La movilización de cientos de miles de reservistas al frente de guerra y el anuncio de estar dispuesto a usar “todos los medios” para defenderse (lo que incluiría armas nucleares) anunciados por el presidente ruso, Vladimir Putin, elevaron el nivel de alerta global porque amén de subir el tono de la guerra verbal con Occidente conlleva una escalada en el conflicto.
En la antesala de entrar en el octavo mes de la ‘operación militar especial’ en su vecina Ucrania, la celebración de referendos de anexión en los territorios separatistas de Donestk, Lugansk y otras regiones sobre las que tomaron el control sus tropas y los llamados de decenas de dirigentes mundiales en la Asamblea de la ONU para que se ponga fin a la invasión rusa, Putin ratificó a su país y al mundo que cumplirá sus objetivos.
Más allá de los anuncios del impredecible hombre fuerte del Kremlin y la tan esperada como fuerte reacción de Occidente encabezada por el presidente estadounidense Joe Biden, hay que preguntarse cuál es el trasfondo de los mismos, especialmente de las advertencias sobre ataques nucleares. Estos podrían ser las motivaciones:
1. ¿Inicio del fin de la ofensiva militar? La inesperada contraofensiva ucraniana es un golpe tanto a la estrategia militar del Kremlin como a la moral de las tropas. El imparable suministro occidental de arsenal con alta tecnología a Kiev les permitió recuperar algunas zonas que los rusos dieron como aseguradas y modificó el curso de la guerra. Error de cálculo, excesiva confianza por su superioridad tanto numérica como armamentística o simplemente una mejor táctica de sus ‘enemigos’ sobre el terreno llevaron a que los rusos se replegaran de ciudades claves en el sur y norte del país, al igual que a ralentizar su ofensiva en el este, donde con el territorio ganado por los separatistas de la región del Donbás esperaban asegurar una kilométrica franja desde su anexada Crimea hasta Lugansk, que se suyo implicaba el dominio de las salidas a los mares de Azov y Negro. El sorpresivo escenario estaría llevando a Putin a acelerar sus planes para ‘ganar’ prontamente la guerra. “Occidente quiere destruir a Rusia y estoy dispuesto a utilizar todos los medios para evitarlo…El "chantaje nuclear" de Occidente contra Moscú puede revertirse. Esto no es un bluf (operación propagandística preparada para presentar con ostentación a una persona o cosa que no cumple las expectativas prometidas)”, dijo ayer al informar sobre la movilización de 300 mil reservistas, por lo que se puede suponer sería el primer gran paso en pos de una batalla final.
2. Reafirmación geopolítica. En línea con lo anterior, la nueva orden del presidente Putin y sus advertencias con tono tan serio como elevado, buscarían también reconfirmar su proyecto político de consolidarse como potencia y, junto con aliados como la gigante China, crear un nuevo orden mundial ‘más justo’, modificando de paso las relaciones internacionales, tal cual lo reiteraron la semana pasada durante su encuentro en Uzbekistán esos mandatarios. Con el horizonte de convertirse en un contrapeso a Occidente -especialmente Estados Unidos-, Putin y Xi Jinping se comprometieron a liderar un mundo cambiante y gestar un eje de influencia global en el Pacífico sur. La retórica política frente a la guerra ha estado llena de advertencias, la mayor de ellas el posible uso de armas nucleares, extremo al que ningún mandatario quiere llegar, como tampoco a una Guerra Fría. Con el llamado a los reservistas, que según el ministro de Defensa ruso corresponde solo el "1,1% de los recursos movilizables, Putin también busca evidencian su fuerza, dejando sin piso los señalamientos de sus detractores externos en el sentido de que su ofensiva “está fallando” y hay varios “signos de debilidad”.
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3. ¿Presionar una negociación? Ante la guerra de desgaste en que degeneró la guerra convencional, la que se creía inicialmente ganaría Rusia en poco tiempo por su fuerza militar, es altamente probable que Putin se haya decidido por esta demostración de músculo bélico (más hombres y poderío nuclear) para, en medio del consenso global por una salida negociada al conflicto tal cual se ha escuchado en la Asamblea de Naciones Unidas, presionar la reanudación de las negociaciones con Ucrania con una aparente ventaja y superioridad. El Kremlin arguye, desde meses atrás, que no ha tenido respuesta de Kiev a sus condiciones para acabar la invasión, entre las que se contempla la adopción de un estatuto de neutralidad y el reconocimiento de Crimea como territorio ruso. La primera de ellas, que su vecina no ingresara a la OTAN fue la primera concesión que recibió, más no así de que hiciera parte de la Unión Europea, un proceso que se ha acelerado con el paso de los meses. Con la repotenciación política y militar de Ucrania, que inclusive devela la posibilidad de una victoria, retornar a la mesa parece complejo y hasta lejano.
4. Tras un alivio de sanciones. Aunque con el “arma’ del suministro de petróleo y gas a Europa en la mano, la economía rusa ha resentido el alud de sanciones occidentales como retaliación a la invasión. El ser excluido del sistema financiero internacional, SFWIT, lo forzó a exigir el paso de combustibles en rublos mientras que el cierre tanto a sus exportaciones como importaciones desbalanceó sus finanzas y frenó el crecimiento. Las proyecciones sobre este último prevén una contracción entre el 6 y el 7.8% para el presente año. Adaptándose a ese escenario, el Kremlin tomó medidas que coadyuvaron a minimizar el fuerte impacto de las restricciones, a saber, control de capitales y prohibición a buena parte de las importaciones. Ello aunado al elevado precio de las materias primas, permitieron que su moneda se recuperara rápidamente de la devaluación que sufrió al inicio de la guerra. Sin embargo, el panorama no se avizora igual para el próximo año, por lo que Putin podría estar pensando, con la llegada del invierno, cerrar el grifo de los combustibles para ‘canjear’ ese necesario suministro por el levantamiento de algunas sanciones.
5. Apuntalar liderazgo interno. Con una creciente oposición ciudadana a la guerra por la afectación directa de las sanciones y una pérdida progresiva en la imagen de un líder fuerte, los recientes anuncios de Putin buscarían precisamente recuperar ese terreno perdido. La oposición hizo eco de la declaración de su líder encarcelado Alexéi Navalni quien dijo que las decisiones del mandatario conducirán a "una enorme tragedia con gran cantidad de muertos", centenares de personas salieron a las calles a protestar, coreando “No a la movilización” (tropas de reservistas) y “Acaben la guerra”. Las manifestaciones realizadas en 23 ciudades se saldaron con al menos mil detenidos. Entre tanto alcaldes como el de Moscú consideró que el envío de más militares es una decisión “forzada pero necesaria ya que "hay un flujo de armas, especialistas y mercenarios occidentales hacia Ucrania. Se está haciendo todo lo posible para estrangular a Rusia con sanciones económicas”. Alzando la voz, advirtiendo de que su país “no repetirá errores del pasado” y por tanto no “cederá al chantaje y la intimidación de la comunidad internacional para renunciar a su soberanía”, el inquilino del Kremlin hizo una nueva jugada política a tres bandas: enviar un mensaje fuerte en el sentido de que no está dispuesto a ‘perder’ la guerra, reposicionarse su liderazgo interno y objetivos geopolíticos, así como reafirmar su hoja de ruta para seguir escribiendo “la gran historia de Rusia”, como lo expresó anoche en la celebración del 1160 aniversario del nacimiento del Estado ruso./Redacción internacional