¿Por qué solo dos países de Europa se oponen a medidas contra migración? | El Nuevo Siglo
MIGRANTES de Siria arriban a una isla griega en busca de refugio en Europa. Escenas como ésta se repiten a diario en varios países del Viejo Continente. /Foto AFP.
Martes, 16 de Enero de 2024
Pablo Uribe Ruan*

“El tema de la inmigración se ha vuelto muy emocional y es transversal”. Esta es la respuesta de un diplomático europeo al Financial Times, que, para un artículo sobre tendencias en 2024, le preguntó cuáles serán los temas que marquen la agenda durante este año en el continente.

En los últimos meses, la migración ha sido el centro de los debates en los países europeos. Geert Wilders, el ultra-derechista holandés, ganó recientemente las elecciones de su país, en las que defendió “prohibir el Corán” y oficializar una política contra el asilo y los migrantes. Holanda, quizá el país más liberal de Europa, se empieza a cerrar.

Wilders hace parte de un fenómeno transversal, que se repite de país en país, y es encabezado por Giorgia Meloni en Italia, Viktor Orban en Hungría o, hasta hace poco, los polacos del partido Libertad y Democracia. Ellos, sin distingo, le han exigido a la Unión Europea (EU) que tome medidas para frenar la llegada de miles migrantes ilegales, solicitud que no ha sido recibida positivamente por el bloque europeo. Ante la negativa, los líderes de ultra-derecha, en diferentes momentos, han decidido tomar medidas unilaterales: militarizar las costas del mediterráneo italiano, cerrar las fronteras ucranianas, o bloquear la entrada de migrantes que profesen el Islam.

En la UE, en 2023, hubo 874.000 solicitudes de asilo, de las cuales casi 650.000 se registraron en los ocho primeros meses de ese año. Ellos se suman a los 4,2 millones de ucranianos a los que se ha concedido protección temporal desde la invasión a gran escala de Rusia en febrero de 2022, según la BBC.

La centro-derecha europea, sin embargo, no es ajena al debate migratorio. Transita permanentemente en medio del dilema de oponerse a la migración o tener medidas a favor de ella. Esta complejidad se deriva de que algunos políticos de esta tendencia entienden que la antinmigración es una bandera de la derecha dura, por la que no vale la pena luchar. No todos piensan así.

Recientemente, Europa ha visto la aparición de una centro-derecha antinmigración, que se opone a lo dicho anteriormente. Rishi Sunak, el primer ministro de Reino Unido, de padres de la India, ha presentado ante el Parlamento un proyecto que busca enviar a Ruanda a los solicitantes de asilo de este país, con el propósito, por esta vía, de ganar apoyos en las bases obreras en la Inglaterra meridional, que votó en masa por las políticas anti migratorias que iba a generar el Brexit.

 

Emanuel Macron, que para muchos es de centro-derecha, también ha propuesto una reforma, en diciembre, con la que busca un “escudo” contra la masiva llegada de personas, a partir de una legislación que dificulta la llegada de la familia de migrantes ilegales y no le permite acceder a prestaciones sociales. Alemania, que en su momento abrió las puertas de su país a un millón de sirios, y hoy es gobernada por una coalición de centro-izquierda, celebró la medida tomada por Francia y reconoció que se ha equivocado en su política migratoria.

¿Europa antimigratoria?

Unida, Europa toma medidas contra la inmigración ilegal, unas más duras y otras más flexibles, pero con el mismo propósito: restringir la llega de migrantes ilegales. La migración es quizá el principal tema en todo el continente, con la guerra, y los políticos actúan, casi siempre en contra de ella. Las decisiones muestran una clara tendencia, aunque hay una excepción a ella: Grecia y un sector del partido conservador inglés.

Por muchos años epicentro de las noticias migratorias, Grecia hoy defiende la migración. Kyriakos Mitsotakis, el primer ministro griego de centro-derecha, ha propuesto una ley que busca dar permiso de trabajo a 30,000 inmigrantes indocumentados, que han vivido más de tres años en ese país.

La ley aprobada en el parlamento griego está motivada bajo la idea de que los migrantes en general traen prosperidad, en este caso a Grecia, porque pagan más impuestos, ayudan a suplir el déficit en puestos de trabajo estratégicos no cualificados como la agricultura, y evitan que las redes criminales exploten a migrantes ilegales.

El gobierno griego coincide con el sector moderado del Partido Conservador inglés, que en este momento ha desatado una lucha interna con Sunak, al que ven como un oportunista que busca galvanizar el debate migratorio para sacar réditos políticos, sin tener en cuenta la tradición de los ingleses de abrirle las puertas a miles de migrantes desde la era colonial.

Oportunidad

Tanto el primer ministro Mitsotakis como un sector de los tories ven la migración como una oportunidad, no una amenaza. La revista The Economist, en su edición de la primera semana de 2024, precisamente explica en su editorial “cómo desintoxicar la política sobre migración”, y expone algunos datos que muestran una sólida evidencia a favor de la migración, desmintiendo varios mitos sobre ella.

La publicación inglesa estima que no es cierto que el mundo atraviese la mayor oleada de migrantes registrada en la historia. A escala mundial, el número de personas que no viven en su país es de 2,3% (alrededor de 200 millones de personas, de las cuales 37 son refugiados), cuando en 1960 esta cifra alcanzó el 3,6% de la población mundial. Igualmente, el total de desplazados forzados es sólo una sexta parte de lo que llegó a ser después de la Segunda Guerra Mundial.

Algunos países ricos suelen decir que se enfrentan ante una invasión de migrantes. ¿Es cierto? Viendo las cifras de The Economist, “de los 110 millones de personas que la ONU clasificó como desplazados forzosos a mediados de 2023, más de la mitad permanecieron en sus propios países. Apenas el 10% había llegado al mundo rico, algo más que la población de Londres”. El resto permanece en países de mediano o bajo ingreso.

En esencia, las posturas antinmigración están basadas en la idea de que los migrantes son poco productivos y tienden a delinquir. Un análisis sobre los migrantes en Estados Unidos de esta misma revista muestra lo contrario. No sólo cometen menos acciones ilícita que los nativos, sino que “tienen casi el doble de probabilidades de crear una empresa y cuatro veces más de ganar un premio Nobel de ciencias. Los inmigrantes menos cualificados suplen las carencias de una mano de obra envejecida y liberan a los nativos para tareas más productivas”.

La evidencia, sin embargo, no ha logrado superponerse a la política y a sectores de la población europea que ven en la migración la mayor amenaza para los puestos de trabajo y la seguridad. En medio de la carga emocional de este debate, se olvida preguntar si Europa podría lograr las tasas de productividad que tiene sin una llegada masiva de migrantes. ¿Podría?