SIN importarle el costo personal, que se ha materializado con la pérdida de su familia (exiliada en Francia) y de su libertad (actualmente encarcelada y no es la primera vez y daño físico (condenas también con latigazos), la iraní Narges Mohammadi es inamovible en su lucha: los derechos de las mujeres, de los prisioneros en su país y férrea oposición a la pena de muerte.
Su tenacidad, esfuerzo y constante desafío a las autoridades islámicas en pro de los derechos humanos, fueron reconocidas con el Nobel de la Paz de este año, convirtiéndose así en un orgullo para su familia y un mecanismo de presión de la comunidad internacional para que sea dejada en libertad.
Si al reciente ganador del Nobel de Literatura, Jon Fosse, se le calificó como el ‘escritor del silencio’ porque dice que el mismo a veces tiene más impacto que las palabras, a Narges Mohammadi se endilga ser una decidida y fuerte “voz de los sin voz”, sin duda una incomodidad para el régimen de su país que la considera una “amenaza para la seguridad” del Estado.
La argumentación del Comité Nobel noruego para otorgarle el galardón resume los efectos que ha tenido para esta periodista su constante lucha: "Su valiente lucha ha tenido un tremendo coste personal. En total, el régimen la ha detenido 13 veces, la ha condenado en cinco ocasiones y la ha sentenciado a un total de 31 años de prisión y 154 latigazos".
Narges es una periodista de 51 años que por más de dos décadas ha concentrado sus esfuerzos en denunciar los atropellos tanto contra las mujeres como contra los hombres hechos prisioneros por simplemente expresar su desacuerdo con ciertas normas, entre ellas el uso obligatorio del velo.
Fue detenida por primera vez hace 22 años y su más reciente condena data del 2022, cuando fue conminada a ocho años de prisión y 70 latigazos por su reiterado posicionamiento público contra la pena de muerte. Consciente de su activismo la tendría más en la cárcel que en su hogar, casi que ‘obligó a su esposo y dos hijos a exiliarse en Francia”.
Aunque no los ve desde 2015, ellos han estado siempre pendientes. Resignados porque no la pudieron convencer de abandonar sus ideales, lo que le implicaba dejar el país, han estado siempre pendientes y orgullosos. Así lo evidenciaron nuevamente al reaccionar sobre el galardón.
“Estoy muy, muy orgulloso de mi madre, muy contento", declaró Ali, de 17 años, añadiendo que este premio es "una recompensa para el pueblo iraní", durante una rueda de prensa en París, donde vive con su padre y su hermana gemela.
Según Reporteros Sin Fronteras, Mohammadi, hoy en la prisión de Evin (Teherán) es objeto de "un hostigamiento judicial y policial para silenciarla". Pero su determinación no flaquea pese a las torturas que asegura haber sufrido.
El 16 de septiembre, ella y otras tres prisioneras quemaron sus velos en el patio de la cárcel, conmemorando el aniversario de la muerte de Mahsa Amini, según su cuenta de Instagram, gestionada por su familia.
Amini, una kurda iraní de 22 años, murió tras ser detenida por vulnerar presuntamente el estricto código de vestimenta para las mujeres, desatando un amplio movimiento de protesta en la República Islámica.
Dos meses antes, Mohammadi publicaba en Instagram un texto contra el velo obligatorio: "En este régimen autoritario, la voz de las mujeres está prohibida, el cabello de las mujeres está prohibido. (...) No aceptaré el hiyab obligatorio".
Tortura y aislamiento
Nacida en 1972 en Zanyán, en el noroeste de Irán, Narges Mohammadi estudió Física antes de volverse ingeniera y se inició paralelamente en el periodismo, trabajando para diarios reformistas.
En los años 2000 se unió al Centro de Defensores de los Derechos Humanos, fundado por la también Premio Nobel de la Paz iraní Shirin Ebadi y del cual es hoy vicepresidenta, luchando entre otras causas por la abolición de la pena de muerte.
"Narges podría haber salido del país pero siempre se negó, (...) se convirtió en la voz de los sin voz. Incluso en prisión, no olvida su deber e informa sobre la situación de los prisioneros", afirma Reza Moini, activista iraní basado en París que la conoce bien.
En su libro "White Torture", Mohammadi denuncia las condiciones de vida de las prisioneras, especialmente en aislamiento, abusos que ella misma afirma haber sufrido.
