TRAS el efímero gobierno del conservador Michel Barnier, caída consumada por los 331 votos a favor de la moción de censura de los diputados de izquierda y ultraderecha, el presidente de Francia, el centroderechista Emmanuel Macron, se enfrenta a un complejo escenario de negociaciones por la radicalización de sus opositores y la ausencia de un nombre de aceptación mayoritaria para formas gobierno.
Al aprobar la moción de censura contra Barnier, la Asamblea Nacional hizo historia ya que ello no ocurría desde hace más de seis décadas. A lo largo de la V República en Francia, sólo una moción de censura ha prosperado, y fue en 1962, cuando cayó el gobierno de Georges Pompidou siendo presidente Charles de Gaulle.
Este instrumento parlamentario (moción de censura) ha servido en los últimos años como herramienta de presión contra el Gobierno y contra Macron, con decenas de iniciativas fallidas contra la etapa de Elisabeth Borne y de Gabriel Attal.
La Asamblea Nacional consta de 577 escaños, por lo que para que una moción prospere necesita del visto bueno de 289 diputados. Ninguno de los bloques por sí sólo alcanza este umbral, pero la fragmentación parlamentaria derivada de las elecciones de julio - anticipadas por Macron tras el avance dela extrema derecha en los comicios europeos- ya dio pie a que una alianza entre grupos opositores pudiese derivar en el resultado que finalmente se consumó este miércoles.
Vale destacar que aunque el presidente Macron perdió la mayoría absoluta parlamentaria tras su reelección en 2022, los comicios adelantados dejaron una Asamblea sin mayorías claras y dividida en tres bloques irreconciliables: izquierda, centroderecha y extrema derecha.
El Nuevo Frente Popular (NFP) -coalición de socialistas, comunistas, ecologistas e izquierda radical- ganó los comicios y reclamó el derecho de formar gobierno, lo que Macron desechó y dos meses después nombró primer ministro al exnegociador europeo del Brexit, en nombre de la "estabilidad".
Barnier sólo reunió el apoyo de la alianza de centroderecha de Macron y de su propio partido conservador Los Republicanos (LR), por lo que la supervivencia de su gobierno dependía de la líder ultraderechista Marine Le Pen (Agrupación Nacional), que finalmente lo dejó caer.
La negociación de los presupuestos para 2025 fue el detonante. Pese a varias concesiones obtenidas, Le Pen puso como última línea roja que el gobierno renunciara a retrasar parte de la revalorización de las pensiones de enero a julio, en vano.
"El presupuesto que rechazamos no sólo incumple las promesas (del primer ministro). No tiene dirección ni visión. Es un presupuesto tecnocrático que sigue cuesta abajo, con cuidado de no tocar el tótem de la inmigración descontrolada", sostuvo la líder de Agrupación Nacional.
Al contrario que en otros sistemas parlamentarios, el francés no plantea la moción como una herramienta constructiva, de tal manera que los promotores no tienen que presentar un candidato alternativo a la jefatura de Gobierno. Su único fin es tumbar al Ejecutivo en ejercicio, por lo que en este caso no se puso sobre la mesa ningún potencial sustituto de Barnier y, tampoco se otea alguno que genere poca resistencia entre los partidos opositores a Macron.
Es por ello que el presidente es quien debe buscar salida a la crisis política. Al igual que corresponde al Elíseo la competencia de disolver las cortes, el jefe de Estado está abocado ahora de nuevo a nombrar a un nuevo primer ministro, aunque 'de facto' su estabilidad dependa a futuro de lo que dictamine el Poder Legislativo.
Por ello, Macron se apresta a iniciar una nueva ronda de contactos con los distintos partidos y buscar una pronta solución. La izquierda, bajo la bandera del Nuevo Frente Popular (NFP), es el grupo con más escaños, pero ya tras las elecciones el presidente descartó proponer un primer ministro de este bloque con el argumento de que no recibiría apoyos de otras familias políticas.
Se da la circunstancia de que Macron no puede romper de nuevo la baraja y convocar elecciones anticipadas, ya que la Constitución establece que no se puede disolver la Asamblea Nacional hasta que no haya pasado al menos un año desde la cita anterior -sería por tanto en julio de 2025-.
