Un hombre blanco presunto autor de una serie de atentados con bombas en Texas se inmoló el miércoles cuando la policía iba a arrestarlo, poniendo fin a semanas de tensión en este estado del sur de Estados Unidos.
La policía rodeó al hombre, identificado en los medios estadounidenses como Mark Anthony Conditt, frente a un hotel en las afueras de Austin, capital de Texas. Los ataques que comenzaron el 2 de marzo en esa ciudad dejaron dos muertos y varios heridos.
El sospechoso detonó un dispositivo en su automóvil y luego murió, dijo el jefe de policía de Austin, Brian Manley, en una conferencia de prensa el miércoles tras el dramático final de la persecución que llevaban adelante cientos de agentes federales y policías locales.
La policía cerró el cerco sobre el sospechoso, supuesto responsable de cinco explosiones, las últimas ocurridas de 24 a 36 horas antes, gracias a grabaciones de video y testimonios, dijo Manley.
Según la policía, el joven tenía 24 años, pero medios locales citan registros públicos que dicen que tenía 23. |
El presidente Donald Trump felicitó a la policía en Twitter: "EL SOSPECHOSO DE LAS BOMBAS EN AUSTIN ESTÁ MUERTO. ¡Gran trabajo por parte de las fuerzas del orden público y todos los concernidos!"
Sin embargo, aún se desconoce el motivo de las explosiones. Tampoco se sabe si tenía cómplices o si dejó otras bombas colocadas.
"La investigación continúa porque todavía hay preguntas pendientes", dijo el alcalde de Austin, Steve Adler.
Si la gente ve paquetes o bolsas sospechosas, que llame al 911, pidió Fred Milanowski, de la Agencia de Alcohol, Tabaco y Armas de fuego, un organismo federal conocido por sus siglas ATF.
En vilo
La filial de la cadena CBS en Austin, KEYE, divulgó imágenes que dijo eran del sospechoso, tomadas de cámaras de vigilancia. Se lo veía luciendo una gorra azul de béisbol, guantes y posiblemente una peluca mientras dejaba paquetes en un local de la empresa de mensajería FedEx el domingo.
Una de las bombas explotó el martes temprano en un centro de distribución de FedEx en Schertz, al sur de Austin.
El miércoles, agentes del orden público fueron vistos en Pflugerville, una localidad en las afueras de Austin, donde según informó la estación de televisión KXAN puede estar la residencia del presunto terrorista.
Los residentes de Austin han estado en vilo por los ataques en las últimas tres semanas. La policía recibió más de 1.200 llamadas sobre actividades y artículos sospechosos desde que días atrás dijo estar lidiando con un atacante serial.
"Creo que todo el mundo respira tranquilo esta mañana. El alivio está un poco atenuado por el hecho de que la investigación aún no ha terminado", dijo Adler.
Ben Burroughs, que vive cerca del local de FedEx donde el sospechoso envió por correo los dos últimos paquetes explosivos, dijo seguir preocupado. "Estoy nervioso por los dispositivos que aún pueden estar por ahí", dijo a AFP.
"La gente está un poco conmocionada", comentó Miguel Alvarado, un residente de Austin que se dirigía a un parque con su hijo.
Vidas rotas
Aunque probablemente en las próximas semanas la vida en Austin, una ciudad de casi un millón de personas, regrese a la normalidad, algunas familias seguirán sufriendo por los atentados.
La primera explosión, el 2 de marzo, mató a Anthony Stephan House, un hombre de 39 años que creció en la ciudad y era padre de una niña de ocho años. House había iniciado un negocio financiero y trabajaba como gerente de proyectos para dos empresas con sede en Texas.
La segunda detonación, el 12 de marzo, se cobró la vida de Draylen Mason, de 17 años, e hirió gravemente a su madre de 41. Mason era un estudiante de último año de secundaria, tocaba en una orquesta juvenil e iba a comenzar la universidad.
"Hay una sensación de dolor por lo que sucedió", dijo un residente de Austin que pidió no ser identificado. "Cambia tu sensación de seguridad".
Más sofisticadas
A medida que avanzaba la investigación, la policía dijo que las bombas se estaban volviendo cada vez más sofisticadas.
Las primeras tres fueron dejadas en paquetes frente a las puertas de las casas de las personas. La cuarta se activó con un cable trampa y la quinta fue enviada a través de FedEx.
Al final, la policía había ofrecido una recompensa de 115.000 dólares por información que condujera a un arresto.
Trump se refirió por primera vez a la "terrible" ola de atentados el martes, diciendo que "un individuo muy, muy enfermo o tal vez individuos" estaban detrás de las explosiones.