Entre mayo de 2015 y octubre de 2020, fue encarcelada por haber "formado y dirigido un grupo ilegal", instando a abolir la pena capital, y fue condenada de nuevo en mayo de 2021 a 80 latigazos y 30 meses de detención por "propaganda contra el sistema" y "rebelión" contra la autoridad penitenciaria.
En noviembre de 2021 fue detenida cerca de Teherán, donde asistió a una ceremonia en memoria de un hombre muerto en 2019 durante una manifestación contra el aumento del precio del combustible.
"Un corazón que se desgarra"
Sin embargo, "el precio de la lucha no es solamente la tortura y la cárcel, es un corazón que se desgarra con cada privación, un sufrimiento que penetra hasta la médula", escribió Mohammadi a la AFP en septiembre.
"Hace más de ocho años que no veo a Kiana y Ali, y hace más de un año y medio que no he escuchado ni siquiera su voz. Es un dolor insoportable e indescriptible", lamentó.
"En 24 años de matrimonio, hemos tenido solo cinco o seis de vida común", indicó Taghi Rahmani, el esposo, recientemente a la AFP.
Este último se preocupa por la salud de Mohammadi, quien tiene una dolencia cardíaca. Pero "es la persona más decidida que conozco. Nunca se ha rendido, no pueden romperla", asegura.
Por su parte, Mohammadi admitió no tener "prácticamente ninguna perspectiva de libertad". No obstante, "el pabellón de mujeres de Evin es uno de los pabellones de presas políticas más activos, resistentes y alegres de Irán", añadió la activista.
"La prisión siempre ha sido el corazón de la oposición y de la resistencia en Irán, y para mí también encarna la esencia de la vida en toda su belleza", sentenció el nuevo Premio Nobel de la Paz.
Otros miembros de la familia destacaron que es un "momento histórico para la lucha por la libertad en Irán" y en nombre de Mohammadi dedicaron “este premio a todos los iraníes, en especial, a las mujeres y niñas iraníes que han inspirado a todo el mundo por su valentía y su lucha por la libertad y la igualdad".
Tras la concesión del prestigioso galardón se reactivaron los llamados de la comunidad internacional para la activista iraní sea liberada, pero como ha ocurrido con otros casos en países con regímenes similares al de ese país, no tendrán efecto alguno.
Cinco premios en reclusión
2023: Narges Mohammadi. (Irán). es la quinta galardonada con el Nobel de la Paz estando privada de la libertad. Física de formación, periodista por pasión y activista por convicción, cumple actualmente una condena de ocho años de prisión en la cárcel de Ervin.
2022: Ales Bialiatski (Bielorrusia). Este activista fue cogalardonado, junto a la oenegé rusa Memorial -oficialmente disuelta en Rusia- y el Centro ucraniano para las Libertades Civiles por haber "promovido el derecho a criticar al poder "a costa de su libertad. En ese entonces llevaba en prisión desde 2021, acusado de "evasión fiscal", una causa vista como una venganza del presidente Alexander Lukashenko. Fue condenado a 10 años de cárcel.
2010: Liu Xiaobo (China). Este escritor y profesor fue detenido a finales de 2009 y condenado por "subversión" a una vez años de cárcel. El gobierno chino le acusaba de ser coautor de un manifiesto que promovía las elecciones libres en China. Falleció por cáncer de hígado el 13 de julio de 2017, convirtiéndose en el segundo recompensado con este premio que murió privado de su libertad.
1991: Aung San Suu Kyi (Birmania). Al otorgársele el premio estaba entonces bajo arresto domiciliario y aunque fue autorizada por la junta militar para ir a recogerlo, optó por quedarse en Birmania por miedo a no poder regresar. La "dama de Rangún" fue liberada en 2010 y pasó a dirigir el país, antes de ser detenida durante el golpe de Estado militar de 2021. Acusada de multitud de delitos, es probable que pase el resto de su vida detenida.
1935: Carl von Ossietzky (Alemania). Este periodista y pacifista alemán recibió el premio Nobel de la Paz en 1935, estando en un campo de concentración nazi. El activista antinazi, que fue detenido tres años antes durante la campaña de represión en respuesta al incendio del Reichstag, fue entonces el primer opositor laureado. Murió encarcelado en 1938.