“¿Por qué conserva la izquierda tan buena fama en nuestro país, a pesar de los crueles fracasos históricos que ha sufrido allí donde se ha impuesto de manera imperativa? Por una mirada sesgada que ha establecido la norma de juzgar a la izquierda por sus intenciones y a la derecha por sus resultados”, escribe el filósofo más reconocido de España hoy, Fernando Savater, en su último libro, “Carne Gobernada”, publicado −un extracto− en El Confidencial de Madrid, tras su polémica salida de El País, de España, esta semana.
Al igual que Mario Vargas Llosa, Savater, de 76 años, se ha distanciado del socialismo al que considera un modelo fallido, con nulos ejemplos en la historia que demuestren su viabilidad política, cultural y económica. En su juventud, reconoce que militó en grupos radicales que buscaban la transición a la democracia en España, entre los que se incluían diversos sectores de izquierda, tanto comunistas como socialistas. “Sí, tenía 18 años. Hasta entonces, hasta su muerte −la de un amigo−, había tenido una postura moderada, pero en ese momento me radicalicé y comencé a ir a manifestaciones y a ocupaciones de cátedra”, le dijo a El Independiente, en 2021.
Su paso por la izquierda fue esporádico, un capítulo de la vida en el que todo lo veía a partir de “juicios sumarísimos”. Sobre esto, hace unos años, en una columna escrita en El País, Savater recordaba una tesis del escritor alemán Klauss Mann acerca de la “frecuente tendencia juvenil a lanzar juicios sumarísimos sobre realidades complejas que apenas entienden”.
Con el paso del tiempo, después de haber escrito decenas de libros y dictado clases en varias universidades, así como vivido en la Venezuela ‘chavista’ por un año, Savater no encuentra razones para defender a la izquierda mundial y, en particular, a la española. “Que una cierta izquierda se diga a sí misma que es estupenda porque no es la derecha no es un argumento. Uno tiene que ser estupendo porque propone cosas mejores”, respondió en una entrevista con la emisora Libertad Digital. “La izquierda está convencida de que es la única que debe gobernar. Los otros son siempre usurpadores”.
Precisamente, su asidua crítica a este sector ha sido plasmada en su reciente libro, “Carne gobernada”, con el que busca desmentir las buenas intenciones de la izquierda, mostrando, con ejemplos históricos y datos relevantes, su falta de resultados concretos. Este libro, además, llega en un momento en el que el filósofo ha renunciado a El País, al que considera una tribuna política del gobierno socialista español.
España, ingenua
Cada domingo en el que se convocan marchas contra Pedro Sánchez, Fernando Savater, sin falta, da un emotivo discurso contra la amnistía, los pactos con los nacionalistas vascos y catalanes, y contra la izquierda en general.
“La situación de España es cada vez más patética (…). En las generales (elecciones) del 23 de julio −aunque numéricamente ganadas por la oposición a Sánchez− comprendimos que todavía padecemos demasiados conciudadanos dispuestos a votar al diablo más colorado del infierno con tal de no apoyar ni por descuido a la derecha y no digamos a la extrema derecha (que es más o menos la misma derecha, pero vista desde la propaganda denigratoria de los medios de izquierdas)”, escribe en “Carne gobernada”.
Declarado opositor a Sánchez, dice que España “ha soportado las geniales ideas populistas de un comunismo ortopédico que ha endeudado el país hasta extremos nunca antes conocidos, sufre la tiranía woke de una fragmentación en grupúsculos identitarios de sexo e ideología que reclaman para ellos patente de corso mientras ejercen la intransigencia contra todo bicho viviente (salvo los animales, claro)”.
La España contemporánea es gobernada −también comenta el filósofo en una entrevista− por el miedo a la ultraderecha y la ingenuidad frente a proyectos ultraizquierdistas como el de Podemos, seguidores del chavismo. “La famosa alarma antifascista solo se centra en el peligro de la derecha radical, como si la amenaza viniese de ahí y no de la izquierda extrema. El verdadero peligro está viniendo de esa izquierda”, le dijo, en respuesta, a Libertad Digital.
La alternativa
Si la izquierda no ha transformado las sociedades que gobierna, es porque la alternativa siempre ha estado en la derecha, a la que Savater ve como un modelo cuyos “principios y métodos han conseguido sin duda las mejores y más competentes sociedades democráticas allí donde se han aplicado: en ninguna parte ni en ninguna época ha habido mejores sistemas políticos donde vivir y la prueba es que la gente huye de los países comunistas a los capitalistas, nunca al revés”.
“Esas injusticias, que se pretenden corregir, pero se reproducen una y otra vez, bastan para condenar a ojos de los deslumbrados por las buenas intenciones izquierdistas los incomparables logros de las sociedades liberales. Si alguien promete el paraíso (entre cuyos requisitos está ser inalcanzable) ..., ¿cómo conformarse con un purgatorio con aire acondicionado y agua corriente?”, apunta en “Carne gobernada”.
Otros pensadores
Así, como Savater en España y Vargas Llosa, en América Latina, en la última década otros pensadores europeos han criticado a la izquierda y su modelo fallido. Uno de ellos ha sido Michelle Houellebecq −el escritor más reconocido de Francia−, quien, además, de narrar en sus novelas las incongruencias de la generación de mayo del 68, que construyó la nueva izquierda francesa, ha dicho que “la izquierda se siente perdida y, como un animal herido, se vuelve mezquina. No era así cuando empecé a escribir. Ahora se siente morir y se vuelve mezquina”.
Desde la teoría política, en Reino Unido, Sir Roger Scruton (fallecido) solía escribir largos ensayos sobre el socialismo. En varios de ellos, compilados en su página web, se preguntaba por qué la izquierda, a pesar del fracaso absoluto de la Unión Soviética y Cuba, sigue teniendo tantos defensores.
“El problema no es la falta de literatura. Las invocaciones al terror comunista abundan e incluyen obras maestras que toda persona culta debería conocer, como Oscuridad al mediodía de Koestler, Doctor Zhivago de Pasternak y Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn. Sin embargo, el resentimiento anula fácilmente la evidencia. Al igual que el antisemitismo ha sobrevivido a los constantes recordatorios del Holocausto, la visión marxista sobrevive al testimonio acumulado de su legado asesino. Los resentidos aprecian su odio más de lo que respetan los derechos de quienes lo suscitan”, escribía Scruton.
Como este pensador inglés, Savater concluye: “Si alguien promete el paraíso (entre cuyos requisitos está ser inalcanzable) ..., ¿cómo conformarse con un purgatorio con aire acondicionado y agua corriente?”.