en un intento por alcanzar el voto indeciso.

Otra derrota para los demócratas se dio en el estado de Nueva Jersey, donde Biden también se había impuesto un año atrás a Trump con una ventaja 16 puntos y donde su actual gobernador, el demócrata Phil Murphy, había ganado los comicios de 2017 con 14 puntos de diferencia frente a su rival republicano. Sin embargo, allí se registró un voto-finish y hasta anoche no se conocía al ganador ya que la diferencia de Murphy sobre Jack Ciattarelli era de apenas cuatro décimas.

Los demócratas pudieron cantar victoria en Nueva York, donde se daba por descontada la victoria del expolicía Eric Adams y en Boston, que tendrá por primera vez a una mujer al frente del Ayuntamiento, Michelle Wu, de ascendencia taiwanesa.



Sí pero no…

Antes de conocerse los primeros resultados, Biden se mostró confiado en que los demócratas se harían nuevamente con Virginia y Nueva Jersey, si bien reconoció que se tratarían de unas elecciones "ajustadas" y advirtió de la reducción de la participación.

Asimismo, descartó que una posible derrota tuviese que ver con su gestión e indicó que no ha visto "ninguna evidencia" de "hacerlo bien o mal". "Si tengo mi agenda aprobada o no, no va tener ningún impacto real en ganar o perder (las elecciones)", dijo.

Los analistas, no obstante, se afanan por examinar las consecuencias futuras de esta jornada electoral, no tanto por lo estrepitoso de las derrotas, ya que el margen entre candidatos ha sido más bien estrecho, sino por lo que representan en cuanto a una posible tendencia. No en vano, en noviembre de 2022 se renovará toda la Cámara de Representantes y un tercio del Senado.

A nivel nacional, las últimas semanas han estado marcadas por un pulso interno de los demócratas a cuenta del plan de gasto social, que Biden accedió a rebajar a 1,75 billones de dólares -la mitad del presupuesto inicial- para contentar a las voces críticas de su propio partido.

"Los demócratas tienen que dejar de luchar entre ellos y empezar a centrarse en los votantes. Si no, (las elecciones de) 2022 van a ser brutales", advirtió un estratega político del partido en declaraciones al portal de noticias Político, anticipando lo que puede estar por venir.

El congresista Gerry Connolly se preguntó cómo ha podido "evaporarse" en Virginia el margen de diez puntos que logró Biden en 2021 y cree que es momento de analizar lo ocurrido para "estar preparados" para noviembre, según la cadena NBC News.

Los demócratas confían en que en unos meses la situación sea diferente, una vez comiencen a hacerse tangibles las promesas abstractas de Biden en materia de apoyo social y la pandemia de covid-19 esté más contenida, toda vez que las autoridades sanitarias ya han dado luz verde a la vacunación de niños mayores de cinco años.

Está por ver también cómo aguantará en este tiempo la imagen del presidente, lastrada en estos últimos meses por temas clave como la caótica retirada de tropas de Afganistán. El nivel de apoyo a Biden ronda el 43 por ciento, según una encuesta publicada el martes por The Hill y que refleja una caída de cinco puntos con respecto a septiembre. La de ayer de Harvard-Harris le da ese mismo porcentaje, mientras que las de Rasumussen, Economist y NPR la ubican en 44 por ciento.

La valoración del Partido Demócrata en su conjunto es peor, ya que solo el 38 por ciento de las personas entrevistadas en este sondeo por Harvard CAPS aprueba su gestión, frente al 55 por ciento que se posiciona en contra.



De regreso

Tras cumplir sus citas en el G20 y Glasgow, el presidente de Estados Unidos debe volver a sumergirse en las angustias del Congreso, donde sus dos enormes planes de inversión son objeto de interminables negociaciones entre los progresistas y moderados de su propio partido.

Biden espera ansiosamente que su proyecto "Reconstruir mejor" (Build Back Better) de reforma social y climática por 1,75 billones de dólares se apruebe rápidamente y se convierta en una gran victoria personal.

El proyecto incluye 555.000 millones para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, lo que la Casa Blanca ha descrito como "la mayor inversión jamás realizada para abordar la crisis climática".

El mandatario no pudo -como esperaba- subirse al podio de la COP26 en Glasgow con este cheque aprobado, como garantía del "regreso" de Estados Unidos a la escena internacional luego de que Trump (2017-2021) retirara al país del acuerdo climático de París.

El proyecto de Biden -ya reducido a la mitad- es impugnado principalmente por el senador moderado Joe Manchin, demócrata del estado tradicionalmente conservador de Virginia Occidental, cuyo voto es crucial ante la exigua mayoría demócrata en la Cámara alta.

"Siempre he sido claro: si no puedo ir a casa y justificar (los programas de gasto), no puedo votar", dijo el lunes, expresando su preocupación por el impacto de estos planes en la deuda pública y la inflación.

"Las querellas políticas deben terminar", agregó, en alusión al bloqueo impuesto por el campo demócrata progresista al segundo plan de Biden para invertir 1,2 billones de dólares en infraestructuras, que cuenta el apoyo de demócratas y algunos republicanos.

Aprobado por el Senado en agosto, el proyecto está bloqueado en la Cámara de Representantes por los demócratas progresistas que exigen votar los dos proyectos en forma simultánea, pues temen que los centristas se nieguen a apoyar el costoso plan social una vez que se apruebe el de infraestructura.

En medio de este impasse, Biden intenta restaurar la imagen de su presidencia, fuertemente empañada después de la caótica retirada de Afganistán en agosto.