SON líderes mundiales como muchos otros, pero como ningún otro tienen tanto el poder como el peso para cambiar la geopolítica global. De allí que su aspiración de seguir al mando de sus países tiene grandes implicaciones en el escenario internacional.
El mandatario ruso Vladimir Putin acaba de anunciar su candidatura a la reelección, el pasado abril y tras meses de dilación hizo lo propio el demócrata estadounidense Joe Biden con el argumento de que es el único que podrá frenar el cada vez más probable regreso a la Casa Blanca del republicano Donald Trump.
Cerrando año con dos conflictos militares globales, a saber, la invasión rusa a Ucrania que se apresta a cumplir 22 meses (inició el 24 de febrero de 2022) y el operativo israelí en la Franja de Gaza que, en el marco de la legítima defensa tras los mortíferos ataques de Hamás a su territorio comenzó el pasado 7 de octubre, el interés político global para el año en ciernes -descontando la reelección de Putin- se centra en quién será el elegido en Estados Unidos, pues de suyo implicará un cambio radical en su política exterior por las consabidas diferencias programáticas entre demócratas (liberales progresistas) y republicanos (conservadores).
Putin…el eterno
Lleva un cuarto de siglo en el poder, pero muchas décadas más imponiendo su línea política en un plan que definió desde su juventud y en la época en que fungió como agente de la KGB. A esa escuela entró con apenas 19 años y tras completar su formación fue designado para trabajar encubierto en Berlín oriental.
Con tan solo seis años de servicio y gracias a su ambición y olfato político, en 1990 consiguió una asesoría en Leningrado, desde comenzó a forjarse una meteórica y exitosa carrera, al punto que al cierre de esa década y tras la renuncia de Boris Yeltsin ocupó, por primera vez, el cargo de primer ministro de Rusia.
De allí se catapultó fácilmente a la presidencia, la que ha fungido con un solo interregno ante el forzoso enroque -por prohibición constitucional ya levantada-, entre 2008 y 2012 con su Dmitri Médvedev, años en los que volvió a ser premier.
Gracias a esta enmienda, Putin puede presentarse este 2024 y en caso de que gane podrá optar a otra reelección, con lo que podría permanecer en el poder hasta 2036, cuando tenga 84 años.
Así, Putin ha marcado el transcurrir de la historia de Rusia desde finales del siglo pasado y lo hará, por lo menos seis años más, ya que alegando que no veía ninguna "otra opción" oficializó este viernes la candidatura para un quinto mandato en las elecciones previstas del 15 al 17 de marzo próximo.
Así, a sus 71 años, tiene a su haber dos mandatos de cuatro años, otros dos de seis y tiene asegurado otro periodo por ese mismo tiempo ya que su régimen represivo acalló la oposición.
"En otro momento, he tenido diferentes posturas sobre este tema. Pero entiendo que ahora no hay otra opción posible. Me presentaré al cargo de presidente de Rusia", sostuvo el mandatario ruso en una ceremonia de entrega de condecoraciones a militares en el Kremlin, entre ellos varios combatientes de la actual guerra contra Ucrania.
"La candidatura está llena de símbolos: los héroes, 'padres del Donbás' (territorio ucraniano reivindicado por Moscú), quieren ver a Putin de nuevo presidente", comentó en Telegram la analista Tatiana Stanovaya.
Por su parte el presidente de la Cámara Baja del Parlamento, (dominada por el oficialismo) Vyacheslav Volodin, destacó en Telegram las "cualidades únicas" de Putin, y su homóloga en la Cámara Alta, Valentina Matvienko, destacando que el mandatario "nunca ha evitado ni evita las decisiones responsables".
El sistema de poder del presidente ha confirmado a lo largo de los años dos características: la primera, el endurecimiento constante del sistema, contra los oligarcas, con la segunda guerra en Chechenia, la reducción de las libertades públicas y la represión a medios y la oposición.
La segunda, el refuerzo de su presencia internacional, con la guerra de Georgia (2008), la anexión de la Crimea ucraniana (2014), la intervención militar en Siria (2015) y la invasión de Ucrania (2022), anexando las regiones prorrusas del Donbás y resistiendo de buena forma -contra todo pronóstico- las sanciones occidentales por ese conflicto.