Macron, que siempre ha descartado renunciar con el argumento legal y constitucional que fue reelecto por el pueblo y su mandato concluye en dos años, debe buscar ahora una nueva figura política con la capacidad de aglutinar una mayoría más amplia que la de Barnier, que se basaba principalmente en el macronismo y la derecha clásica. Varios nombres han salido en las quinielas de los medios de comunicación en los últimos días, donde no hay claros favoritos y se cuela incluso la hipótesis de un Gobierno de tecnócratas al que Francia nunca se ha visto obligada a recurrir.
Escenarios
Descartada la dimisión del presidente, aunque tanto la izquierda como los conservadores consideran que sería la única salida a la actual crisis, es poco el margen de maniobra que tiene el mandatario galo de 46 años. Estas son las posibilidades que tiene:
1. Insistir en Barnier. Nada impide a Macron designar de nuevo al premier censurado. En 1962, el entonces presidente Charles de Gaulle nombró de nuevo al primer ministro censurado Georges Pompidou, pero tras nuevas elecciones. Sin embargo, este escenario es improbable ya que Barnier, de 73 años, lo descartó a comienzos de semana. "Quiero servir. Les he dicho que es un gran honor. Pero, ¿qué sentido tiene (un nuevo nombramiento como primer ministro)?", declaró a las cadenas TF1 y France 2. Entre los nombres que circulan para suceder al exnegociador europeo del Brexit figura el actual ministro de Defensa francés, Sébastien Lecornu, y el aliado centrista de Macron y exministro, François Bayrou. Pero generan resistencia en la izquierda y la extrema derecha.
2. Buscar de nuevo a la derecha. La designación en septiembre de Barnier fue posible porque su partido conservador Los Republicanos (LR) decidió dejar la oposición y gobernar junto a la alianza centrista en el poder desde 2017. Pero el líder de LR, Laurent Wauquiez, aseguró el martes ante sus diputados que su "compromiso en septiembre sólo valía para Barnier", según su entorno, dejando entrever nuevas discusiones para entrar en un gobierno.
A dos años y medio de la próxima elección presidencial, a la que no puede optar Macron, los partidos buscan desvincularse del legado de un presidente impopular, pero intentando no aparecer como responsables de la crisis actual.
3. Ampliar los apoyos. El predecesor de Barnier, el macronista Gabriel Attal, abogó por "un acuerdo de no censura" con LR, pero también con el Partido Socialista, que forma parte de la coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular (NFP). El gobierno surgido de este pacto contaría con ministros de la alianza de Macron, según el centroderechista Attal, y podría evitar que su supervivencia dependa del grupo de la ultraderechista Marine Le Pen. Algunos miembros más a la derecha de la coalición gobernante abogarían en cambio por un "pacto" secreto entre el jefe de Estado y Le Pen, para que esto permitiera la supervivencia de un nuevo gobierno.
4. Virar a la izquierda? El NFP -formado por socialistas, ecologistas, comunistas y el partido de izquierda radical La Francia Insumisa (LFI)- ganó las legislativas sin mayoría, pero Macron se negó a nombrar como primera ministra a su candidata, la economista Lucie Castets. Aunque Castets dijo que está "preparada para gobernar", los socialistas abogarían por proponer un pacto de "no censura" con acuerdos puntuales al resto de partidos, salvo la extrema derecha, pero con un gobierno de izquierdas. Esta apertura, a la que también son favorables los ecologistas, choca con la posición de LFI, que aboga por "aplicar el programa y sólo el programa" del Nuevo Frente Popular, pese a que este escenario implicaría una censura rápida. El líder de los socialistas, Olivier Faure, rechazó también un gobierno dirigido por el exprimer ministro socialista Bernard Cazeneuve, quien abandonó el partido y rechaza cualquier acuerdo con LFI.
5. Gobierno tecnócrata? Otra de las posibilidades sería el nombramiento de un gobierno tecnócrata hasta las próximas elecciones legislativas, un recurso utilizado en Italia en varias ocasiones para superar crisis políticas. Este gobierno se dedicaría a la gestión diaria ya cobrar los impuestos, pero se enfrentaría al escollo en el Parlamento de los presupuestos para 2025. Detrás de lo técnico siempre está la política", resume un líder de la alianza de Macron, rechazando este escenario.
Más allá de la caída del Ejecutivo y de la aprobación del presupuesto para el próximo año, los partidos sopesan la crisis para determinar cómo juegan con el ojo puesto en el 2027, cuando los franceses tengan que elegir al sucesor de Macron, hoy un mandatario en las “horas más oscuras”, tal cual el título de la película sobre Winston Churchill. /Redacción internacional con agencias