Análisis EL NUEVO SIGLO
“En el centro de todo esto debe haber un principio simple: Europa debe gastar más, gastar mejor, gastar europeo. En las próximas semanas presentaremos algunas propuestas con la primera Estrategia Industrial Europea de Defensa”, dijo Ursula von der Leyen la semana pasada en Bruselas, cuando fue preguntada sobre los objetivos de la Unión Europea en seguridad y defensa a corto y mediano plazo.
Las declaraciones de la presidente de la Comisión Europea muestran que, por encima de otros desafíos, la seguridad y la defensa se han convertido en la prioridad número uno de Europa. Para explicar esto, hay varias razones. Una de ellas es el expansionismo ruso que busca recuperar las viejas fronteras de la Unión Soviética. Otra, es que no solo Moscú representa una amenaza para los europeos, sino que Estados Unidos -el de Trump- y China son, a su modo, dos desafíos que también exigen un reenfoque estratégico por parte de Europa.
Se arman, los otros
La guerra de Ucrania ya cumple más de dos años sin que una de las partes pueda decretar una victoria consolidada en las zonas de ocupación rusa desde 2014, Donetsk, Luhansk y Donbás, epicentros de la confrontación. Como anticiparon analistas militares, la guerra ha llegado a un punto incierto en el que es más probable que se extienda por más años antes de que llegue a su fin por vía de un armisticio o un tratado.
Vladimir Putin ya avizoraba este escenario. Desde que invadió Ucrania, en febrero de 2022, el dictador ruso decretó que Rusia entraba en “estado de guerra total” y que esto significaba, entre muchas cosas, que su economía debía enfocarse en sobrevivir a las seguras sanciones que occidente iba a imponer y construir una economía resiliente, enfocada principalmente en el suministro de bienes y servicios y en la industria militar.
Interesada en ampliar sus capacidades, Rusia se ha dedicado los últimos meses a producir y comprar enormes cantidades de armamento, como denunció esta semana el ministro de Defensa de Dinamarca, Troels Lund Poulsen. “La capacidad de Rusia para producir equipos militares ha aumentado enormemente”, declaró. “No se puede descartar que, en un plazo de tres a cinco años, Rusia ponga a prueba el Artículo 5 y la solidaridad de la OTAN. Esa no era la evaluación de la OTAN en 2023. Se trata de nuevos conocimientos que salen a la luz ahora”, afirmó.
Un escenario de guerra con Rusia a gran escala en Europa parece poco probable, pero no es descartable, se piensa en Bruselas. Desde la sede de la Unión Europa han lanzado la Estrategia Europea Industrial de Defensa y el Programa Europeo de Inversiones en Defensa con el objetivo de lograr que todos los países de la UE (27 en total) tengan adquisiciones conjuntas en defensa. Más armas, en otras palabras.
Todo pasa, como siempre, en cómo se va financiar esta estrategia. El compromiso, ha dicho Von der Leyen, es que los países de la unión destinen el 2% de su PIB a gasto militar. Para llegar a este monto, Emmanuel Macron, presidente de Francia, plantea lanzar al mercado eurobonos con los que se buscaría una especie de fondos europeos con deuda común. Sin embargo, Alemania, que hasta hacer unos años mandaba con autoridad en la unión, no le ha convencido esta posibilidad. Está más de acuerdo con otra opción, que el Banco Europeo de Inversiones entre y financie la defensa.
Aislacionismo y Pekín
Europa, tranquila y defendida, mucho tiempo gastó lo poco de sus ingresos en defensa. Con la Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN), financiada en una importante proporción por Estados Unidos, parecía suficiente. En 2016, sin embargo, Donald Trump llegó a la presidencia de Estados Unidos y le exigió a Europa que comenzara a pagar los gastos en defensa que le correspondían como miembro de la OTAN a expensas de Washington dejara de financiar esta organización, pedido que no se concretó finalmente.
Con la sentencia de un tribunal de Colorado, este martes, decretó que Trump no puede ser inhabilitado para participar en las primarias republicanas, parece casi seguro que será el nominado con serias posibilidades de derrotar a Joe Biden en las presidenciales de noviembre. El posible regreso de Trump a la presidencia de Estados Unidos angustia a Europa, que ve un segundo mandato de él marcado por políticas aislacionistas que chocan con las alianzas preestablecidas entre Washington y el bloque europeo.
Sobre la posible presidencia de Trump y sus impactos en Europa, Abraham Newman, profesores de la Universidad George Town, ha escrito en el Financial Times que, “una segunda Administración Trump sería mucho peor. Cuando se le pidió que identificara las principales amenazas económicas, Trump señaló a la UE como un "enemigo". Su principal promesa electoral es imponer un arancel general del 10%”.
“Cuando el bloque se dio cuenta de que era impotente contra las medidas estadounidenses dirigidas a sus sectores petrolero, gasístico y financiero, empezó a pensar seriamente en la coerción económica”, escribe este analista norteamericano.
Si por el oeste Europa no tendría el respaldo de Estados Unidos, por el este es claro que China viene convirtiéndose en una amenaza para los europeos en temas cibernéticos, comerciales, arancelarios y otros.
La amenaza de China es menos explícita con Europa, pero no deja de ser una enorme preocupación para la UE, que, además, le preocupa una posible alianza entre Pekín y Moscú. Según los organismos de inteligencia, las preocupaciones giran en torno a las inversiones, el espionaje industrial y la tecnología de doble uso.
Con varios frentes de amenazas, Europa se ha puesto el objetivo de “gastar más, gastar mejor y gastar europeo” en defensa, luego de largas décadas de mirar hacia otro lado y olvidarse de ella desde, al menos, un enfoque estratégico y disuasorio.