A hoy, Rusia se encuentra en mejor situación por el fracaso de la gran contraofensiva de Ucrania en el verano, así como la erosión del apoyo de Estados Unidos y Europa a Ucrania. Ejemplo de ello, los recursos norteamericanos para ayudar a Kiev se agotarán en los próximos días y la bancada republicana se opone férreamente a seguir financiando esa guerra.
Putin está ahí y ahí se quedará, por lo menos seis años más.
EE.UU. reedita duelo
Cuando a finales del 2021, muy tempraneramente el republicano Donald Trump oficializó su candidatura para volver a la Casa Blanca, los demócratas instrumentados por el presidente Joe Biden impulsaron una ofensiva judicial contra el líder conservador para frustrar su aspiración. Pero para su frustración, a hoy no sólo se perfila como el ganador en noviembre del 2024, sino que apoyo a la reelección de Biden sigue en caída libre.
Más que la edad -aunque si es una razón de peso- electores y dirigentes políticos (inclusive de su partido) demócratas cuestionan los constates ‘lapsus’ o equivocaciones del aspirante a la reelección que acaba de cumplir 81 años, que ha llevado a rectificaciones de la Casa Blanca.
Oficializó su candidatura para cuatro años más en el poder el pasado abril, con un lema contundente: “en 2024 elegiremos entre libertad o caos”, enfatizando en la ‘amenaza’ que según él representa permitir el regreso de Trump y los “extremistas MAGA” (acrónimo del lema trumpista Make America Great Again, "Hagamos a Estados Unidos grande de nuevo”).
Argumentó que "la libertad personal es fundamental para lo que somos como estadounidenses…Ese ha sido el trabajo de mi primer mandato: luchar por nuestra democracia y por el alma de Estados Unidos…Ese trabajo hay que terminarlo y por ello necesitamos más tiempo”, sostuvo en su momento Biden, al tiempo que advirtió sobre las amenazas de un futuro gobierno republicano: “recorte de impuestos a los superricos, imposición a las mujeres de decisiones sobre su salud y dificultar el voto”, entre otros.
En el otro extremo, en el partido conservador, Trump con un intacto apoyo de sus bases y creciente espaldarazo ciudadano, no sólo desencatada por la gestión económica del gobierno demócrata sino por el aumento sin precedentes de la migración ilegal que hoy tiene en caos a varias ciudades, mantiene firme su candidatura, con alta probabilidad de hacerse a las llaves de la Casa Blanca.
Con cuatro procesos judiciales en su contra (desde el pago a una acompañante hasta presunta injerencia para desconocer el resultado electoral y manejo irregular de archivos confidenciales -igual de Biden-), el líder conservador que se convirtió en el primer exmandatario en ser ‘reseñado’, ha dado la cara y cumplido con todas las citaciones, reiterando que es blanco de una ‘caza de brujas’ y que mantendrá su candidatura hasta el final.
A sus 77 años es no sólo el favorito de los republicanos para la nominación presidencial, superando de lejos (más del 50%) al resto de aspirantes, sino que desde meses atrás supera a Biden en todas las mediciones electorales.
Base con citar las más recientes, las realizadas en lo corrido de este diciembre, que registra RealClear Politics, portal de referencia política norteamericano: la encuesta de Emerson da a Trump 47% y a Biden 43%; el Mensajero para Harris X, arroja 53% vs. 47%, TIPP, 41% vs. 39%, y en la de Economista, la diferencia es de solo un punto porcentual a favor del actual presidente.
Y aunque Biden y Trump empatan tanto en imagen favorable (40.2%) como desfavorable (55%).
Con una desaprobación a su gestión, en promedio del 56%, el gobierno norteamericano espera que esa cifra se revierta en breve gracias a los positivos indicadores económicos de noviembre, especialmente la baja del desempleo.
Sin miramientos a las críticas a su edad, las que rebate con “tengo más experiencia que cualquier otro presidente en la historia del país” y ‘mírenme’ para denotar su vitalidad, el demócrata Biden es un convencido del “sé que podemos” (I know we can) para encarar otro mandato.
En el otro extremo, Trump, a quien la izquierda cada vez más temerosa de perder el poder lo declara como dictador, sigue entre su campaña electoral y su defensa judicial, abriéndose paso firme hacia la Casa Blanca. /Redacción internacional.